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GRAND PLACE / OPINIÓN

"La veu d’un poble"

12/06/2018 - 

VALÈNCIA. Hoy no voy a hablar de Europa ni de otros países en más o menos guerras. No porque no nos interese la última resolución del Parlamento Europeo reclamando mas participación de la mujeres en los puestos directivos de los medios de comunicación. Tampoco porque no nos sorprenda el fracaso de la última cumbre del G7, con el presidente norteamericano Donald Trump negándose a firmar la reducción de aranceles en su última rabieta provocando una guerra comercial. O porque no nos aterre el drama de la inmigración en el Mediterráneo, un mar lo suficientemente lejos de Bruselas, cuya drástica respuesta aún se espera mientras el gobierno de la Unión silba y mira hacia otro lado.

Pero es que también nos interesa ver La Moma en la procesión del Corpus. O, también, nos gustaría saber si mañana va a llover en Valencia, y no en Madrid o en Guadalajara. Con todo el respeto para Madrid y Guadalajara. Y, sobre todo, que acierten en las predicciones. Por eso, hoy no voy a hablar de Europa ni del mundo. Ni del nuevo Gobierno supersónico y estratosférico del socialista Pedro Sánchez.

Con riesgo a delatarme a mi misma y a mi edad, quiero recordar aquí cuando, siendo adolescente y recién estrenada la democracia, iba recogiendo firmas en el instituto de Llíria donde estudiaba el Bachillerato pidiendo una “Televisió Valenciana”. Aún no teníamos autonomía, ni Estatut, pero teníamos conciencia de país y un Consell del País Valencià presidido por Josep Lluis Albinyana, hoy, juez. Toda aquella ilusión, toda aquella esperanza se hizo realidad muchos años después cuando Radio Televisión Valenciana inició sus emisiones el 9 de octubre de 1989 con Canal 9 y Ràdio 9.

Durante 24 años, varias generaciones de valencianos crecieron con una televisión que hablaba su lengua, otros la aprendieron y muchos la amaron. Una televisión valenciana en valenciano no es un medio cualquiera, es un medio para vertebrar un país, para crear conciencia de pueblo, para definir nuestra identidad, lo que somos y lo que queremos ser.

Pero para eso hay que creerse lo del Estado de las Autonomías. Hay que creerse lo que es la Generalitat y lo que significa tener un Govern, un autogobierno. Hubo quien no se lo creyó. Hubo quien gobernó mi país como podría haber gobernado Murcia. Sin identidad, sin ambición, sin conciencia.

Por eso nuestra identidad se diluyó en las ondas de la extinta RTVV, al tiempo que la presencia de nuestro idioma era cada vez más residual. Al tiempo que nuestra singularidad como pueblo se quedaba en la anécdota y en la chanza, en la lengua “aldeana”, como se
escuchó irrespetuosamente en Les Corts, como cuando hablar valenciano se consideraba de alguien inferior, “de poble”.

Eso ya lo vivimos en la Dictadura. Y sobrevivimos como pueblo. Sobrevivimos a más de 300 años de analfabetismo en nuestra lengua, a más de 300 años de negación de nuestras historia, a más de 300 años de desprecios y ninguneos.

Y por eso, a “esos” les costó tan poco el fundido en negro de más de 20 años de identidad en las ondas, un viernes, 29 de noviembre de 2013. Por eso les costó tan poco cerrar más de 20 años de reivindicación de ser pueblo y de vivir como pueblo. Por eso la Administración Valenciana, nuestro Gobierno, no hablaba valenciano a sus ciudadanos, a su pueblo.

Ayer volvimos a nacer. El Govern del Botànic ha cumplido su promesa y ha hecho renacer de las cenizas una nueva televisión valenciana. À Punt ha entrado en nuestros hogares para quedarse. Un amigo me decía: “No entiendo para qué necesitamos una televisión en nuestra lengua, ¿no es un gasto inútil?”. Sin tomármelo a mal, le dije: “No es un gasto, es una inversión en cultura, en identidad y en conciencia”. Si eso no se entiende, es que queda mucho camino por recorrer y los del fundido en negro lo hicieron muy bien...

 Por eso, recordaré aquí a nuestro poeta valenciano del siglo XX, Vicent Andrés Estellés, a quien conocí de adolescente, con quien compartí mesa tras la celebración de unos premios literarios en Llíria, organizados por su alcalde, Josep Maria Jordan Galduf. “Assumiràs la veu d'un poble i serà la veu del teu poble, i seràs, per a sempre, poble”. Aún hay varias generaciones de valencianos que se estremecen cuando leen estos versos. Por ellos, porque tenemos la esperanza de que À Punt sea “la veu d’un poble”.

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