Esta semana Les Corts apoyaron por unanimidad la candidatura de Valencia para ser incluida en la Red de Ciudades Creativas de la UNESCO. Que nuestra particularidad local sea motivo de nuestra presencia global
Hace más de una década, paseando por el aeropuerto londinense de Heathrow y rodeado literalmente de publicidad, quedó en mi retina el eslogan ‘The World’s Local Bank’ de una importante entidad financiera que cubría los cientos de ‘fingers’ o pasarelas de embarque. Ese lema de la compañía multinacional resume con bastante acierto la realidad del siglo XXI, el constante contraste (perdón por la cacofonía) entre lo cercano/propio y lo global/diferente. La revolución tecnológica hace que ambos conceptos se entremezclen y relacionen, de manera que en unas horas pasamos de tomar un ‘esmorzaret’ en una barraca de l’Horta Nord a viajar en el metro de Londres o París, y cenar en un restaurante asiático con personas de diversas nacionalidades, credos y culturas.
La crisis, que no sólo tiene consecuencias negativas, nos ha hecho volver la vista a la familia, a la tierra, al pueblo
Parece que hemos vuelto a nuestros orígenes, a lo que siempre ha estado ahí pero a veces hemos olvidado, marginado o incluso denostado. La crisis, que no sólo tiene consecuencias negativas, nos ha hecho volver la vista a la familia, a la tierra, al pueblo, al barrio. Como decía Paco Pérez Puche, miembro del Consell Valencià de Cultura y Cronista de Valencia, nos encontramos “una Valencia que ha cambiado para ser más sencilla”, y también más auténtica. Que tiene que potenciar y creerse sus fortalezas que son muchas para transmitir una manera de vivir y de sentir que cautive, más si cabe, a los miles de turistas que nos visitan a diario.
En la explicación que ofrece UNESCO sobre la intención de la Red de Ciudades Creativas, destacan desde la organización internacional: “Las ciudades que solicitan la admisión a la Red, pretenden convertirse en centros de excelencia creativa que ayuden a otras ciudades, en especial aquellas pertenecientes a países en desarrollo, a cultivar su propia economía creativa basada, especialmente, en el turismo creativo.” Ni hecho a medida, si en algo destacamos los valencianos y tenemos un camino que recorrer para alcanzar la excelencia es en nuestra creatividad y en ser un foco de turismo de primer orden a nivel mundial.
Esta semana Les Corts firmaron una declaración institucional, refrendada por los cinco grupos parlamentarios, apoyando la candidatura de Valencia para ser miembro de esa Red de Ciudades Creativas –impulsada por el Foro la Cultura Importa– donde figuran más de 100 ciudades del mundo, entre otras Barcelona, Burgos o Denia, la capital de la Marina Alta. Existen 7 categorías donde ubicarse, en la mayoría de ellas Valencia tiene un gran potencial, especialmente en artesanía, diseño, gastronomía y música. De hecho es a través de ésta última donde se ha hecho hincapié, pues la mitad de sociedades musicales que hay en España están en la Comunidad Valenciana que cuenta con 547.
Valorando lo que siempre ha formado parte de nuestra cultura y nuestra esencia, debemos convertirnos en referente mundial y en polo de atracción para un turismo de calidad –que no quiere decir de gasto y derroche– que busque las peculiaridades de nuestra cultura y posea cierta sensibilidad. Para ello es importante que evitemos la autocrítica destructiva que suele acompañarnos. El economista Federico Varona, recordaba hace unos días que en Valencia “probablemente seamos la gente que mejor turismo da a nivel mundial” y matizaba que el turismo de calidad no sólo es el de cinco estrellas, pese a todo nuestros representantes públicos han atacado el modelo turístico de sol y playa.
El concepto de individualidad a nivel humano para el filósofo danés Kierkegaard es algo único e irrepetible, con una existencia distinta y singular en el conjunto de la realidad. De alguna forma, Valencia debe ser y estar en el mundo con todo su potencial artístico, creativo, humano, musical, artesanal, turístico, etc. como algo ‘único e irrepetible, distinto y singular’ siendo los propios autóctonos quienes lo disfrutemos y transmitamos a los foráneos. Estamos en ello y este año será decisivo, ya somos Ciudad de la Seda 2016 dentro del programa internacional de la Ruta de la Seda y esperemos que las Fallas sean declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Valencia debe ser y estar en el mundo con todo su potencial artístico, creativo Y humano
Si alguna lección nos debe dejar la crisis global, es que a veces la respuesta está en lo local, en la vuelta a los orígenes y en poner en valor muchas de las riquezas que nos ofrece la tierra y las bondades que nos proporciona el clima mediterráneo. Estamos en un momento difícil donde parece que la crisis económica no tiene fin, potenciemos lo local para tener una fuerte presencia global.