Un nuevo escrito del Síndic de Greuges advierte a Cultura y al Ayuntamiento de València de que deben velar por restos romanos que están en un solar de Les Corts; en 44 meses ninguna institución se ha responsabilizado de su conservación
VALENCIA. Es un absurdo, un sinsentido, una historia de burocracia digna de una pesadilla de Kafka; de hecho podría formar parte de un capítulo de El castillo. Desde hace 44 meses el Círculo por la Defensa del Patrimonio está denunciando la situación de abandono de la Torre romana hallada en el solar de la calle Salvador de Valencia. Y la única respuesta que está recibiendo es el pase de la pelota de una institución a otra. Porque hay tres implicadas en este desatino: el Ayuntamiento de València, les Corts y la Conselleria de Cultura. Y ninguna quiere dar el paso adelante para su recuperación.
Este martes un nuevo escrito del Síndic de Greuges de la Comunitat Valenciana, el tercero en todo este tiempo, emitió recomendaciones dirigidas a dos de ellas: el Ayuntamiento y la Conselleria de Cultura. En ellas se refería al lamentable estado de abandono, ruina y degradación de los restos arqueológicos que se encuentran en un solar propiedad de Les Corts y, al igual que en las dos ocasiones anteriores, solicitaba que se adoptasen “todas las medidas necesarias y oportunas para lograr la limpieza, protección, conservación y rehabilitación de los restos arqueológicos”. Todavía ninguna de ellas ha respondido, o al menos no consta.
Lo que da un carácter más simbólico y triste a este abandono es que la Torre es tan antigua como la ciudad. Así se desprende de la documentación oficial del Ayuntamiento, donde se establece que formaría parte de las primeras murallas de Valencia, y que probablemente estaría adherida a la Puerta Norte o Puerta Saguntina. Su estado actual vendría a ser algo así como si dentro de 1.000 años nadie se preocupara por conservar lo que quedasen de las Torres de Serranos.
Se da el agravante además de que, tal y como refleja la documentación del consistorio, “en muy pocos puntos de la ciudad subsisten restos de la muralla romana”. En la ficha municipal también se constata que estos restos de muralla presentan “escaso y desigual nivel de conservación”. Es decir, que junto a su valor fundacional, la Torre uniría su singularidad, por ser una de las escasas reminiscencias de la Valencia pre-Imperio romano, la Valencia de la República, pero de la República romana.
Es por ese motivo que desde el 14 de febrero de 2013, hace casi cuatro años, los miembros del Círculo están intentando que se actúe sobre ella y se la ponga en valor, sin conseguir que el Ayuntamiento de València, la Conselleria de Cultura y Les Corts “se hayan molestado en realizar la más mínima intervención para preservar, recuperar y poner en valor este bien cultural protegido”, dicen desde la entidad civil.
Aunque parezca sorprendente, no fue hasta ese año, 2013, que los restos de la Torre fueron declarados Bien de Interés Cultural, y hay un porqué torticero: Desde 1996 al 2013 eran un Bien de Relevancia Local y por lo tanto le correspondía su salvaguarda al Ayuntamiento, entonces gobernado por el PP que lideraba Rita Barberá, que “durante todo este tiempo no hizo nada”, explica César Guardeño, presidente de Círculo.
“Cuando nosotros lo denunciamos en febrero de 2013 tampoco hicieron nada, salvo actualizarlo a BIC para quitarse el problema de encima y pasárselo a la Conselleria de Cultura, quien a su vez lo trasladó a Les Corts, por ser el propietario del solar”. Un primer pase de pelota que se ha ido repitiendo desde entonces. Que si es tuya, que si debes vigilarla tú, que si debe preocuparte a ti. Al final, como dice el viejo adagio popular, la casa sin barrer,
Independientemente de la cuestión de responsabilidad, Guardeño recuerda que existe en todas las administraciones la obligación in vigilando, es decir, de preocuparse por el estado de las piezas históricas. Una servidumbre que, según él, todos los implicados, independientemente del signo político que sean, han ignorado. “Deben todas velar por la integridad del patrimonio situado en sus municipios y hasta donde yo sé la torre está dentro del término de Valencia”, se quejaba en declaraciones a Valencia Plaza.
Igualmente, recordaba que la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano 4/1998 y las posteriores modificaciones han recogido siempre la obligatoriedad de colaboración entre las diferentes administraciones públicas valencianas. “Cuando les interesa, la utilizan; cuando no, se quitan las pulgas de encima. La propia Conselleria de Cultura lo acaba de hacer con el BIC de Les Covetes de Sant Joan, lamentándose ante el Síndic de que es un proyecto que requiere la colaboración de todas las administraciones, complejo, para trasladar el expediente al Ayuntamiento. Entonces, ¿en unos casos sí y en otros no?”, se pregunta.
A estas alturas del expediente y tras multitud de alegaciones e informes, cuyo contenido sería más propio de la antología del esperpento, según Guardeño, su reacción es de “vergüenza, sonrojo e indignación” por el hecho de que “ninguna de las tres administraciones implicadas haya sido capaz de ponerse de acuerdo para, en un plazo de casi cuatro años, limpiar la basura que hay en el interior de este solar y retirar la abundante vegetación y malas hierbas que crecen entre las piedras y que dañan y deterioran todavía más el bien”.
Para Guardeño, el despropósito se agrava al observar que “hay técnicos, funcionarios y arqueólogos del Ayuntamiento de Valencia que consideran que los restos existentes en el solar son de escaso valor y que no vale la pena conservarlos”. Estos serían los que optarían por simplemente cubrirlos. Con todo, consultados por Valencia Plaza, estos mismos técnicos respondieron a la concejalía de Cultura asegurando que "en principio, la idea es conservar y recuperar este elemento defensivo en el proyecto de edificación o plaza que se vaya a realizar por parte de la Conselleria de Cultura". Es decir, le mandaron la pelota al departamento ubicado en la Avenida de Campanar. La partida de tenis sigue.
Desde el Círculo también abogan por realizar una plaza en el solar, integrando los restos en la misma para que sean visibles y comprensibles para los visitantes. Pero para ello, las tres instituciones, además de ser conscientes de la existencia de la Torre, deberían dar un primer paso que nadie hasta la fecha ha dado y vencer una inacción que puede conseguir lo que no han logrado más de 2.000 años de historia: acabar con ella.