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'LA'92': cómo el primer vídeo viral de la historia incendió una ciudad

Una recopilación de imágenes de los disturbios de Los Angeles en 1992, tras la absolución de un grupo de policías que dio una paliza a un afroamericano y una coreana que asesinó por la espalda a un niño negro de 15 años, sirve para recordar los días de violencia que generaron aquellas ridículas sentencias

13/05/2017 - 

VALÈNCIA. Recuerdo de niño cómo me impactó un vídeo en el que unos soldados israelíes cogían a unos niños que les habían arrojado piedras y, con una roca, les rompían los brazos a sangre fría. Era yo un tierno infante y aquello me pareció espantoso. Era violencia real. Peor que la de cualquier película. Ni en el cine de acción e incluso en el gore había visto había visto tal ensañamiento. El problema era que se trataba de la realidad. 

Pero todavía me esperaban imágenes más duras, porque lo mismo, o peor, ocurrió en 1992 en Los Ángeles. Unos policías le dieron una paliza a un afroamericano, Rodney King, sin percatarse de que en los alrededores un ciudadano, George Holliday, se encontraba con su cámara de vídeo y grabó la agresión. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y atrajeron la atención sobre el juicio a los policías como nunca había ocurrido. Fue el primer vídeo viral de la historia, escribieron recientemente en El País. 

Con motivo del aniversario, el National Geographic Channel ha estrenado en Estados Unidos un documental producido por Lightbox, 'LA 92'. Es un trabajo sumamente sencillo. Los directores Dan Lindsay y TJ Martin, ganadores del Oscar en 2012 por el documental 'Undefeated', solo han ordenado las imágenes de archivo emitidas en los medios de todo cuanto ocurrió. 

El propio apaleamiento de Rodney King a día de hoy sigue helando la sangre. Le rompieron huesos de todo el cuerpo, también de la cara. Los policías se fueron turnando para darle golpes con toda su alma uno detrás de otro. La rabia con la que le machacan cada extremidad es de psicópatas puros. 

Años antes, había atracado una tienda con un bate. Condenado a dos años de cárcel, se ganaba la vida como taxista. La policía le paró porque estaba conduciendo borracho y se negó a detenerse, temía que le volvieran a encerrar por violar la condicional. Hubo una persecución cuando le alcanzaron se lo hicieron pagar. 

No era un hecho aislado

En el documental hay testimonios que denuncian que aquello no era la primera ni la última vez que ocurría. La policía de Los Angeles, denuncia una mujer, recibía más de medio centenar de denuncias semanales por abusos policiales. Para los jóvenes afroamericanos de los guetos el vídeo de Rodney mostraba, sencillamente, cómo era su vida diaria y su trato con la policía. Lo grave llegó cuando los policías fueron absueltos en el juicio. 

Y dos semanas después de la paliza a Rodney King, en una tienda de una coreana, la propietaria, Soon Ja Du, disparó a una niña de 15 años porque pensaba que iba a robarle una botella de zumo de naranja. La niña, Latasha Harlins, murió con dos dólares en la mano. Aparecen entonces en el documental las imágenes del juicio, en el que la acusada afrontaba una pena de 16 años que le fue reducida por la juez a 400 horas de servicios a la comunidad y una multa de 500 dólares. Latasha fue disparada por la espalda, como se pudo ver en otro vídeo. La juez dijo: "Reconozco a un criminal con solo verlo y ella no lo es". 

Eso bastó para incendiar la ciudad. 

Vídeos no profesionales

El mérito del documental a día de hoy es que rescata imágenes de lugares insospechados, como bares o restaurantes, donde los afroamericanos angelinos estaban siguiendo los juicios. Se ven sus relaciones airadas cuando absuelven a los policías o reducen la pena a la tendera. 

En las entrevistas a la gente de la calle es donde están las mejores frases. Los afroamericanos se quejan de que si ellos hubiesen golpeado así al perro de un blanco estarían en la cárcel. Otro se queja de que cuando el presidente Bush, padre, vaya por el mundo obligando a los líderes mundiales a respetar los derechos humanos se van a reír en su cara. 

Los manifestantes se fueron directos a los cuarteles de la policía, pero las protestas se extendieron por toda la ciudad. En las imágenes, vemos cómo espontáneos interrumpen en las carreteras, tiran piedras a los coches conducidos por blancos. Se ven unas palizas igual de escalofriantes que la que recibió Rodney King. Golpean las cabezas con enormes piezas de mármol, a las víctimas, inconscientes, agonizando, les pintan grafitis en el cuerpo desnudo. 

También atacan y saquean las tiendas. Al día siguiente de la primera revuelta, muchos negocios amanecieron con la pintada "Propietario negro" para evitarse la destrucción del local. Por la mañana los saqueos fueron masivos. Y ya de gente que aprovechó las circunstancias para robar sin más. Algunos propietarios coreanos aparecen llorando viendo cómo vuela todo su stock en manos de la turba. A las pocas horas ellos tomaron las armas, los coreanos, y se apostaron frente a sus negocios. 

Pero los carteles que llevaban los manifestantes lo dicen claro: "No justice, no peace" (Sin justicia no hay paz) Muchos de estos vídeos tienen el valor añadido de que no son solo de medios, también de videoaficionados, lo que permite ver cómo prendió la llama en todos los rincones de la ciudad. En las protestas se repite el mismo patrón. Primero unas piedras a la policía, después cubos de basura a los escaparates. 

En poco menos de cuarenta y ocho horas, hubo veinte muertes y quinientos heridos. Los dueños de las tiendas aparecen en los vídeos defendiendo sus negocios desesperados, llorando. Igual que un policía, aunque por motivos distintos. Este dice que al menos en Vietnam podía devolver el fuego. Pocas horas después, el Ejército patrullaba las calls.

Al final tuvo que salir el propio Rodney King a pedir que cesara la violencia. Murieron más de sesenta personas. Pasado un cuarto de siglo, el trato de la policía a los afroamericanos no parece haber mejorado ni un ápice. 'LA 92', el documental, a veces incuso peca de video-clip o puede verse por momentos casi como una película de acción por sus espectaculares imágenes y preciso montaje. ¿Pero qué tratamiento dar a semejante locura? 

Y eso que dejamos para otra ocasión el destino de Rodney King, que demandó a la ciudad por 3,8 millones de dólares. Montó un sello discográfico, escribió un libro y volvió a ser detenido en repetidas ocasiones por violencia doméstica, por conducir borracho, acabó en realities y murió ahogado en su piscina tras una noche de alcohol y cocaína. Que Dios le bendiga. 

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