El cineasta valenciano presenta 'Sedimentos' en La Mostra
VALÈNCIA. Lena. Alicia. Cristina. Tina. Saya. Yolanda. Ellas son las protagonistas del nuevo proyecto audiovisual del valenciano Adrián Silvestre. Son ellas quienes nos guían a través de un viaje que va más allá de clichés y generalizaciones (aunque también se enfrentan a ellos). Ellas son seis mujeres trans. Ellas, en definitiva, son. La Mostra de València estrena este miércoles en los Cines Babel (19 horas) Sedimentos, un documental que plantea un viaje (literal y emocional) a un pequeño pueblo leonés, una travesía que reúne a seis mujeres que comparten con el espectador algunas de sus inquietudes, sueños y preocupaciones. No todos, por supuesto, pero sí lo suficiente como para hacer una fotografía que, en realidad, es más bien un collage. Un collage de sensibilidades, vivencias, realidades y perspectiva de futuro, un collage que quiere dibujar las individualidades de lo trans. Sin simplificaciones, sin prejuicios, sin miedo al error.
Y es que, cuando uno se enfrenta, especialmente en los tiempos convulsos que corren para el colectivo, a un documental de estas características, en muchas ocasiones espera encontrar respuestas claras y concisas, una suerte de libro sagrado que sirva de guía. Sin embargo, en Sedimentos no las encontrará. Y de eso se trata. Porque, a pesar de que muchas veces se exija al colectivo la excelencia constante tanto en su comportamiento como en su discurso, el documental deja a un lado el relato base para sumergirse en un mundo de dudas, contradicciones y batallas internas. En definitiva, a una individualidad que pasa tanto por la personalidad de cada una como por sus vivencias. No hay dos vidas iguales y tampoco deberíamos esperar lo mismo en el colectivo trans.
"Si algo se ve en la película es que son absolutamente individuales. Categorizar o generalizar con respecto a un grupo o colectivo, pensando que van al unísono o que hay un consenso, es un gran error. Y esto se ven la película. La falta de consenso es muchas veces en la médula ósea de la película, la falta y también cómo llegan a él, a través del cariño o del sentido del humor", relata el director en conversación con Culturplaza. Silvestre presentará junto con Lena, Yolanda y Saya la cinta en València, días después de haber ganado el premio a Mejor Documental en el Festival Cinespaña de Toulouse. Estrenado en el Festival de Málaga, el documental acompaña a esas seis mujeres en un viaje en el que, gracias al trabajo previo de Silvestre, uno no se siente un intruso, sino una más en la excursión, un trayecto en el que se desarrollan unas relaciones que brillan por su sinceridad, aunque a veces enfrente a las protagonistas.
De manera intencionada o no, es Cristina quien acaba siendo en cierta medida la gran protagonista del relato, en tanto que ‘antagonista’ del resto del grupo, una mujer que inició su transición una vez alcanzada la cincuentena y que todavía vive con un cierto conflicto las cuestiones en torno a las etiquetas o su visión sobre el feminismo, un prisma que la aleja del grupo mayoritario y que marca en cierta medida la conversación global de la cinta. Son distintas y no pasa nada. “Me interesa mucho más plantear preguntas que ofrecer respuestas. Esto no significa que no pasemos por una serie de ideas, aprendizajes. El cine nos ayuda a ponernos en la piel de otras personas y lo interesante es eso, hacernos otras preguntas y que los espectadores busquen las repuestas. No quiero hacer un cine aleccionador”.
Pero el documental no sería lo que es sin el trabajo previo realizado por el director, un proceso de cinco años en el que ha cocinado un clima de intimidad con el grupo de mujeres que participa que solo se puede hacer con tiempo y mimo. "El rodaje una prolongación de nuestra relación colectiva", relata Silvestre, quien ha contado también con mujeres trans en el equipo técnico de la cinta. Confianza es una de las palabras clave en un relato que transcurre de manera orgánica, sin presión, en el que el ritmo lo marcan las propias protagonistas, unas relaciones naturales que se desarrollan de manera fluida y, a veces, torpe. Como la vida misma. "En mis películas siempre juego con los límites de la realidad y la ficción, mi zona de confort es ese híbrido. En este caso, como consecuencia de este proceso de investigación con personas reales, al final vi la necesidad de huir de la ficción. Por una cuestión ética vi la necesidad de no forzar situaciones, no escribir diálogos, de no hacerles comportarse de una manera en la que se comportarían en su vida. Vi claro que esto era un documental".
Aunque la película ha sido cocinada durante cinco años, y, de hecho, se rodó antes de la pandemia, su estreno llega en un momento clave para el colectivo, en el que la Ley Trans se ha convertido en el centro del debate, un avance en el terreno legislativo que ha derivado, también, en una batalla política que ha dejado escenas vergonzantes. “Ojalá que las personas que, por una cuestión de ignorancia o falta de contacto [con esta realidad], pueda ver esta u otras películas como esta para tener un poco más de información antes de opinar. Si la gente pudiera hacer el viaje que yo he hecho con ellas, el viaje interior, otro gallo cantaría”. Entre tanto ruido, ellas son Lena, Alicia, Cristina, Tina, Saya y Yolanda