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TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

Lo más inteligente que podré escribir

18/07/2016 - 

Tres años me ha costado empezar a teclear el texto más lúcido que jamás podré escribir. Mal me pese, no es la novela que revolucionará el panorama literario español o una visionaria profecía sobre la cuarta revolución industrial.

Hace tres años un desconocido me violó. O como dice la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, fui víctima de “un intento de”, porque en el caso de - jurídicamente hablando - ir a por todas y buscar una condena de más de 2 años para el agresor, habría que haber repetido por el Tribunal Superior de Justicia un proceso kafkiano - es curioso y preocupante que siendo víctima me sintiera como el protagonista de Der Prozess - que se extendió durante unos angustiosos, desconcertantes y absurdos 11 meses de citaciones, cartas delJuzgado de Instrucción número 8 de Plaza Castilla y otras tantas visitas ano-lugares de la Consejería de Economía, Empleo y Hacienda con la fallida intención de solicitar una pseudo-ayuda económica para las víctimas de violencia de género. 

"Es curioso y preocupante que siendo víctima me sintiera como el protagonista de Der Prozess EN UN PROCESO KAFKIANO que se extendió durante 11 MESES"

Por otra parte, tampoco creo que unos euros más en la cuenta corriente hubieran resuelto la profunda desazón y sentimiento de incomprensión hacia las instituciones en particular y hacia la humanidad en general.

Pero no he venido aquí para quejarme. Lamentablemente, la putadita que me tocó en el sorteo extraordinario de desgracias y sucesos traumáticos no es un hecho aislado: en España se denunciaron 1.227 violaciones durante2015. Traducido de un modo más impactante, una cada siete horas. Números que no se acercan a la difícil de estimar cifra de agresiones totales. Por un cóctel ponzoñoso de vergüenza, humillación, miedo y falsa culpa autoinfligida - amén de los agravantes derivados de vivir en riesgo de exclusión social o en entornos de fuerte represión familiar - muchos de los casos nunca se denuncian,quedándose encerrados en la mente perteneciente al cuerpo forzado. 

A esto hay que añadir otro elemento deplorable y silencioso: la falta de verbalización del problema en un tono que trascienda de lo académico-periodístico-político, es decir, del comentario X realizado a raíz del informe anual del Observatorio de Derechos X por el personaje político X,que promete con determinación que se desollará para diezmar el número de violaciones o intentos de

Shit happens, pero como me dijo una de las bellísimas personas que me salvó del abismo post-traumático, cuantas más veces compartes la tragedia, en más porciones divides la cantidad de ella. Seamos inteligente, hablemos del delito. Porque mantenerlo como tema tabú nos aliena, nos desvirtúa, nos convierte en víctimas translúcidas. 

Salir de la sima a la que te arroja una violación cuesta,pero no deja de ser un hecho circunstancial, y como dijo cierto poeta satírico latino, “lo que hace falta es someter a las circunstancias - con bastante ahínco y valentía,añado yo -, no someterse a ellas”.

* Lidia Caro es experta en estrategias de Comunicación

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