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los préstamos aún no alcanzan los números previos a la pandemia

Las bibliotecas públicas no se suman a la fiebre por el libro

9/03/2022 - 

VALÈNCIA. La fiebre lectora que está viviendo España desde el confinamiento de marzo de 2020 no encuentra su réplica en las bibliotecas públicas de València. Así lo reflejan los datos de préstamos y carnets de 2021, a los que ha tenido acceso este diario. Los índices de lectura y compra de libros durante este periodo llaman al optimismo, y los eventos como las ferias de libros o las presentaciones gozan de una salud que nadie del sector contradice. Desde el encierro, según datos del informe de hábitos de lectura de 2020 del Gremio de Editores de España, se disparó un 7% el número de lectores frecuentes (semanales) —del 50% al 57%—. A final de año, tras el confinamiento, los índices se moderaron, pero acabaron reflejando igualmente un incremento de un 3% de lectores frecuentes y 30 minutos de tiempo medio de lectura semanal, hasta las 7 horas y 25 minutos.

Mientras eso ocurría, las bibliotecas desplomaban sus datos por las restricciones que dificultaban el funcionamiento normal de casi cualquiera de los servicios que ofrecían, si bien se impulsó la plataforma e-biblio, sobre todo durante los meses de confinamiento. Las medidas sanitarias que han funcionado hasta bien entrado 2021, limitaban el préstamo, pero sobre todo la experiencia en el espacio público de la biblioteca, al no poder hojear ni tocar los libros. Paralelamente, se lanzó un mensaje de rescate a las librerías ante la fragilidad en la que quedó el pequeño comercio tras los meses de cierre forzado. Una petición que fue respondida masivamente, y en València encontró como gran aliado el proyecto Sentim les llibreríes que “fue determinante para el año”, según relataron entonces responsables de diferentes comercios independientes a este diario.

Foto: EDUARDO MANZANA

2021 parece haber mantenido esta tendencia y, si bien los datos de las bibliotecas públicas van volviendo a coger músculo, aún no han alcanzado niveles previos a la pandemia. Las bibliotecas valencianas gestionaron, en 2019, 318.028 préstamos, una cifra que se redujo a más de la mitad hasta los 151.459 en 2020. Con los datos de 2021 recién cerrados, la tendencia vuelve a ser creciente, hasta los 214.426, pero no recupera ni siquiera un 50% de lo perdido en el año anterior. El número de nuevos usuarios de bibliotecas sí ha ido creciendo: de 94.854 que había en 2019, en 2020 apenas subió en 3.919 usuarios y durante el año pasado el ritmo subió con un incremento de otras 5.313 personas, lo que dejan un dato actual de 104.126 usuarios y usuarias. El Ayuntamiento matiza que caben dos puntualizaciones: la primera, los préstamos se han alargado de 15 días a un mes, haciendo que la gente pueda disponer de más tiempo para tener el libro y eso se habrá traducido también en una bajada de estos al haber menos renovaciones; segundo, a estos datos les faltaría sumar los digitales, aunque según el informe de hábitos de lectura, no ha habido un incremento significativo y sostenido de lectores y lectoras en soporte electrónico desde 2019 (de 29,1% al 29,4%).

El libro, ese objeto que compré y descansa en el armario

En todo caso, el incremento de carnets no puede ni comparase con el ritmo de compra de libros que ha experimentado el sector del libro en 2021. Cegal habla de un incremento de un 20% en ventas, un “año histórico”, pero los índices de lectura, que siguen en alza, ha crecido a un ritmo de un 0,4% (en la Comunitat Valenciana, un 0,8%, aunque sigue por debajo de la media estatal). No tienen por qué tener co-relación estos dos índices, ya que las compras y las lecturas son dos procesos diferentes, pero el contraste sí que da a entender que la fiebre por el libro aún va a ritmos diferentes; y parece que, a pesar de un mayor interés despertado durante estos meses por el papel, el tiempo libre y la saturación de contenidos culturales provoca que se le acumule el polvo a las compras que se han quedado en la estantería o en la mesita de noche.

Con todo esto, las bibliotecas no han sabido subirse a esta ola, que parece un cambio importante de tendencia, tras encadenar casi una década de crisis. Esto es importante, por son las instituciones públicas que se encargan del acceso igualitario a este bien cultural. Que estos centros no se conviertan en meros centros de estudio y silencio depende también de que sepan recoger a los nuevos lectores.

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