No tienes futuro. No existe futuro en la precariedad. Solo presente. Hay urgencia. Hay necesidad de salir de la mierda. Hay cansancio y desesperación. Frustración también. No quieres que te hablen de sesudos ensayos sobre el poder del pueblo. Llegas a casa y quieres algo fácil. Telecinco. No quieres que te hablen de cine de autor. Quieres una película que no te haga pensar mucho y sobre todo una película en la que ganen los buenos. Aunque sea durante dos horas sentir que ganarán los buenos, que es posible escapar de tus problemas como sale Julia Roberts de los suyos. Como sale Vin Diesel a hostias si hace falta. Con quien sea. ¿No sabes lo que hacen los escorpiones si los rodeas de fuego? Se clavan su propio aguijón. ¿Has oído el chiste ese de los dinosaurios que votaron al meteorito? El miedo es un mal amigo. Los asustados disparan a la oscuridad. Sin saber a qué o a quién. Miedo en cada periódico, televisor, locutor de radio, cafetería. Votaste a Podemos. Votarás a Vox. Ni siquiera sabes cuáles son sus programas. No es incoherencia política. Eres un puto escorpión. Cada vez estás más atrapado. Decían que era una vergüenza ser mileurista. Hace siglos. Hoy es, a veces, un milagro. Un milagro tener un sueldo decente. Un milagro un contrato fijo. Suben los pisos. Asumes que vivirás de alquiler, que los tiempos ya no son los de tus padres. Suben los alquileres. No sabes si ahora debes asumir vivir en un cajero o qué tienes que asumir exactamente. Sientes que tu vida es provisional. Que estás de paso en la precariedad. En ese hacer cuentas para que todo cuadre. Y que no cuadre. En ese dejar tus sueños en stand by. Mientras tanto. Durante un tiempo. Hasta que todo vaya mejor. Porque en breve todo irá mejor… Pero son demasiados años ya y nada cambia. Nos dejamos robar el futuro. Vivimos al día. Pero no era así como lo imaginabas, ¿verdad? Vivir al día nunca significó no saber si mañana podrás pagar el alquiler o la factura de la luz. No quieres que te hablen del poder de la educación y la información. No tienes tiempo ni ganas de leerte cinco periódicos con titulares distintos, a veces contradictorios. No tienes tiempo de pensar, de cribar, de asumir la complejidad. Necesitas aferrarte a algo fácil: un eslogan, un equipo de fútbol, una bandera, una cruz, un odio. Algo sencillo que no te haga pensar, que te guíe entre tanta complejidad. Que te deje claro quiénes son los tuyos y quiénes los enemigos. Pensar cansa. Antes existía la censura. Con internet la censura es difícil. Ahora nos anulan con la sobreinformación. La posverdad: como no es posible nadar entre tantas “verdades”, escoge una y siéntate en el sofá tranquilo a ver Gran Hermano, cualquier mierda que te haga olvidar la tuya. Las miserias que te rodean. Porque te robaron el futuro. Te dejaron en la urgencia, en el hoy eterno sin capacidad de reacción. Te dejaron las ansias de venganza y la incapacidad de saber contra quién empuñar el bate. La bilis buscando algo que golpear: un inmigrante que me roba una mierda de puesto de trabajo que ni siquiera quiero; una mujer a la que no puedo casi ni mantener hiriendo por ello mi orgullo de macho; un catalán que no respeta a los reyes del que fue un Imperio aunque ahora ese rey en horas bajas se piense si ir al bar tras el trabajo porque los cubatas son demasiado caros y los niños necesitan material escolar; un español que no respeta el catalán, mejor nos iría si nos separáramos de España, de Europa, del mundo: de quien sea si me prometen que me irá mejor; un facha de Vox que nos quiere robar los derechos; un comunista de Podemos que nos quiere robar los chalés; un puto madridista; un puto culé… ¿Qué más da a quién? Golpear a alguien porque las ollas necesitan soltar aire o explotarán. Y no quieres explotar. Nadie quiere explotar. Y te aferras a cualquier promesa de cambio, venga de donde venga. Trump. Brexit. Bolsonaro. Independentisme. Con Franco estábamos mejor. Viva España, Visca Catalunya y los colores de sus banderas que curan el cáncer si te los frotas por la chepa…
Y mientras el sistema sigue oprimiéndote y los ricos son cada vez más ricos, Sálvame en tu televisor. Que para un rato que ves la tele, pues ponte algo que no te haga pensar…