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el billete / OPINIÓN

Las buenas noticias

28/06/2020 - 

La peor noticia económica de esta semana, entre un aluvión de datos deprimentes, ha sido que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha empeorado su pronóstico de 2020 para España. Prevé una caída del PIB sin precedentes, el 12,8%, cuando hace solo dos meses la previsión era de un 8%, que ya era para echarse a temblar. La buena noticia es que se puede reconducir en parte la delicada situación de la economía española y que está en nuestra mano, en la de todos, que ese y otros negros augurios queden como las peores previsiones de la historia que nunca se cumplieron. No sería la primera vez.

Una primera medida en clave psicológica sería no pintar el futuro tan oscuro. No meter miedo innecesario a la gente, porque el miedo paraliza y en economía eso significa menos gasto y menos inversión, con el resultado de lo que se conoce como 'profecía autocumplida': uno cree que la economía va a ir tan mal, que toma decisiones que agravan la situación y provocan que la economía acabe yendo tan mal como se había previsto.

No se trata de ocultar que miles de familias están pasándolas canutas, que Cáritas está desbordada atendiendo a más gente "no habitual" que nunca, que el dinero de los ERTE no ha llegado a todos y que hay sectores económicos que tardarán en levantar cabeza. Pero cabe destacar que la economía se ha vuelto a poner en marcha, que va recobrando el pulso; que los bancos esta vez están por la labor de apoyar a las empresas, de esperar en lugar de darles la puntilla; que hay un colchón gubernamental, y que viene una inyección de dinero público procedente de Europa que también ayudará.

Foto: ROBER SOLSONA/EP

Cabe destacar también que la inmensa mayoría de los españoles ha conservado su sueldo. Lo han conservado los 2,6 millones de funcionarios y empleados públicos, los 9,7 millones de jubilados y los 16 millones de trabajadores del sector privado, incluidos los tres millones y medio afectados por un ERTE de fuerza mayor –ahora quedan 1,9 millones en esa situación–, que en su mayoría siguen cobrando su sueldo aunque sabemos que no a todos les ha llegado a tiempo. Quienes hemos conservado el sueldo, además, hemos ahorrado por castigo, pues era imposible gastar al ritmo que lo hacíamos antes.

Decirle todos los días y a toda hora a las más de 28 millones de personas con un sueldo –y a sus familias– que esto se hunde –cuando no es verdad, es una sucesión de datos negativos, pero esto no tiene punto de comparación con el hundimiento de 2008– es invitarlas a no gastar y, en el caso de los empresarios, a no invertir. No gastar en comercio y no gastar en turismo, que son dos pilares de la economía española, de la microeconomía de la que viven millones de familias, como ha señalado el Banco de España al analizar por qué aquí las previsiones son peores que en los países de nuestro entorno.

Es preciso, pues, rescatar el comercio y el turismo, pero no con dinero público porque es insostenible. Los ERTE por fuerza mayor fueron un gran acierto, y su prórroga, necesaria, igual que las ayudas a los autónomos, pero el verdadero rescate no va a venir del erario sino del gasto privado de quienes nos podemos permitir ir de compras, de cena y de vacaciones. De vacaciones por la Comunitat Valenciana y por España, naturalmente.

Lo mismo cabe decir del plan keynesiano europeo, cientos de miles de millones de euros que deben destinarse a ayudar a los sectores productivos a crear empleo y no a engordar la administración, porque la base de la economía capitalista en la que vivimos es un sector privado fuerte que recupere los puestos de trabajo que se han perdido o han quedado en suspenso. De nada vale subir los impuestos si quienes tienen que pagarlos son cada vez menos o están debilitados. De poco sirve dar ayudas a empresas que no pueden salir adelante porque previamente las has freído a impuestos cuando necesitaban un respiro. En esa reconstrucción tienen mucho que proponer las comunidades autónomas, que conocen la herida por la que sangra su economía.

Los ministros Díaz y Escrivá, con los agentes sociales. Foto: MINISTERIO DE TRABAJO

De la crisis no nos va a sacar el Gobierno, eso nunca ha ocurrido; de la crisis nos va a sacar la iniciativa privada, que ya demostró en plena pandemia que sabe arrimar el hombro. Pero la ayuda del Gobierno es imprescindible y, en este sentido, cabe destacar el clima de colaboración que se está generando, primero con empresarios y sindicatos, luego con las CCAA y ahora parece que también con la oposición para acertar con las medidas económicas. El Gobierno ha acertado cuando ha escuchado y se ha equivocado cuando ha tomado decisiones sin consultar a nadie. Igual ocurrió con la gestión de la crisis sanitaria.

Entre tantas malas noticias, destaquemos las buenas. Cada vez más empresas recuperan la actividad, el número de afectados por ERTE desciende, los datos del paro que saldrán el jueves serán mejores que lo esperado, la gente se queda en España a pasar sus vacaciones… 

Del déficit y la deuda hablamos otro día, que me estropea la columna y hoy me he levantado optimista.

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