VALÈNCIA.Dios puede estar en cualquier lugar. Es todopoderoso y le gusta jugar al escondite con su hijo, Cristo. Con los nuevos formatos del siglo XXI ambos han decidido camuflarse junto al demonio en un cómic: El Cuerpo de Cristo (Astiberri) , en el que la autora Bea Lema se sirve de su figura para hablar de la historia de Vera, una niña que tenía el demonio en casa que se dedicaba a acosar a su madre, Adela. Un relato autobiográfico cosido y pintado a partes iguales que ha hecho que Cristo quiera "jugar" ahora a la pantalla, con la elaboración de un cortometraje de esta historia que ahora trae muchas alegrías a Lema. 

Cuando comenzó a escribir, o más bien remendar, su cómic Lema jamás imaginó hasta dónde llegaría su relato. Esta historia, autobiográfica, le ha valido el Premio a Mejor Novela Gráfica Extranjera en la Comic-Con de Nápoles, el Premio del Público en el Festival de Anoulême y hasta el Premio Nacional de Cómic 2024 concedido por ser “una obra de gran belleza visual y profunda emoción que ofrece una mirada sorprendente en la relación madre e hija, siendo una auténtica exploración del lenguaje que utiliza recursos estéticos alternativos y muestra una nueva forma de tejer la historia reivindicando la propia memoria migrante” según lo valoró el jurado.

Entre todos estos premios, Lema siguió soñando qué pordría pasar con El Cuerpo de Cristo que ha entrado ya en los hogares de los lectores y se propuso el reto de convertirlo en un cortometraje que verá la luz el próximo mes de noviembre. Adaptando su historia y sus tejidos y saltando del cómic a la pantalla los productores de la pieza, Ivan Miñambes y Chelo Loureiro estuvieron en València el pasado 4 de octubre para hablar sobre la adaptación visual de la obra gráfica a cortometraje tras hacerse con el Premio Proyecto Corto Movistar Plus+. Un proceso que explicaron en el marco del festival valenciano de animación, videojuegos y new media Weird Market.

En palabras de la autora de esta historia hay dos grandes retos a la hora de abarcar el cómic y transformarlo al audiovisual: la extensión del relato y la técnica a emplear. Por un lado, hay que acortar un cómic de 175 páginas a 13 minutos y por otro conseguir hacer un bordado que se comprendiera en movimiento. Retos que se solventan en este cortometraje que está a punto de ver la luz tras un proceso lleno de “quebraderos de cabeza”. “Intentamos que se mantenga la esencia del cómic adaptando los bordados a algo más visual y cinematográfico. Jugamos con fondos estáticos para ir complementando las partes cosidas”, apunta la autora. 

Sobre los fondos de pintura, el cortometraje, a diferencia del cómic, pone más el foco en Adela, la madre de Vera, para contar su historia casi en primera persona. En el cortometraje se contempla como vive sus episodios “delirantes” y la autora se da la licencia creativa de añadir una “hospitalización ideal para generar un espacio más amigable para contar su historia y para comprender al personaje”. 

Una idea que le llega tras la visita al psiquiátrico de Ourense en el que formó parte de un taller de creación que le ayudó a ver “cómo este tipo de proyectos funcionan como grieta en un sistema y muestran que las cosas se pueden hacer de otra manera”. Lema explica que la hospitalización de Adela le sirve para hablar de la salud mental desde la escucha y de una manera más global, respetando la máxima de generar una historia que sirva para poner el foco en la salud mental, Lema busca que madre e hija, demonio y Cristo y dibujos y bordados convivan dentro de su historia.

Combinando también lo analógico con lo digital, busca enriquecer el relato para el lector que ya la conociera o que haya llegado a ella tras el Premio Nacional, que ha sentido como una motivación a seguir creando: “El premio me ha dado muchísima visibilidad y ha conseguido que se me tenga en cuenta a nivel institucional. También ha ayudado a que El Cuerpo de Cristo llegue a bibliotecas y colegios y se cuente su historia. Es un empujón, una especie de aval que me indica que este es el camino”. Un camino en el que Vera, Adela y un Cristo omnipresente le ayudan colgándose del filo de sus agujas, que le han permitido contar una historia tan necesaria como única.