El verano nos ofrece la posibilidad de viajar, leer, reflexionar y ver las cosas con cierta perspectiva. En este ecuador del mes de agosto, tengo la oportunidad de compartir opiniones con amigos de Italia y Argentina y no se si encontrar preocupación o consuelo
VALÈNCIA. Desde mi breve retiro en el norte de la Toscana con la que es mi familia italiana percibo las grandes similitudes con este país hermano. En pleno verano, la televisión anuncia un programa bajo el título ‘Speciale crisi di governo’, a unas horas de Ferragosto las noticias se centran en Roma y la sede del parlamento italiano donde los representantes del pueblo italiano están discutiendo una moción de censura y una posible caída del gobierno, aunque todo está abierto, porque el presidente de la República puede valorar otras opciones como que haya una nueva mayoría parlamentaria o que se forme un gobierno de técnicos.
Estamos hablando de Italia pero seguro que les suena esta situación entre el caos y la confusión. Pero como no hay dos sin tres, resulta que nos llegan noticias, leemos titulares y también hablamos con amigos y conocidos de la querida Argentina. Resulta que allí ha vuelto el peronismo en las elecciones primarias, la maquinaria de ganar elecciones y empobrecer a la sociedad. El titular de El País: ‘Lunes negro para la economía argentina tras la victoria del peronista Alberto Fernández’. Tres países apasionantes, tres lugares donde poder vivir plenamente por sus condiciones naturales, su cultura y su gente, y tres situaciones políticas caóticas.
Recuerdo en mi época de estudiante de Derecho como hablábamos de derecho comparado, para referirnos a los diferentes sistemas jurídicos entre países o las soluciones que cada uno ofrece a problemas similares. En estos días pensaba en la vida comparada, en como los países latinos donde la vida es sin duda más entretenida, donde mejor se come, donde mejor se bebe, donde podemos disfrutar al máximo gracias a una manera de ser y entender la vida, en cambio, no parece que sepamos gobernarnos con claridad y firmeza. El parlamento multicolor que hace tiempo se instaló en Italia, ha llegado ahora a España y cómo podemos comprobar no favorece en absoluto la gobernabilidad ni la estabilidad. Todo en aras de una pluralidad que suena muy bien pero sirve muy mal a los intereses ciudadanos.
El mes de agosto que todos imaginamos como un momento de descanso total y desconexión de la actividad diaria, nos está dejando noticias para no dormir, pero creo que nuestros dirigentes deberían tomarse un tiempo real de reflexión, de lecturas, de conversaciones con familiares, amigos y desconocidos, de oxigenar ese círculo vicioso que conforma la política y el periodismo y de ver con amplitud de miras como llegar a soluciones que realmente beneficien a una mayoría social y no partidista. No es sencillo pero es posible.
Hace unos días en un encuentro del movimiento religioso juvenil Hakuna, el padre José Pedro Manglano hablaba de dar vacaciones al corazón, de darle baños y puestas de sol, de intentar relajarnos de verdad, no sólo físicamente sino espiritualmente. Creo que ese consejo que a todos sirve, debería ser especialmente tenido en cuenta por nuestros gobernantes, porque aunque se vayan de viaje unos días, pocos llegan a realizar una real desconexión e introspección a la gran responsabilidad que tienen, que les hemos encomendado. Y por desgracia, si comparan con algunos países como Italia o Argentina, pueden llegar a creer que no estamos tan mal. Démosle vacaciones al cuerpo, a la mente y al corazón.