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el sur del sur  / OPINIÓN

La UA, ahora de la necesidad virtud

1/12/2024 - 

Amparo Navarro ha ganado las elecciones de la Universidad de Alicante y seguirá al frente del campus de Sant Vicent durante otros seis años. Era lo lógico. Lo difícil se consiguió en 2020, cuando la propia Navarro era una verdadera outsider y derrotó al aparato heredado por Manuel Palomar contra todo pronóstico, aunque con la gestión de la postpandemia mediante.

La victoria de Navarro es sólida, pero no tan holgada como parece. ¿La razón? En las elecciones universitarias, hay colectivos que tienen un voto ponderado y, por tanto, su papeleta cuenta más que la de otro colectivo. Por ejemplo, la de los profesores. El resultado por voto directo fue de 4.153 sufragios (53,01%) para la actual rectora frente a los 3.519 votos para Enrique Herrero (44,9%). El voto ponderado ha elevado el porcentaje de Navarro hasta el 57,4% frente al 38,9% de su contrincante. Es decir, entre ambos apenas ha habido una diferencia de algo más de 600 papeletas.

Por lo tanto, en términos estadísticos, la actual rectora ha ganado, pero también ha recibido un toque de atención. Y eso que el posicionamiento de la Generalitat Valenciana con la institución por el grado de Medicina —el famoso allanamiento en favor de los intereses de la UMH— le tenía que haber dado un impulso, en teoría, más grande. Pero a veces las cosas no son como parecen y, justamente, si hay un colectivo que se ha decantado por Herrero, ese ha sido el de los estudiantes. En el resto, venció la actual rectora con claridad. Navarro barrió entre el profesorado asociado y el profesorado vinculado y se impuso con holgura entre el personal administrativo. 

Lo que parece claro es que las grietas y deficiencias que había denunciado su contrincante a lo largo de la campaña tenían fundamento, pese a que Herrero salió a escena el pasado septiembre. Pero Navarro ya tenía sólidos apoyos entre dos de las facultades más multidisciplinarias: Derecho y Económicas, lo cual demuestra el más que digno resultado de Herrero, lo que le posiciona con cierta ventaja, en un futuro, si él lo desea, para la próxima cita electoral.

Dicho esto, a partir del 9 de diciembre, cuando tome posición la rectora, la realidad será otra. A expensas del fallo de Medicina —que debe estar al caer y contra el que cabrá recurso— y de la ratificación del acuerdo de financiación con la Generalitat, la Universidad de Alicante deberá hacer de la necesidad virtud ya no solo para crecer, sino para tener sus servicios en condiciones óptimas. 

Si en 2020 el condicionante fue la pandemia, ahora en 2025 será la Dana, que centrará los esfuerzos de la Generalitat. Así que los proyectos nuevos habrá que buscarlos en otras instituciones, como el Gobierno o Bruselas. Tampoco es nada nuevo. El campus de Sant Vicent -y el resto de universidades- ya superaron las penurias de la crisis financiera de 2011 a 2015 y salieron adelante. Con fondos propios, o ahorrando —como hicieron el pasado invierno las facturas de la luz—, pero salieron. Pero habrá que tirar de ingenio y esfuerzo para esperar a que el campus oeste —el que está ubicado en el término municipal de Alicante— florezca con nuevos edificios y mejores servicios. En estos momentos, la Generalitat no está en las mejores condiciones ni en el mejor contexto para volcarse con las universidades. Es comprensible. Hay un escenario nuevo.

Ahora bien, si hay otra puerta —además de la del Gobierno y Europa— que merece la pena tocar —y que ha sido objeto de debate en la campaña— esa es la de las empresas. ¿La razón? Ellas son las principales beneficiarias de la formación que genera la UA -y el resto de universidades- y, por tanto, no está de más que se las implique y se las haga partícipes de todo aquello que genera una universidad: formación graduada y, por qué no decirlo, también personal. Ya hay algunas firmas de la provincia de Alicante con algún tipo de relación con el campus, pero no están todas. Está Fundeun, que hace un papel impagable. Pero ahora la ocasión sí que es buena para poner en valor ese tráfico bidireccional que debe ser la relación entre universidad y empresa: incrementar la eficiencia entre lo que demandan las empresas y lo que sale de las aulas. A falta de fondos, que faltarán, ahora a la Universidad de Alicante —y a otras universidades— les toca hacer de la necesidad virtud. Suerte, Amparo Navarro.

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