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EL TINTERO / OPINIÓN

Lecturas de reflexión (II)

Empezó la campaña electoral –sí, oficialmente, porque llevamos casi un año de campaña–, y creo que es bueno que aprovechemos las horas de sol y luz para leer, para reflexionar con cierto sosiego, y hasta para replantearse actitudes que con buena voluntad y parte de razón, pueden llevarnos a una situación verdaderamente dramática.

12/06/2016 - 

Si la semana pasada extrajimos algunos de los juicios y análisis del último libro de Pedro J. de la Peña, donde se aprecia esa interesante mezcla de conocimiento, experiencia y capacidad de análisis crítico, en esta ocasión quiero navegar por algunos de los argumentos que un par de jóvenes [que también aúnan esas cualidades y que viven en primera persona situaciones que aquí nos parecen de ciencia ficción] relatan en 'El engaño populista' (ed. Deusto), una obra que firman el filósofo y abogado chileno Axel Kaiser y la politóloga guatemalteca Gloria Álvarez.

Les seré sincero, a un servidor –como quizá a usted– entre el año de elecciones, campañas y tertulias y el azote del calor durante los últimos días, le florecen sentimientos de cansancio y desilusión por debatir sobre ideas políticas, defender posturas y criticar argumentos que gozan del beneplácito de una aparente mayoría. Pero esa actitud que tal vez se puede tildar de pesimista o derrotista (el no dar la batalla por las ideas y los principios como les sucede a un sector del valencianismo cultural), encuentra un eficaz antídoto cuando se leen argumentos valientes y veraces como los que se recogen en la obra que centra nuestra reflexión en este domingo que nos aproxima al ecuador del mes.

El populismo no es patrimonio de una ideología, a lo largo de la historia lo han practicado fascistas y comunistas, el populismo es ante todo una eficacísima herramienta de manipulación y control de la sociedad a través de los sentimientos más primarios –sí, esos que lógicamente brotan en momentos de crisis económica por rabia e impotencia– y como explica Axel Kaiser, los populistas son “gente que destruye los principios fundamentales de la sociedad libre, el respeto por el individuo, su derecho de propiedad y su libertad y responsabilidad”. Ahí es nada.

El clásico argumento para dejar de leer ahora mismo y seguir sintiéndose feliz y tranquilo es pensar que aquí no corremos peligro porque todos los políticos son populistas [lo cual es una verdad a medias, porque hay grados] y el escudo todoprotector de Europa. Cuántas veces escucho en las últimas semanas “nos gobierna Bruselas, habrá que hacer sí o sí lo que digan ellos, así que da igual quien gobierne tras el 26 J”. Otra peligrosa verdad a medias, el poder de un estado/nación en la UE sigue teniendo margen para intentar alejarnos del precipicio o para llevarnos a él irremediablemente pero con la sonrisa por delante, claro.

Si pese a las advertencias constatadas en ‘El engaño populista’, con la experiencia de diferentes gobiernos que han llevado a la crisis humanitaria, la ruina económica y la pobreza total a países enteros en Hispanoamérica, no queremos creernos que eso puede ocurrir aquí, permítame que al menos, lo ponga en duda. Recuperemos la sana crítica y luchemos con sensatez frente a esa supremacía moral que sin saber cómo se ha instalado en la sociedad. Aquí nos recuerda el coautor del libro: “Lo que ha hecho Pablo Iglesias de manera muy astuta es manejar la dimensión de la hegemonía cultural, que es la lucha por la conciencia de las personas, minando la credibilidad del sistema que hay hoy en España para proponer una alternativa que no es otra que el chavismo, que hemos visto en Venezuela”. Ellos fueron allí a asesorar pero al mismo tiempo a empaparse de que se podía tomar el poder diciendo que si lo hacían mal lo dejaban y así…eternizarse. Les presente a Hugo Chávez candidato y presidente.


Ahora bien, el adelanto –tenemos palabras en español, no hace falta decir sorpasso– al que asistimos en las encuestas de los últimos días por parte de la alianza Izquierda Unida-Podemos tiene como principal causa (lo siento pero ni la crisis, ni la corrupción) “el uso del lenguaje muy inteligente para dinamitar la credibilidad del orden existente en España. Y para eso es muy importante la comunicación, las ideas y todo lo que hacen”, como nos recuerda Kaiser. Por ello se atreve a lanzar un mensaje preocupante: “La crisis que ocurrió en estos últimos años sería un paseo por el campo en comparación con la que habría si Podemos gobernara aplicando sus ideas.” Ahora diríamos sus ikeas. Qué capacidad de comunicar con cercanía y bondad para llevarnos a lo que ha hecho su amigo Tsipras: subida de impuestos y bajada de pensiones, colapso. La gran ventaja del populismo es que siempre hay un enemigo al que culpar: Merkel, Bruselas, el capitalismo, un señor de Murcia…

Por su parte, la coautora Gloria Álvarez, pone el acento en que las falacias del populismo se deben combatir a través de las nuevas tecnologías y denuncia que “en nuestros parlamentos ya no se intercambian ideas, la razón y la lógica han perdido la importancia que deberían tener. (…) Los líderes populistas anulan toda la razón y la lógica levantando pasiones.” En esas estamos y me duele decir que no va a ser fácil dar la batalla de las ideas a favor de la libertad individual frente al colectivismo, el derecho natural y la democracia representativa frente a la ideología de género y el asamblearismo y, el respeto a la Historia frente a la manipulación y reinterpretación sectaria de los hechos que nos precedieron.

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