VALÈNCIA. La preservación de óvulos se desarrolló originalmente como una manera de preservar la fertilidad de mujeres que se veian afectadas por un cáncer y tenían que someterse a quimioterapia. Sin embargo, pronto se comprobó que esta técnica podía tener una amplia aceptación en mujeres sanas que se plantean planificar su maternidad. “Es una opción muy personal. Elegir entre posponer la maternidad bien mediante la preservación de óvulos bien ‘esperar a ver que pasa’, o posponer otros proyectos personales o profesionales en lugar de la maternidad depende mucho de cada caso. Cada mujer dentro de sus posibilidades y en plena consciencia de las decisiones que tienen que ver con su cuerpo, decide”, señala Sara Jort, psicóloga y psicoterapeuta Gestalt, especializada en Psicología Perinatal y fundadora de la Asociación Española de Psicología Perinatal.
Muchas mujeres españolas toman la decisión de ser madres, pero postergan el quedarse embarazadas por cuestiones económicas o emocionales. Son mujeres, menores de 35 años que bien tienen que optar entre maternidad o desarrollo profesional o bien no tienen una pareja con la que formar una familia. Es en esos momentos cuando pueden plantearse programar la maternidad a través de una preservación de óvulos. “Si estas mujeres que desean o necesitan posponer su primera gestación, preservan sus ovocitos cuando son buenos y tienen muchos, podrán recurrir a ellos cuando deseen ser madres, es decir, seguirán necesitando donación de óvulos jóvenes, pero serán los suyos propios que preservaron a tiempo”, afirma Amparo Ruíz, directora de IVI Valencia.
Y es que cada vez es más frecuente que a centros como el IVI acudan parejas o mujeres solas que intentan tener su primer hijo después de los 40 años. “En la inmensa mayoría de estos casos, aunque la mujer se encuentra joven y en perfecto estado de salud, ya ha consumido casi todos los óvulos que tenía desde antes de nacer, y desde luego los de mejor calidad. En consecuencia, ven que el embarazo no llega y acuden a las clínicas de reproducción asistida. Nosotros podemos sacar el máximo provecho de los pocos y deteriorados óvulos que haya, pero será mucho más difícil conseguir una gestación evolutiva que además no presente anomalías cromosómicas. Así que, a partir de los 40, la gran mayoría necesitarán donación de óvulos procedentes de otra mujer”, explica la directora de IVI Valencia. Y ese camino de la maternidad “cuando no llega es un proceso que puede ser muy duro y angustioso para la mujer y la pareja que lo viven, y no debería tomarse a la ligera”, recuerda Sara Jort.
Tener una alternativa, como puede ser la preservación de óvulos, puede aliviar esa presión. Igual que puede frenar la angustia ante el avance del reloj biológico. Además es un proceso sencillo y con el mínimo riesgo para la mujer. Según Amparo Ruíz, lo primero que se hace es un simple análisis de sangre para controlar la reserva ovárica, conocer la calidad de los óvulos y saber si es fértil. Una vez se conozca “estimulamos el desarrollo de varios óvulos mediante medicación subcutánea durante unos 12 días aproximadamente, con algunos controles en sangre y ecografías durante esos días. A continuación, en quirófano y bajo sedación anestésica, se aspiran los óvulos. Tras unas dos horas de recuperación en la clínica, se puede volver a casa y al día siguiente, o incluso ese mismo día, hacer vida normal”. Mientras, en el laboratorio del IVI se ocupan de procesar, vitrificar y mantener congelados los óvulos maduros que se hayan extraído. “Si son pocos porque ya hubiese empezado a bajar la reserva, puede repetirse el proceso en dos o tres ciclos menstruales, para acumular un número adecuado de ovocitos para el futuro”.
Esa alternativa, que en España es real y va en aumento, no es igual en toda Europa. En Francia, por ejemplo, la preservación por motivos sociales (trabajo o estabilidad emocional) está prohibida, solo está permitida si la mujer tiene problemas de salud. En Alemania, por su parte, la criopreservación de óvulos no solo está permitida sino que está en aumento y cada vez es más demandada por las mujeres, aunque inicialmente estaba prevista solo para mujeres con cáncer.
Lo mismo ocurre en Portugal y en Italia, aunque en este último son pocas las mujeres que preservan por motivos sociales y muchas más las que lo hacen por motivos oncológicos, ya que es el propio oncólogo el que manda a la paciente a la clínica de reproducción asistida.
Y un último ejemplo, Suiza. En el país helvético es legal la preservación tanto de ovocitos y tejido ovárico como de esperma y tejido testicular y preembriones. Sin embargo, la ley establece una duración máxima de cinco años de la congelación. Un plazo que solo se puede alargar si se encuentra bajo tratamiento de alguna enfermedad, como el cáncer, que pueda causarle infertilidad.