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GRAND PLACE / OPINIÓN

L’été indien…

BALLESTEROS/EFE
25/09/2018 - 

“Lorsque l'amour sera mort”… Es otoño, un otoño en el que aún hace bueno… y que sólo existe en el norte de América. Allí se le llama el verano indiano. Eso decía Jose Dasin en 'L’été indian', la canción de amor de los padres de mi amiga Angels… y de mi niñez. Pinchen el link y escúchenla por favor, especialmente los más jóvenes. Con subtítulos, si hace falta. Para los privilegiados de mi generación, que estudiamos francés, no hace falta. Porque hoy todo el mundo habla inglés -o lo intenta…, eternamente-. Pero hablar francés siempre será más “chic”.

Sigo escribiendo, mientras escucho esta canción de amor y de nostalgia. Triste, como todos los amores que se recuerdan. Pero no es verdad. El verano indiano no es privilegio del hemisferio norte de América y Canadá. De hecho, aquí lo tenemos también. Le llamamos, menos poéticamente, el veranillo de San Miguel, el que llega a finales de septiembre. Yo me suelo bañar hasta la Diada valenciana del 9 d’Octubre, aunque este año tenga mejores menesteres… E incluso vuelve a primeros de noviembre, es el veranillo de San Martín.

Era otoño. Paseábamos sobre una playa. Un otoño en el que aún hacía bueno. Allá le llaman el verano indiano. Pero era simplemente el nuestro. Recuerdo perfectamente lo que te dije. Hace un año, hace un siglo, hace una eternidad. Lo decía Joe Dasin, pero lo podría repetir cualquier amante con las mismas palabras, no sólo en francés. Y lo podría repetir el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, recordando su cita con el presidente de Canadá Justin Trudeau.

Coetáneos, Trudeau y Sánchez pertenecieron a la generación JASP (Jóvenes Aunque Suficientemente Preparados). Y lo han demostrado. Además, el presidente canadiense es la antítesis de su vecino, el presidente norteamericano Donald Trump. En todos los aspectos. Y, esperemos, hasta en los más íntimos. Íntimamente, suponemos que ambos mandatarios -los nuestros, los JASP- han hablado de la cuestión catalana, del Procès. Así, en voz baja, al oído, como se susurran las palabras de amor.

Especialmente porque Canadá pasó por un proceso similar cuando Quebec planteó en 1995 su independencia. ¿Está usted de acuerdo con que Québec llegue a ser soberano? El 49,42% dijo que sí y el 50,58% de los quebequeses lo rechazó. ¿Les suenan estas cifras? Porque son las que se barajan en Catalunya. Era el segundo referéndum, el primero en los años 80 no fue vinculante. Y, antes del tercero, la Constitución canadiense aceptó la Clarity Act, una ley por la que un Estado democrático prevé su propia divisibilidad. Pero no se volvió a convocar el tercer referéndum. Porque además de trocear Canadá, también permitiría trocear Quebec en las provincias que rechazaran la separación. Podría extrapolarse la Clarity Act con una reforma de la Constitución a Catalunya, con la previsible división del litoral o del Valle de Arán, que querían quedarse en España según el no-referéndum del pasado 1 de Octubre? Éste fue el efecto paralizante del secesionismo quebequés.

Y esto es lo que, tal vez, Justin le dijo al oído a Pedro. “On ira? Où tu voudras, quand tu voudras…” ¿A dónde irá? A donde tú quieras, cuando tú quieras. Lo han negado. En su lugar, dicen que han dicho: “Somos dos gobiernos progresistas que estamos haciendo muchos avances en igualdad de género, cambio climático, defensa del multilateralismo y el respeto a los derechos humanos”, según Pedro. Y, en sentido similar, Trudeau ha enfatizado que “compartimos valores y objetivos comunes, un compromiso de construir un mundo más abierto y democrático, defendiendo los derechos humanos”. 'Parole, parole, parole'. Otra canción de amor… En francés, de nuevo, que es como se ama mejor. “Des mots faciles des mots fragiles see'était trop beau”. Palabras fáciles, palabras frágiles, son demasiado bellas…

Pero no fue así. “Avec ta robe longue. Tu ressemblais à une aquarelle de Marie Laurencin. Et je me souviens. Je me souviens très bien de ce que je t'ai dit ce matin-là…”. Traduciendo del francés: Con tus calcetines a lunares, parecías una acuarela de Antonio Miró. Y me acuerdo. Recuerdo  muy bien de lo que te dije aquella mañana. Toda la vida se parecerá a esa mañana, con los colores del verano indiano. Hace un año, hace un siglo, hace una eternidad… “Il y a un an, y a un siècle, y a une éternité…”.

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