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DEF CON DOS, UNA NUEVA VÍCTIMA

El largo historial de censuras del PP valenciano 

Xavi Castillo, las imágenes de la Unió de Periodistes, una exposición de desnudos, el PP valenciano se ha destacado por su querencia por la prohibición

2/10/2015 - 

VALENCIA. El pasado 27 de julio el diputado de Cultura de la Diputación de Valencia, Xavier Rius, recibió en su despacho a Romà de la Calle. La visita del catedrático tenía un sentido especial y fue divulgada por la propia corporación como un “acto de desagravio” con el que fuera director del Museo Valenciano de la Ilustración.  Romà de la Calle dimitió hace cinco años como director del MuVIM tras la censura política aplicada a Fragments d’un any, la exposición organizada por la Unió de Periodistes.

El motivo de la censura fue la aparición de imágenes relacionadas con el caso Gürtel, y muy especialmente una fotografía en la que se podía contemplar a el ex presidente de la Generalitat, Francisco Camps, el ex vicepresidente Vicente Rambla y el ex portavoz Ricardo Costa, abrochándose sus trajes. Una imagen que en el contexto, en medio del famoso juicio del caso de los trajes, despertaba la ironía. De La Calle, indignado, decidió dimitir del cargo y provocó una nueva crisis que evidenciaba los problemas que ha tenido el PP valenciano para gestionar la libertad de expresión.

No fue la única censura que padeció De la Calle. En el transcurso de la reunión con Rius, el catedrático entregó al diputado dos de sus últimos libros: Memoria y desmemoria del MuVIM, el libro de ensayo más vendido en la pasada Fira del Llibre de València, y Memoria y diálogos de taller. La trayectoria escultórica de Ángeles Marco (1947-2008). Sobre este segundo ejemplar, editado por la Universitat Politècnica de València, Romà de la Calle explicó que “fue relegado a un cajón de la Institució Alfons el Magnànim, fue censurado esperando que jamás viera la luz, y,sin embargo, aquí está”.

A lo largo de las dos últimas décadas de presencia del PP en las instituciones valencianas se han repetido periódicamente los conflictos por la libertad de expresión. Un largo historial de exposiciones censuradas, mutiladas, prohibidas, de conciertos vetados y de artistas condenados, se han sucedido aunque desde el PP negaban que existieran listas negras. Como ironizaba hace una semanas el percusionista valenciano Jesús SalvadorChapi, no existían listas negras, no; "existían listitas grises". Él mismo, por ejemplo, jamás actuó en su pueblo natal, Rafelbunyol, pese a ser un habitual en auditorios de todo el mundo. Y no lo hizo hasta este verano, cuando la coalición formada por el PSPV y la agrupación local IdRa accedió al poder y le dio la vara de mando al joven socialista Fran López.

Xavi Castillo, el más perseguido

Otro tanto puede decir el cómico Xavi Castillo, uno de los más populares de la Comunitat Valenciana, que fue anatematizado y censurado personalmente por el ex presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, quien le vetó en su pueblo e inició una campaña de acoso y derribo que, como dice el adagio, no mató a Castillo sino que le hizo más fuerte. Numerosos alcaldes del PP obedecían a Rus, entonces barón territorial y que con el tiempo sería presidente de la corporación, y no le contrataban. Pero mientras, a sus espaldas, lo hacían asociaciones, colectivos, festeros, comisiones falleras...

Eso fue en 2004 y la presión continuó durante los siguientes años. En 2006 fue retirada una caricatura de Eduardo Zaplana en su cartel de El extraño viaje en el teatro Arniches de Alicante. A partir de ahí, los espacios públicos le estuvieron vetados. En algunos casos, como comentaba el propio artista hace ahora un mes, bajo la figura de "cuestiones artísticas". "Me decían que no me contrataban por ‘criterios artísticos'. Están en su derecho, pero bueno". Otros, como RTVV, optaron por omitirle. No existía. No era el único. De hecho censurar a cantantes y actores por su filiación política fue una práctica habitual en Ràdio 9 y Canal 9. Algunos jefes de Informativos se destacaron especialmente por su habilidad para ello, encontrando toda clase de excusas.

A pesar de eso Castillo, como otros muchos artistas, se fue haciendo cada vez más popular, sus espectáculos llenaban y su página web era una de las más seguidas. El cambio político ha supuesto el regreso a la normalidad y en su caso fue contratado por el ayuntamiento de Sagunto como parte de la programación adicional del festival Sagunt a Escena.

