VALÈNCIA. La música en directo de València vive una pequeña revolución. Salas que se dirigen a nuevos públicos, cambios de propiedad, pequeñas nuevas ventanas… En los últimos años, el mapa de salas ha cambiado sustancialmente, adaptándose a las escenas emergentes, e intentando no descuidar las existentes. ¿Es una etapa en la música en la ciudad?
Una de las grandes revelaciones de esta temporada de música se puede encontrar en Electropura, un local que siempre ha sido referencia de la escena independiente pero que se ha tomado muy en serio tomar el relevo generacional en cuanto a la programación. En los últimos meses ha programado algunas de las propuestas emergentes más jóvenes e interesantes de la ciudad, desde Margarita Quebrada hasta Bella Báguena o Somadamantina, pasando por un buen puñado de DJs y productores, que han revitalizado su propuesta.
Electropura ha sido durante años la pequeña casa del pop valenciano. Lucas Naranjo es ahora el encargado de revitalizar la sala, que cumple 10 años abierta. “Sinceramente, creo que últimamente su programación es de lo más interesante que se está ofreciendo en Valencia, con nuevos artistas a los que la cabeza, la garganta y el corazón les van a mil por hora, y un público inquieto que resuena con un montón de fuerza en cada actuación”, decía Jorge Tórtel, también vinculado al proyecto, recientemente en Twitter.
También Spook, a través de los tres mini-festivales promovidos por Club Gordo, se ha reivindicado como una nueva sala para la escena post-punk valenciana. Javato, Alfa Estilo o Mausoleo fueron los teloneros de una noche de techno, cuando aún estaban las puertas de La Residencia abiertas. “El experimento no ha podido ser mejor idea, hemos renovado al público, atraído a la gente que seguía a los grupos a las sesiones de DJ”, explicaban hace unas semanas a este diario desde Gordo. La idea es repetir la fórmula, que se establezca. Fuera de ellos, también Spook fue el lugar elegido por VVV [Trippin’ You] y Depresión Sonora para hacer la presentación de sus respectivos trabajos en València. La eterna discoteca también quiere ser ahora un punto neurálgico de la escena musical más vibrante de la actualidad.
En muchas ocasiones, los cambios en otras salas son la consecuencia de un cierre anterior. Es el caso de La Peligro, un local que funcionó hasta 2021 y cuya programación ecléctica supuso una importante pérdida para la agenda cultural. Sin embargo, durante cuatro meses una de sus responsables, Ana Peligro, se ha hecho cargo de parte de la programación de Matisse Club, que desde hacía años cambio los conciertos de pop para ser la casa de los melómanos de músicas como la clásica, jazz, soul, funk o salsa en un ambiente distendido. Desde enero, la programadora ha descontinuado esta labor.
Pero a pocos metros, y a pesar de los vaivenes de las restricciones, se ha afianzado el cambio de una de las salas más míticas, la Wah Wah, a La Salà, un proyecto del que ya ha hablado este diario con un interés especial en las músicas del mundo, el rock alternativo, y con un espíritu eminentemente feminista (todo el personal vinculado al proyecto son mujeres). La Salà abrió como un nuevo espacio alternativo y ha encontrado su público.
Hay otras puertas, como las de Umbral o La Carbonera, que no han encontrado un relevo claro, pero la programación habitual de estas salas se ha disgregado a diferentes lugares, desde 16 Toneladas hasta Nvcli.