BOLONIA. Nos hemos tragado lo del enaltecimiento del terrorismo, la violación de la monja-títere y el ahorcamiento de un juez-marioneta como la primera trompeta del fin de los tiempos. Palidece el Ministro del Interior ante los micrófonos de la COPE y el país se recoge en sus casas esperando que pase la peste. A día de hoy, los artistas de Títeres desde abajo han sido puestos en libertad, pero su banda de muñecos ha sido desarticulada y siguen en algún almacén de las dependencias policiales. Las cachiporras de trapo llaman a la violencia, mientras que las porras extensibles son el símbolo del orden, la paz y la esperanza.
Las cachiporras de trapo llaman a la violencia, mientras que las porras extensibles son el símbolo del orden
No tendríamos por qué intentar entenderlo todo, pero allá vamos: quizás el problema de “La bruja y don Cristóbal” fue haber sido representada delante de niños, y hasta aquí la lectura superficial. Otra vuelta de tuerca más interesante nos llevaría a considerar por qué medios exponemos a los niños (o a los mayores) a la violencia, qué umbral de tolerancia le concedemos a la televisión, qué límites le ponemos al teatro, qué cultura de la humillación estamos construyendo con programas más visibles que un teatrillo de marionetas donde un chef apalea a unos cocineros o donde unos niños montan un soufflé bajo el escrutinio de un jurado que los premiará o condenará, extendiendo una lógica mercantil de elegidos o excluidos en base a criterios de rentabilidad y excelencia en prime time, como si la cocina hubiera dejado de ser cultura para convertirse en competición.
La última vuelta de tuerca, apretando mucho, nos conduciría a las preguntas originales del problema: qué nos ofende, por qué nos sentimos agredidos y, lo más cruel, quién determina (y frente a qué micrófonos) lo permitido, lo pernicioso y lo execrable. La ley y la porra. El argumento de que los titiriteros atentaban contra la moral pública y contra la inocencia de los niños (¡los niños!) son los mecanismos con los que se teje el miedo y la intolerancia en una sociedad.