Dice el hinduísmo que la realidad está cubierta por el Velo de Maia, una ilusión de nuestros sentidos que nos confunde. Una especie de Matrix que nos mantiene entretenidos y equivocados durante toda nuestra vida. Donald Trump no es hinduista, que yo sepa, pero está de acuerdo con ello. El 20 de enero de 2017, en la ceremonia de toma de posesión de la presidencia, su secretario de prensa dijo que era “la más atendida de la historia”, lo que extrañó a todo el mundo pues tanto las fotos del evento como los datos al respecto, e incluso la poca afluencia en los buses de la ciudad, desmentían esa grandilocuente calificación. Los periodistas pusieron en duda sus palabras acusando al gabinete de mentir y la consejera presidencial Kellyanne Conway dijo que no había falsedad en las palabras del secretario de prensa, sino “hechos alternativos”. Como dijo Donald Trump a sus votantes: lo que veis y leéis no es lo que está ocurriendo.
En el siglo XXI, gracias a los populismos, la física cuántica ya ha llegado al mundo macroscópico. Si Einstein decía que la realidad física dependía del punto de vista y la ley de indeterminación de Heisenberg demostró que los elementos subatómicos podían alterarse por el solo hecho de ser observadas, Donald Trump llegó más allá: depende de quién mire, los hechos son unos u otros. Como ya le había enseñado su antecesor George W. Bush con la teoría de las armas de destrucción masiva de Schrödinger, que existen y no existen en Irak al mismo tiempo, la realidad es una cuestión de lo que le sale de las pelotas (perdonen la expresión, pero me parece que contiene los matices exactos que busco) a los poderosos, que no solo son los políticos como parecemos a veces creer, sino todos esos lobbies, empresas y bancos que los tienen a sueldo...
A lo que vamos: Ayer, hablando sobre la invasión de Ucrania, pregunté en clase de bachillerato de qué ideología era Putin y la mitad de los estudiantes respondieron que comunista. Después pregunté de qué ideología era el presidente de Ucrania y varios de ellos me dijeron que era neonazi. No me extrañó: los mecanismos de propaganda de Putin han extendido que Zelenski es nazi, a pesar de su origen judío. También que llegó al poder por un golpe de Estado cuando los datos dicen que ganó las elecciones de 2019 por una gran mayoría. El judío nazi golpista que mata rusos en Ucrania no es un hecho falso, sino un “hecho alternativo” que diría su amigo Trump.
Hasta ahí todo bien, de esos rusos mafiosos y malísimos que salen en las películas de Hollywood de los noventa nos lo esperamos todo. Pero la realidad alternativa de que Putin es comunista no ha sido difundida por rusos sin escrúpulos con cicatrices en la cara sino por españoles, de hecho, los más españoles de todos según la escala scoville de patriotería. A solo un click de distancia descubriremos que el partido de la oposición en Rusia es el partido comunista. ¿Es posible que Putin sea él mismo y su propia oposición? Si la luz es onda y partícula, ¿por qué no puede ser posible? Eso es lo que piensan dos mente científicas como las de Rafael Hernando y Toni Cantó, ambos del PP cuántico. Contra toda evidencia y datos y políticas concretas, ahora Putin es comunista. Es el “hecho alternativo” de la derecha española, cada vez más trumpiana. Por ello el ABC publica noticias vinculando a Putin y el comunismo; y periódicos (por llamar de alguna forma a estos panfletos al servicio de sus amos) como LibertadDigital u OKdiario lo tachan directamente de comunista, dando la sensación de que sus periodistas son verdaderos lerdos en política internacional. O unos cínicos sin la más mínima ética personal y profesional que mientras en ucrania muere gente ellos sacan cuentas de cómo utilizar a los muertos en su asqueroso beneficio. Porque hay cosas que pueden verse desde diferentes perspectivas, eso es cierto. Pero esta no tiene vuelta de hoja: Putin NO ES COMUNISTA. De hecho sería más correcto decir que es un ultranacionalista derechista nostálgico de tiempos imperiales.
Y por esto mismo me dan pena todos esos españoles de su misma ideología -salvapatrias marcapaquetes chupabanderas vivaPelayoyFrancoylacabradelalegión- que de pronto han tenido que renegar de Putin -la quintaesencia de sus ideología nacionalista, el líder al que admirar e imitar, el macho ejemplar del mundo de las ideas de Platón- como estrategia política. El pobre Abascal sin ir más lejos, gran admirador de Putin y de sus formas como ha demostrado en muchas ocasiones (a un click lo tienen) y que incluso retuiteó estas palabras de paz y amor del presidente ruso: ”Os iremos a buscar al fin del mundo y, allí, os mataremos”, ahora tiene que renegar de él como Pedro de Jesucristo y acusarlo de comunista. ¡De comunista!
Pero debe hacerlo. Cualquier cosa debe ser aprovechada para hundir a Podemos, al coletas ese que come niños y a Yolanda Díaz. Incluso renegar de su amado Putin. Incluso vincularlo con el comunismo.
Imagino a Santiago Abascal llorando amargamente por las noches, despertándose entre cantos de gallos imaginarios y una voz que le susurra: ¡antes que cantarrr gallo tú negarrrme trrres veces!
Pobre Abascal, pobre derechita valiente. Estoy yo también que no duermo pensando en lo que debe de estar sufriendo este pobre hombre.