Tras la semana de los récords con cambios en la presidencia del gobierno, el ministerio de cultura y la selección española de futbol. Ahora empieza el verano con la serie por capítulos de las primarias en el Partido Popular donde se mezclan militantes de base y cargos orgánicos, hombres y mujeres, liberales, socialdemócratas y algún liberal/conservador
Empieza una nueva época en el Partido Popular tras ser desalojado del gobierno de la nación a través de una moción de censura liderada por el PSOE y que deja dos años de legislatura en manos de un partido con 84 diputados de un total de 350. Es bueno recordar que los líderes socialistas han seguido a pies juntillas aquello de “donde dije digo…”; tanto Ábalos con su mítica rueda de prensa donde decía que pactar con nacionalistas para una moción de censura no era el proyecto del PSOE, como Sánchez que anunciaba una moción para abrir un nuevo período y convocar elecciones y en su primera entrevista/masaje en TVE ya dijo que quiere agotar la legislatura, o la urgencia de la financiación autonómica que ayer anunció que no tocaba abordar ahora mismo.
De todos modos en el Partido Popular deben estar pensando en que “no hay mal que por bien no venga” y en este momento de catarsis colectiva, se encuentran con la oportunidad de renovar su liderazgo y lo que realmente sería más necesario renovar, actualizar o siquiera definir sus principios ideológicos. Aquí la complejidad es tremenda y los tiempos actuales obligan al marxismo (de Groucho) por lo de “estos son mis principios y si no le gustan tengo otros”. Así lo podemos constatar a diario con todos los partidos: el PNV apoyó los presupuestos del PP y se reunió en secreto con PSOE para apoyar la moción de censura; Ciudadanos intentar ser la sal de todas las ensaladas y puede apoyar a tirios y troyanos porque ellos son el centro; Podemos es la máxima expresión de vivir como reyes criticando la monarquía y usar al pueblo para mejorar sus condiciones de vida, o sea, las de los miembros del partido. Y el PSOE como queda constatado en el primer párrafo, sigue esa misma línea de decir cada día lo que toque, lo que seduzca a la opinión pública, en definitiva lo que la dictadura de lo políticamente correcto imponga.
En primer lugar quiero recordar que mientras lee estas líneas quizá haya aumentado o disminuido la lista de posibles candidatos a liderar el PP, porque hasta las 14h de este miércoles hay plazo. A priori los seis nombres que han presentado sus avales y que pretenden disputarse el trono que deja el registrador que ahora camina a orillas del Mediterráneo, abarcan diferentes ámbitos y sensibilidades. Podemos dividirlos en tres grupos: las lideresas, los orgánicos y los motivados.
Los orgánicos, es decir, los que llevan tiempo en el partido y conocen bien su estructura y familias –es obvio que también las lideresas lo conocen pero permítanme que usemos esta clasificación–. Aquí tenemos al histórico José Manuel García-Margallo, a quien le gusta salir en medios y opinar sobre la actualidad y quien dio a entender que tiene detrás un apoyo que no puede defraudar, imagino que no serán las nuevas generaciones. Y por otro lado, un joven pero ya veterano líder, Pablo Casado, quien lleva años en la fontanería popular, se formó con dos vacas sagradas del PP de toda la vida como Aznar y Aguirre y creo que da el perfil más equilibrado para ofrecer una renovación sensata y con cierta experiencia, aunque probablemente debería haber hecho un Feijóo, sí pero no.
Y por último los motivados, el diplomático de carrera José Ramón García Hernández, quien en sus declaraciones públicas muestra una bondad y cierta bisoñez y que ha solicitado que haya un debate público en televisión, lo cual sería muy recomendable pero probablemente no llegue a producirse y por último, el valenciano José Luis Bayo, quien fuera presidente de Nuevas Generaciones en la Comunitat y que tras años fuera de la actividad pública, intentó el año pasado disputar el liderazgo autonómico a la presidenta del PPCV y ahora vuelve a la carga pero a nivel nacional.
Esperemos que este proceso que durará justo un mes desde este inicio del verano, suponga una vuelta a la cordura y el sentido común del partido que logró unir a un gran número de electores de diversas sensibilidades pero que en líneas generales rechazaban el odio al rival político y la tentación constante de reabrir heridas, reinterpretar la historia y enfrentar a los españoles, con una actitud que sea constructiva y de futuro.