CASTELLÓ. Hoy en día hacen falta menos Bernardas, y más espacio para la libertad. La valenciana Paula Errando subirá este viernes al escenario del Paranimf de la UJI una adaptación del clásico La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, en la que borra de su historia a los personajes "opresores". Sin ir más lejos, desaparece la madre que da título a la obra.
La casa sin Bernarda quiere, esta vez sí, ser altavoz del deseo y preocupaciones de sus hijas, en quienes decide centrar la trama. Una versión contemporánea que, sin añadir ni una coma al texto de Lorca, da visibilidad a la entrada en la edad adulta de esas cinco jóvenes, al deseo de libertad, a la relación con la sexualidad, a la decisiones que nos convierten en adultas, al amor entre hermanas y a la sororidad entre mujeres.
Lorca creó en Bernarda una persona fría, dogmática, distante, tirana... que hizo todo en cuanto pudo para que sus hijas no se casaran y ni rompieran sus normas. Tras enviudar por segunda vez a los 60 años, decide pasar la próxima década en el más riguroso luto. Una situación que transfiere a sus hijas, a quienes prohibe salir de casa. Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela tienen que aceptar está realidad, además, en el marco de una España profunda donde el papel que la mujer desempeña ya es de por sí secundario.
"No es un spin off"
Fue precisamente la construcción tan totémica del personaje Bernarda lo que empujó a la valenciana a eliminarla de la trama. "Tenía mucho sentido recuperarla pero la madre, vista con nuestros ojos, puede resultar demasiado evidente, como un cliché de sí misma. Han pasado demasiadas cosas des del 36 hasta ahora y me costaba empatizar con ello". Ahora bien, aunque Bernarda no aparece en ningún momento en el escenario, sí lo están sus pensamientos. Unas ideas que ahora reproducen sus hijas. "La historia debía de avanzar. Por eso las réplicas de la madre debían estar en la obra, pero serán sus hijas las que las reproduzcan. De alguna manera, como hijas somos el legado de nuestras madres y es cosa nuestra decidir si queremos ser una continuación de ella o romper del todo y reivindicar quién queremos ser", señala Errando.
Y subraya: "La gente espera que esto sea un spin off, pero no lo es. Yo no me siento dramaturga, sino dramaturgista. Leí un artículo sobre nuestra obra de Andreu Gomila que decía que muchas veces volvemos a hacer los clásicos, pero sin revisarlos, simplemente por el hecho de que un clásico funciona. Él ponía en duda esto y de alguna manera es lo que yo reivindico. No solo como creadora, sino también como espectadora necesito hacerme preguntas nuevas y revisitar una historia".
La profesional, que empezó a trabajar en este texto hace un año y medio, propone de esta manera una adaptación en la que se respeta el texto de Lorca, si bien redistribuye algunas frases y elimina otras. La autora trata de abordar la emancipación y la lucha interna que las cinco hermanas -interpretadas por Júlia Barceló (Angustias), Judit Cortina (Magdalena), Mariona Ibáñez (Amelia), Alba Sáez (Martirio) y Emma Arquillué y Paula Jornet (Adela)- tienen por descubrir quiénes son.
"Adela, Martirio y Angustias ya estában muy definidas desde el original, sin embargo Amelia y Magdalena… bueno, Lorca da muy poca información y es difícil saber qué piensan o sienten. Pero, al repartir las réplicas de Bernarda entre los personajes, todos se enriquecen mucho y adquieren una dimensión más compleja. Eso las ha engrandecido y todas han ganado protagonismo", cuenta Errando, quien reivindica la dimensión que adquiere su espectáculo gracias precisamente al diálogo entre las hermanas, quienes deciden compartir sus inseguridades y abrirse sin la figura moralizadora de su madre interponiéndose.
"Todas reivindican su libertad, cuatro de ellas sin levantar la voz y una, Adela, lo hace en una guerra cuerpo con cuerpo. Para ella no existe ningún subterfugio, solo existe su instinto y la fuerza de su pasión".
El broche lo pone, en efecto, la puesta en escena. Las cinco hermanas están durante toda la representación encerradas en el patio de su casa. En la ficción, pasan en casa todo un verano. Y en ese tiempo, las actrices no abandonan en ningún momento el escenario. La casa sin Bernarda refleja sus dudas, cómo se reivindican, se envalentonan y se achacan.
La acción se sitúa, con todo, en los años 90, desde donde la valenciana imagina su adolescencia y colma la historia de algunas canciones y referencias de la época. "Era importante fijar un momento histórico para explicar que esta familia no ha dejado entrar el progreso y no se ha actualizado. Cuando Lorca escribió esta novela en el año 36 ya era una historia extraña. No era normal tener a cinco hijas encerradas ocho años. Se trataba de una familia que no había dejado entrar el progreso. Es más, cuando Lorca escribió el text todavía estábamos en la República y la gente gozaba de libertad. En este sentido, la trama se sitúa en los 90 pero la decoración de la casa es de los 60, de cuando el matrimonio se casó".
Entrance
La casa sin Bernarna es el primer espectáculo de la compañía Entrance, fundada por Paula Errando, Lola Errando y Mariona Ibález. Una compañía que nace desde cero para contar historias que no provengan "unicamente de un capricho personal o una decisión estética". Tras una gira por Cataluña y su parada en Castelló, esperan poder situar poco a poco el espectáculo por más espacios.