VALÈNCIA. Se dice siempre que el factor sorpresa reside en la novedad, en esa ilusión por lo desconocido y en la idea de enfrentarse a los nuevos escenarios. Parte de esta magia está también en las miradas, que son las que tienen que descifrar todo según qué tipo de arte. A través de la visión digital, artista y fotográfica cuatro artistas nos descubren su mapa de València, ciudad que habitan y que son capaces de ver de cero con nuevos ojos cada vez que se enfrentan a un nuevo proyecto, como si vieran la ciudad desde la perspectiva de un turista. Estos creativos son: Raúl Tornero, Vir Palmera y el dúo conformado por Daniel Rueda y Anna Devís. Todos ellos la perciben y la saben reinterpretar, desde el centro hasta la periferia. Un mapa creativo por el que pasear y, sobre todo, dejarse sorprender.
Arquitectura y magia digital
El dúo creativo de Daniel Rueda y Anna Devís viene de la arquitectura, pero se dedica a la fotografía. Ese juego entre ambas líneas es el que logra que se enfrenten a “los edificios de siempre” con una nueva mirada. En cada pequeño paseo rescatan nuevas líneas (jamás observadas) sobre los recortes cromáticos y simétricos de València: “La reflexión de nuestro trabajo es una combinación entre fotografía y arquitectura: una localización y una idea”, explica Rueda, “a veces la idea llega antes que la localización y otras es al revés, en algunos casos el lugar nos impacta y pensamos una idea para resaltarlos”. Para el dúo esto es a su vez una reivindicación para que las calles y los edificios se cuiden: “Si los sitios estuvieran bien conservados no sería necesario un ojo crítico sobre el espacio para capturar este tipo de imágenes, tal vez saltarían más a la vista”, relata Rueda.
De tal forma se acercan a lugares ya conocidos, pero con encanto, y elaboran una estrategia para hablar de estos sitios y con una novedosa historia. Devís lo ve como una forma de “pasear la ciudad con ojos nuevos”: “Cualquier esquina y ventana tiene una historia que contar, está expectante”. Su estrategia está en revisitar ciertos lugares según cambian sus ideas “u obsesiones” y verlos de esta nueva forma. Debido a su gran cantidad de seguidores, más de 552.000 fieles, tienen hunters que intentan averiguar las localizaciones que retratan: “Nuestros seguidores quedan pasmados con lo que retratamos, y van buscando estos sitios. Al final lo que hacemos es huir de esa idea de acostumbrarnos a la ciudad, no caer en dar lo que tenemos por hecho”, cuentan casi al unísono.
Filtro València y mirada pastel
La valenciana Vir Palmera tinta todo de color pastel, más allá de espacios muy reconocibles busca encontrar el arte huyendo de lo típico, explorando por rinconcitos “por los que pasamos mil veces, pero forman parte del recorrido”. Su proyecto nace a través de un “enfado”, por la imagen que se tenía de la ciudad que no iba más allá de los “tetes, las tetas y la corrupción”: “Yo quería poner en valor la cultura, la tradición, la arquitectura y la gastronomía de aquí. Paseando vi que tenía muchas ganas de retratar esto y me puse manos a la obra”.
Su técnica es la que podría tener un turista, toma la fotografía al estilo souvenir y luego lo refleja a través de arte digital, clave de ello es comenzar a andar inspirada y pensando en “qué le gustaría encontrar”: “Intento contar historias de edificios de la ciudad menos conocidos, e incluso desaparecidos. Lo hago con una paleta de colores que me recuerda a los atardeceres valencianos del verano”. Para la artista es clave comprender que el proyecto hay que vivirlo en primera persona, por lo que hay que revisitar y revisionar todo desde la parte de la “nostalgia y el amor por un sitio”: “Yo te puedo hacer un retrato del Café de las Horas, y a la vez puedo contarte una historia real del pasado, como por ejemplo retratar a un escritor que solía ver allí… Al final eso requiere del relato propio”. En la ilustración existe esa posibilidad de crear escenarios imaginados, y combinar tipografías con mensajes e historias, una manera de retratar los "rinconcitos".
Del centro a la huerta
El fotógrafo Raúl Tornero cuenta con un proyecto fotográfico inspirado en captar la ciudad más allá de sus espacios "céntricos". A través de sus fotografías en Las cenizas de mi tierra refleja con elementos tradicionales e imágenes parecidas a los cuadros de Sorolla la identidad propia: “Quería mostrar más bien quien soy por el sitio en el que vivo, para ello retrato la tradición valenciana a través de los espacios y sus elementos clave”. Para ello captura espacios de la huerta para reflejar un mensaje universal, que cualquiera comprendería si habitara la ciudad: “La idea era narrar con las fotografías la experiencia de una misma vida en València, a través de influencias nuestras como pueden ser los cuadros de Sorolla en las playas, la estética de la Piquer, las barracas…”. Con todo ello conforma una versión propia de habitar la ciudad desde los márgenes, descentralizando de la zona centro y partiendo desde un relato de juventud en una historia reflejada entre el asfalto y l'Albufera: “Al final hay muchas capas en todo el relato, es una especie de mensaje de amor a la ciudad”, comenta tras la lente.