Avisa de que el empleo femenino podría reducirse si no se adoptan medidas, pues los sectores a transformar son tradicionalmente masculinos
VALÈNCIA. (EP). La Organización Internacional del Trabajo (OIT) asegura en un informe que la puesta en práctica de políticas para lograr una transición energética dirigidas a implementar el acuerdo de París de 2015, permitiría la creación de unos 24 millones de puestos de trabajo en todo el mundo de aquí a 2030, cuatro veces más de los que se perderían.
Así, el informe, titulado 'Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2018: Sotenibilidad medioambiental con empleo', destaca que los cambios en la combinación de fuentes de energía, el crecimiento previsto del uso de vehículos eléctricos y los aumentos de la eficiencia energética de los edificios existentes y futuros, redundarían en un incremento neto de aproximadamente 18 millones de puestos de trabajo mundiales, teniendo en cuenta los seis millones que se perderían.
Según indica la OIT, la mayoría de los sectores de la economía se beneficiarán de la creación neta de empleos, ya que de los 163 sectores económicos analizados, sólo 14 experimentarán pérdidas de empleo de más de 10.000 puestos de trabajo a nivel mundial.
De hecho, sólo dos sectores, la extracción del petróleo y la refinación del petróleo, muestran pérdidas de un millón o más empleos. Por el contrario, en el de la electricidad, se estima que al menos 2,5 millones de empleos serán creados en la electricidad basada en fuentes de energía renovable, compensando la pérdida de unos 400.000 puestos de trabajo en la generación de electricidad basada en combustibles fósiles.
El informe analiza también el impacto en el empleo de la transición hacia una 'economía circular' y concluye un potencial de creación de empleo de seis millones en actividades como reciclar, reparar, alquilar y refabricar, sustituyendo el modelo económico tradicional de 'extraer, fabricar, usar y desechar'.
A nivel regional, la creación neta de puestos de trabajo gracias a las medidas adoptadas en la producción y uso de energía será más destacada en Asia y Pacífico, con 14 millones de empleos nuevos, mientras que entre dos y tres millones de empleos se generarían en las Américas y Europa.
En el lado opuesto, la OIT indica que donde habrá pérdidas netas de empleos será en Oriente Medio (-0,48 por ciento) y África (-0,04 por ciento), debido a la dependencia de estas regiones a los combustibles fósiles y la minería, respectivamente.
Según pone de relieve el documento, el 40 por ciento del empleo mundial total (alrededor de 1.200 millones de puestos laborales) dependen directamente de los servicios ecosistémicos.
"La transición energética es un imperativo ineludible para todos los países del mundo. Aquellos que antes lo hagan, con una orientación de transición justa a través del diálogo social serán los más beneficiados en términos de empleo y desarrollo", señala el director de la Oficina de la OIT para España, Joaquín Nieto, que incide en que las 'Directrices de la OIT de política para una transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles para todos' aprobadas tripartitamente son "una herramienta imprescindible que indica cómo hacer esta transición".
Por otro lado, el informe advierte de que cada año, la cada vez mayor frecuencia e intensidad de los desastres naturales relacionados con la actividad humana, han mermado la productividad. De hecho, entre 2000 y 2015, los desastres naturales ocasionados o agravados por la humanidad provocaron anualmente la pérdida mundial de 23 millones de años de vida útil equivalente al 0,8 por ciento del trabajo de un año.
Incluso en un escenario de mitigación efectiva del cambio climático, la OIT pone de relieve que los aumentos de temperatura resultantes del cambio climático llevarán a la pérdida del equivalente de 72 millones de empleos al año de tiempo completo para 2030 debido al estrés por calor.
Según pone de manifiesto la OIT, la degradación ambiental mundial y local empeora especialmente las condiciones laborales en países en desarrollo y entre las mujeres y las personas más vulnerables del mundo (trabajadores migrantes, personas pobres y pueblos indígenas y tribales), haciendo de la sostenibilidad ambiental un tema de justicia social, según el informe.
En este sentido, insiste en que los sistemas de protección social constituyen la primera línea de protección contra los efectos adversos de los distintos riesgos para los ingresos, incluidos los derivados del cambio climático y la degradación del medio ambiente local.
En su análisis, propone cuatro medidas que ofrecen sinergias particulares entre la protección social y la sostenibilidad del medio ambiente: la protección contra el desempleo, los programas de transferencias monetarias, los programas de obras públicas orientados a generar empleos y los pagos por los servicios de los ecosistemas.
En el caso de las mujeres, la Organización considera que la transición es una excelente oportunidad para incrementar el empleo de calidad para este colectivo. Sin embargo, avisa de que, debido a que los sectores a transformar --como la energía, manufacturas y construcción-- son tradicionalmente masculinos, el crecimiento del porcentaje de mujeres en el empleo total podría no darse o incluso reducirse ligeramente si no se adoptan medidas para reducir la segregación ocupacional.
En este sentido, considera que la falta de conocimiento del nexo entre el medio ambiente y las capacidades formativas, la ausencia de proyecciones de empleo en el marco de la transición energética y de mecanismos financieros para promover inversiones en el desarrollo de capacidades para la transición verde y la participación lenta de los interlocutores sociales siguen dificultando una transición efectiva.