19 años vetando sin tapujos

Uno de los primeros acto polémicos de censura artística tuvo lugar en 1996, cuando la entonces alcaldesa Rita Barberá ordenó la retirada de una exposición de Teresa Arcos en la capital del Turia por retratar imágenes familiares con los personajes desnudos. Entonces se esgrimieron toda clase de excusas sobre el contenido sexual de las imágenes, un significado que nadie vio en ellas.

Tres años después se vivió otro episodio similar en el Centre Cultural La Beneficència. Importantes dirigentes del PP presionaron al entonces presidente de la Diputación de Valencia, Fernando Giner, para que censurara una muestra de Robert Mapplethorpe que había impulsado el actual presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Manuel Muñoz. La discusión llegó a tales niveles que tuvo que intervenir el propio Zaplana y se llegó a una solución de consenso que, como suele suceder, no contentó a nadie. En aquel caso se creó una sala paralela ‘sólo para adultos’ con las imágenes de mayor contenido sexual, en una decisión que provocó airadas críticas.

Dos años después el fotógrafo Toni Sanchis tuvo que retirar retratos de su muestra en el Museu de les Arts i les Ciencies porque el gobierno valenciano le censuró las imágenes de los socialistas Joan Lerma y Antoni Asunción. Y en 2005 se retiró un cartel del Observatori por orden del entonces conseller, Alejandro Font de Mora, porque se consideraba que ofendía a los creyentes de diferentes religiones. La censura fue de hecho práctica habitual para el PP hasta sus últimos días en el gobierno. El pasado 2 de mayo el Ayuntamiento de Valencia eliminó a manguerazos 70 fotos de grandes dimensiones que formaban parte de una intervención de arte público en el Cabanyal. Las imágenes fueron borradas horas antes de que la ex alcaldesa Rita Barberá hiciera su visita preelectoral al barrio. En aquella ocasión Barberá aseguró que el plan del Cabanyal, que incluía la prolongación de Blasco Ibáñez, se iba a realizar. Semanas después Barberá perdería con estrépito las elecciones y llegaría el famoso: ‘¡Qué hostia, qué hostia!’.

Los que no censuraban, excepciones

La censura ha formado parte pues de la relación del PP con el arte y la cultura. Música, fotografía, pintura, no ha habido manifestación artística que no haya sufrido en alguna ocasión las tijeras de la formación conservadora en la Comunidad Valenciana. Ciclos de la Filmoteca como el dedicado a la guerra de Irak, que se salvó porque se trasladó a la Universitat, programas de televisión, cantantes, a los dirigentes populares cuando algo les incomodaba directamente lo vetaban. Excepciones hubo. Así, la ex consellera Trini Miró, por ejemplo, se negó a censurar un ciclo de cine gay y transexual en la Filmoteca, que se había organizado con Lambda, pese a las presiones que recibió de personalidades como el ex presidente de les Corts, Juan Cotino. Fue relegada a diputada rasa en la siguiente legislatura. 

Curiosamente, la única vez que el PP se ha mostrado a favor de la libertad de expresión públicamente fue este verano, con motivo de la supresión del concierto del cantante estadounidense Matisyahu. Criticado por su defensa de la política de Netanyahu hace veinte años, el festival Rototom canceló por la presiones y después recuperó su actuación. El concierto contó la asistencia del ex conseller de Economía, Máximo Buch, que incluso se fotografió con Matisyahu al final del mismo.

Pero este jueves el PP valenciano volvió a las andadas y regresó al discurso de la censura, del veto, y aunque no tiene poder ha querido dejar su impronta. Ahora su objetivo es prohibir un concierto en un colegio de Def Con Dos por una cuestión judicial del cantante aún sin juzgar y de paso impedir la actuación de La Gossa Sorda con argumentos tan peregrinos como que el cantante, Josep Nadal, es diputado de Compromís, cuando se trata de uno de los grupos de referencia de la escena musical en valenciano con décadas de carrera y que ha sobrevivido todo este tiempo pese al ninguneo administrativo que ha sufrido los últimos veinte años.

La andanada lanzada por los populares de El Verger fue recogida con sumo agrado por el ex vicepresidente José Císcar, el que defendió el cierre de RTVV en Les Corts, y la actual presidente del PP de la Comunidad Valenciana, Isabel Bonig. El primero no tuvo reparos incluso en elevar el asunto a Les Corts, pidiendo la presencia del conseller Vicent Marzà en el parlamento valenciano para que diera explicaciones. Una actitud que se contrapone con la de otros ayuntamientos populares como el de Plasencia que no han tenido reparos en contratar a Def Con Dos. No en vano son el grupo por excelencia de la escena rap española. Algo que en el PP valenciano ni saben ni les importa. Para ellos es sólo otra muesca más en su escopeta de censura. Pura escopeta nacional.

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