VALÈNCIA. Álex y Cata son dos jóvenes que viven en la Sierra de Madrid, pero no en chalés de lujo, sino en un barrio miserable, en un extrarradio sin nombre donde el tiempo parece haberse detenido. Pero ellas son jóvenes y tienen sueños. Son amigas desde la infancia y han crecido juntas en un entorno degradado y con múltiples problemas en casa, procedentes de familias desestructuradas y en riesgo de exclusión social. Familias en las que ha hecho mella el alcohol, las drogas, los embarazos adolescentes, la precariedad económica o los malos tratos. La madre de Álex se suicidó cuando ella tenía solo siete años, fruto de un trastorno mental, y ese trauma la ha acompañado siempre. Por eso son constantes sus excursiones al cementerio, donde habla con ella y le lleva flores. La presencia de la muerte forma parte de su vida. Cata tiene que cuidar sola a su padre, muy enfermo después de haber sido alcohólico, y ayuda a su hermana en su negocio y cuida de su hija.
Ninguna tiene futuro ahí. Lo saben, y por eso quieren irse. Pero Álex tiene un plan, relacionado con un hurto de estupefacientes que está planeando junto a su pareja, y Cata, no sabe nada de sus intenciones. Mientras, ambas hacen lo que pueden con sus vidas estancadas. Fuman porros, salen los fines de semana hasta que ha amanecido e intentan encontrar vías de escape para su frustración.
Libélulas es la ópera prima de Luc Knowles y tiene la virtud de adentrarse en paisajes poco explorados dentro del cine español, en una juventud totalmente desprotegida y lastrada por la precariedad que lucha como puede para salir adelante dentro de un panorama desolador.
El director, que procede de la publicidad, nos sumerge en un universo que retrata con crudeza, en el que hay espacio para el naturalismo descarnado, pero también para algunas notas de poesía visual. Es un retrato generacional de las clases sociales más desfavorecidas, pero también una preciosa historia de amistad.
Uno de los grandes hallazgos es sin duda asistir a la química que se establece entre Olivia Baglivi (Álex) y Milena Smit (Cata). Ellas son las libélulas del título, que buscan escapar y encontrar un punto de luz en medio de tanta miseria. Por eso, sus encuentros están cargados de verdad, impregnados de espontaneidad y franqueza.
Puede que Libélulas se encuentre un poco descompesada, pero arroja nuevos caminos hacia el indie nacional, con sensibilidad y garra, aportando una estética millennial que dialoga directamente con las incertidumbres de una franja de edad que se encuentra infrarrepresentada en nuestra cinematografía, en la mayoría de los casos a través de historias elitistas que lo único que hacen es incrementar la brecha clasista. En ese sentido, Luc Knowles elude este estereotipo para contar una historia de soledades e incertidumbres, de búsquedas y tropiezos, de almas rotas y esperanzas perdidas, que mira hacia el realismo social británico o estadounidense, a Andrea Arnold y a Sean Baker, sin dejar que las referencias le hagan perder un ápice de su poderosa identidad.
Se estrena la película por la que Coralie Fargeat ganó el Premio a Mejor guion en el Festival de Cannes, un poderoso thriller de horror corporal protagonizado por una impresionante Demi Moore