VALÈNCIA. LAs últimas noticias que llegan sobre Venecia abundan en la idea de que ha perdido parte de autenticidad para acabar convertido en un escenario hiperpoblado de turistas. Las nuevas leyes para la protección de la ciudad italiana de Venecia, cercada por las crecientes oleadas de turistas, se han cobrado sus primeras víctimas: dos turistas alemanes que han tenido que pagar una multa de 950 euros por hacerse un café en las escaleras del Teatro Rialto. Tanto es así que se ha acuñado un término para describir esta situación: el 'síndrome de Venecia' que asfixia a muchas de las ciudades que viven por y para el turista.
Pero hubo una época en la que Venecia no era asediada por los 30 millones de turistas que hoy la dominan. Fue alrededor del año 1750, cuando una ciudad laberíntica y monumental convivía con el agua, como un todo. Así lo recoge el libro La Venecia de Casanova por cinco ducados al día, de Daniel Muñoz de Julián (Editorial Akal) en el que se realiza un paseo por sus callejuelas, palacios, puentes – Rialto y Suspiros- e iglesias. Se trata de una Venecia íntima y secreta de la que brotan toda clase de historias y leyendas.
Una de las ideas que se desprenden del libro es esa que afirma que los venecianos han pensado siempre que viven dentro de un paraíso que, si bien estaba en cierta decadencia, seguía siendo paraíso. Así lo reflejaron, por ejemplo, escritores como Thomas Mann en su imprescindible Muerte en Venecia (1912):
Otra vez se presentaba a la vista la magnífica perspectiva, la deslumbradora composición de fantásticos edificios que la república mostraba a los ojos asombrados de los navegantes que llegaban a la ciudad; la graciosa magnificencia del palacio y del Puente de los Suspiros, las columnas con santos y leones, la fachada pomposa del fantástico templo, la puerta y el gran reloj, y comprendió entonces que llegar por tierra a Venecia, bajando en la estación, era como entrar a un palacio por la escalera de servicio. Había que llegar, pues, en barco a la más inverosímil de las ciudades
Pero volviendo al libro de Muñoz de Julián es posible descubrir cómo en aquella Venecia vivían alrededor de 150.000 habitantes y, entre ellos, más de 800 peluqueros. Ellos eran los artífices de crear las pelucas más extraordinarias que se pudiera imaginar. Una de ellas, claro está, la lucía el propio Casanova.
El libro de memorias de Casanova –Historia de mi vida (3 volúmenes)- publicado por Atalanta da buena cuenta de la vida insólita de este personaje que fue descrito de la siguiente manera por un agente de la inquisición veneciana:
Va y viene a todas partes, con una cara franca y la cabeza en alto, bien vestido... Es un hombre de unos 40 años como máximo, buen mozo de aspecto saludable y vigoroso, de piel muy morena y ojos vivaces. Lleva una peluca corta de color castaño. Por lo que me han contado, tiene un carácter descarado y despectivo; pero, sobre todo, tiene mucha labia y, por consiguiente, es ingenioso e instruido...
Aquella Venecia tenía dos industrias clave: la naval y la del vidrio. En este sentido, era fundamental la figura de las Scuole, una suerte de cofradías formadas por “los profesionales que ejercen un oficio o arriesgan la vida en los negocios...”. Entre ellas estaba, por ejemplo, la Scuole de San Rocco donde se reunían los cuadros de Tintoretto.
Otra de las interesantes anécdotas que cuenta el libro de Muñoz de Julián tiene que ver con la singular geografía de la ciudad que, más bien, parecía un laberinto. Venecia, en este sentido, fue la primera ciudad de Italia que tuvo alumbrado público. Al mismo tiempo, Venezia creó la figura de ‘codegá’, una mezcla de hombre de seguridad y farolero.
Pero si algo vincula Venecia y Casanova son los carnavales y el hedonismo que de ellos de desprendía. Una fiesta que congregaba a más de 30.000 personas que utilizaban la máscara como elemento identificativo.
Pero, ¿qué tenía de especial Casanova? Phillippe Sollers, en su libro Casanova, el admirable afirma: "La imagen que el cine y el teatro han dado de Casanova ha sido la de una marioneta del amor, pero eso es reducir su verdadera dimensión, ya que fue uno de los grandes escritores de su tiempo, un hombre cultivado, erudito, seductor y divertido; un filósofo en acción".
Actualmente puede visitarse el museo dedicado a Casanova en Venecia. Tal y como indica su web, en el museo podrá disfrutar de una “experiencia en primera persona de los ambientes, sonidos, escenarios y disfraces de los protagonistas de los eventos relacionados con el hombre Casanova y su época. La exposición va más allá del mito de Casanova, contando su historia más verdadera más allá del centro de atención de la Venecia del siglo XVIII, revelando su fragilidad, compuesta de soledad e inseguridades, haciendo de Casanova un personaje ecléctico y complejo incluso hoy en día”.