Hoy es 11 de octubre
A falta de poco más de un mes para las elecciones del 28M, sigue habiendo mucha calma. Todos se ven con posibilidades y, por tanto, se ven ganadores. Pero en el fondo hay tanta igualdad (a priori), que los partidos exhiben encuestas para demostrar su hipotética fortaleza, y, por tanto, victoria.
Veamos la situación por partidos. El PSPV y Ximo Puig han proyectado una campaña de perfil institucional. El President es su lema como resumen del hombre que le ha dado la vuelta a la Comunitat Valenciana, aunque en verdad haya otros dos partidos detrás. Puig pretende capitalizar el cambio, y también el futuro, haciendo gala, también, de las importantes transformaciones que han supuesto el nuevo ecosistema digital de Alicante o la futura llegada de la gigafactoría del Wolkswagen. En el seno de las filas socialistas hay bastante confianza por la reedición de un tercer Botànic. Sus encuestas, aunque no las airean, así lo atestiguarían, además de la valoración que tendría la figura del propio Ximo Puig, más allá de los bloques ideológicos. ¿Qué podría variar esas hoja de ruta? Pues que la campaña se españolizara; es decir, que se intoxicara con debates nacionales, y que los sondeos atestiguaran que Unidas Podemos no alcanza el 5%, y por tanto, no entra en las Cortes Valencianas y sin esa pata, no habría tercer Botànic.
Si se diera ese escenario, todos presenciaremos ese punto de inflexión, pues tanto en los socialistas como en Compromís, que se abalanzarán sobre el electorado morado con el argumento de la utilidad del voto. Si es escenario no se da, socialistas y valencianistas mantendrán sus hojas de rutas: retener electorado en el caso de Joan Baldoví y a explotar la figura del president, en el caso del PSPV, como garantía del cambio, la estabilidad y la mejora de la reputación de la Comunitat, según pregonan. En las últimas semana, en el seno de Compromís hay más confianza en repetir o, incluso, ganar escaños. Sus sondeos así lo certificarían.
El PP es quien más y mejor exhibe la posibilidad de cambio. Y así lo exteriorizan sus medios afines con las diferentes encuestas. Y es que para el PP son unas elecciones decisivas en la Comunitat Valenciana y, sobre todo, para el futuro inmediato del PP: no sólo le vale ser el más votado, sino que la suma con Vox debe darle. Y toda España está pendiente de ello.
El mensaje de Carlos Mazón se simplifica en dos ideas base: la dupla Puig-Sánchez hunde a la Comunitat y la rebaja fiscal como tabla de salvación a los sectores productivos y clases populares. Habría que ver si las arcas de la Generalitat se pueden permitir una rebaja de 1.700 millones como propone Mazón con los problemas financiación que tienen, y que no tiene visos de solución a corto plazo. Mazón es quien más necesita confrontar con el Botànic y quién más necesita que los debates nacionales -inversiones estatales, agua, ley de sólo si es sin,...- se cuelen en la campaña. Funcionen o no esas ideas bases, por el momento, el PP muestra encuestas -algunas más justas- que le darían los números.
Aunque esos mismos sondeos siguen mostrando la fortaleza de Vox, falta ver si pulso se mantiene como en 2019, cuando coincidieron las elecciones autonómicas con las generales. Es verdad que esta vez, los de Abascal presentan más listas locales, pero también es verdad que sus estructuras se han visto más dañadas por la continua fuga de militantes, cambios de dirigentes locales y vaivenes con los candidatos. A Vox sólo le vale ser decisivo en la futura composición de un Gobierno con Mazón; todo lo que no sea eso, será tener un papel menor, como en Andalucía. Hace cuatro años, los ultraconservadores mostraron mucha fuerza en las generales y autonómicas, pero se desfondaron en las locales. Es verdad que esta vez ha optado por candidatos más convencionales. A tener en cuenta.
Unidas Podemos también ha mostrado encuestas para lanzar el mensaje de que sigue siendo decisivo para un posible III Botànic. Esta vez, Podem y Esquerra Unida han mostrado generosidad para un pacto que no solo alcanza las listas autonómicas, sino también las locales y que muestran cambios importantes. A diferencia de otras ocasiones, podríamos decir que las bases se han movido con más agilidad que las direcciones, allí donde ha sido posible. Los pactos locales han ido más rápido que los autonómicos. E incluso, en algunas ciudades han incluido a Compromís. La gran incógnita de este 28M es la capacidad de movilización de ese electorado, que será clave para un III Botànic y para apuntalar algunos gobiernos bipartitos o tripartitos. Todos busca(rá)n explotar la figura de Yolanda Díaz, aunque las elecciones no van con ella. Su partida empieza tras el 28M.
Ciudadanos busca la machada de entrar en las Cortes Valencianas, algo que ninguna encuesta avala. Puede ser decisivo si mantiene la representación en algunos ayuntamientos, pero todo hace indicar va a perder mucho poder municipal.
Y más allá de eso, de la situación y estado de cada partido, los ejes parecen claros: campaña nacional vs campaña en clave valenciana, y III Botànic, o cambio. Pero en un segundo plano, hay otros ejes que puede ser decisivos dentro de la igualdad que exhiben esos sondeos, y con los que los partidos intentan exhibir fuerza: la participación: esta vez, las elecciones son autonómicas y locales, y por tanto, probablemente será menor que en 2019; cómo se moverá el voto de los jóvenes entre 18 y 25 años, segmento clave y sin tantos prejuicios ideológicos como otros sectores; el voto dual, el voto local suele ir en consonancia con el autonómico en la mayoría de los casos; otro caso diferente es el voto nacional. Y todo ello, como he dicho antes, con las direcciones nacionales y el Washington/Madrid pendiente de lo que pase en la Comunitat. Por mucha encuesta que exhiban, los movimientos de cada uno los va a delatar.