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TENDENCIAS ESCÉNICAS

La violencia cotidiana de Michael Haneke aflora en los escenarios de Valencia

El Conde de Torrefiel estrena en Las Naves un montaje que evoca el desasosiego en el cine del director austríaco

24/02/2016 - 

VALENCIA. Cada nueva película de Michael Haneke es una nueva tonalidad en el muestrario pantone de la violencia contemporánea. Desde la psicopatía upper class de Funny Games al tormento sexual de La pianista, de los orígenes del nazismo en La cinta blanca a los estragos del Alzheimer en la postrera Amor. El cine del austríaco se prodiga en el desasosiego y el desencanto, mirando de frente los pavores de los que trata de alienarse la sociedad occidental. 

Revisar una retrospectiva del cineasta es como hojear un surtido de postales del horror cotidiano. Y ese regusto amargo ha inspirado a los valencianos El Conde de Torrefiel su obra de título inequívoco Escenas para una conversación después del visionado de una película de Haneke, programada este fin de semana en Las Naves.

El titulo tiene una función evocativa, porque aunque hablamos de lo mismo, lo hacemos de forma muy distinta. Su cine tiene una violencia contenida y civilizada, se ambienta en un entorno burgués, y ahí coincidimos con él. De hecho, la idea del fascismo cotidiano pivota sobre la pieza. Pero todo el montaje destila humor negro, no tiene esta cosa germana de Haneke”, puntualiza Tanya Beyeler, cofundadora, junto a Pablo Gisbert, de la compañía afincada en Barcelona.

A pesar de ese distanciamiento en el talante con el que se escenifica la realidad, el director de programación de Las Naves, Guillermo Arazo, observa un nexo latente entre ambos creadores:  "Los textos de El Conde de Torrefiel hablan de todo con un humor corrosivo, con un análisis muy contemporáneo, pero al mismo tiempo adentrándose en temas ásperos y duros, como la obra cinematográfica de Haneke".

La propuesta remite al imaginario del Príncipe de Asturias de las Letras 2013. Su violencia sutil y civilizada, alejada del cuchillo y de la sangre, sobrevuela el encadenado de escenas. Pero ni se nombra al director, ni se hace referencia a sus películas. 

Micropreguntas

FOTO: MARA ARTEAGA

Sí se citan, en cambio, referentes literarios y cinematográficos de impacto, como la película apocalíptica de Lars von Trier Melancolia, los desaparecidos escritores David Foster Wallace y Roberto Bolaño, el realizador argentino Gaspar Noé, la directora belga Chantal Akerman y el coreano Park Chan-wook. No obstante, nos advierten los directores de la obra que en las funciones de este fin de semana, algunas de las alusiones pueden haber variado, porque el texto de Pablo Gisbert se remonta a 2011.

Ese año arrancaba la crisis en España y todos los titulares en prensa aludían a los índices macroeconónicos, así que El Conde de Torrefiel decidió ahondar en lo micro: la pareja, el bar, la familia… 

“El mal no viene de arriba como un demonio que desconocemos, sino que está en tu cama, en tu comedor, en tu trabajo. La violencia económica se materializa en los actos cotidianos, en lo pequeño. Y nos planteamos cómo se controla eso”, expone Gisbert. 

La obra se divide en 12 capítulos de un cómic en vivo, protagonizado por jóvenes europeos angustiados y desubicados. Pero siempre desde la irreverencia y el “vacileo”, acuña Beyeler, quien prosigue: “Lo incómodo es cuando te paras a reflexionar. La primera reacción es una risa a media tinta, pero si te paras a pensar y masticar, lo que está en el fondo es la amargura y el malestar, porque la obra habla de lo mal que nos tratamos a veces, de cómo nos imponernos sobre los demás de mala manera por estar en un rol levemente superior, por alcanzar un poco más de poder”. 

La conciencia esperpéntica de Europa

FOTO: MARA ARTEAGA

A Haneke se le ha bautizado como la conciencia incómoda de Europa, pero en opinión de El Conde de Torrefiel, esta condición no es aplicable a nuestro país. “En España nos escandalizamos de otra manera. Su cine puede tocarnos, pero la manera de acercarnos a la tragedia es tragicómica, esperpéntica, como la de Valle Inclán”, apostilla Beyeler. 

Su obra tampoco coincide en lo plástico con el universo cinematográfico del director de Caché. Escenas para una conversación tira del trazo grueso, del humor negro, el trash, los claroscuros, los colores fuertes, la caricatura y la estética de los fanzines. De hecho, comparte Gisbert que durante el proceso de preparación de la pieza, visitó Proyecto Mayhem, en El Cabanyal, durante el festival de autoedición gráfica y sonora Tenderete, para surtirse de fanzines.

“Es imposible imitar la estética de Haneke, porque hace cine muy realista y naturalista”, justifica Beyeler. Gisbert completa su respuesta con menciones a Shakespeare y a Lope de Vega: “Recurrimos a un truco súper clásico, que es escribir la escenografía con la palabra. En el escenario de The Globe no había castillo ni trono, pero Hamlet era creíble como príncipe de Dinamarca porque se actuaba en la cabeza del espectador. Como también sucedía en las corralas de comedias de Madrid, donde el pensamiento se construía con la evocación de imágenes. Nosotros recurrimos al uso de la luz y al lenguaje”.

Juegos de niños

No hay casos de adaptaciones teatrales de películas de Haneke. Tan sólo uno, reciente, y en Salamanca. En un doble salto mortal, la compañía salmantina de microteatro cómico Mascarpone Show se atrevió este pasado mes de enero a dar el paso al formato largo con una adaptación de Funny Games

El drama del austríaco, secante con el thriller, relata la visita inquietante de dos jóvenes desconocidos a una familia durante unas vacaciones en la sierra. Una década después de su estreno en 1997, la película tuvo un remake estadounidense a cargo de Haneke, que reprodujo el original fotograma a fotograma, pero con actores del gusto de los estudios de Hollywood. Esto es, Naomi Watts y Tim Roth en la lacerada piel del matrimonio protagonista.

El director de ambas versiones no parece por el momento interesado en realizar una tercera escénica. Ni de esta película ni de ninguna de las que integran su sombría filmografía. Así y teniendo en cuenta su experiencia teatral, con adaptaciones de Strindberg y Goethe y dirección escénica de las óperas de Mozart Cosi fan Tutte, que visitó el Teatro Real de Madrid en 2013 y se caracterizó por incidir en los dilemas de tipo moral, y Don Giovanni, programada el pasado año en el Teatro Bastille de Paris y ambientada en el universo de las finanzas en una traslación del poder de la aristocracia al de la riqueza. “El dinero permite hoy en día todas las transgresiones que antes autorizaba la cuna”, explicaba Haneke.

Su próximo proyecto volverá a ser en celuloide. Durante el pasado Mercado del Cine Europeo en Berlín, se anunció el rodaje de la próxima película del realizador, Happy End, sobre una familia burguesa incapaz de tomar conciencia del mundo que le rodea. Era obvio. Para un director adepto a las controversias de la sociedad moderna, era inevitable abordar la crisis de los refugiados en Europa.

En cuanto a la adaptación teatral de sus obras o a bañar la escena de su estilo turbador ya les deja el trabajo a otros. 


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