Perdiendo el ídem entre La Cigaleña y Güeyu Mar

Loconorte vinoso

Hoy es viernes de salida espacial en Coalla madrileño con grandes personajes venidos del norte para hacernos perder el ídem.

| 26/05/2023 | 5 min, 1 seg

Hablamos de los dominios capitalinos de ese Ramón que sabe buscar la excelencia en cada producto que selecciona. El creador de un espacio entre mantequería de lujo y vinoteca del tapeo de nuestro recreo. Y anfitrión, en esta ocasión, que acoge con listeza a Andrés Conde y a Abel Álvarez. El primero, loco del vino afincado en esa Cigaleña que es peregrinaje obligado en Santander y lugar de culto de pasar momentos muy pirados. Buscador de joyitas embotelladas que no son ninguna bobada porque dan la felicidad cuando caen en tus manos. Y de Abel qué decir más que es un maestro de las brasas que te pasas. En su Güeyu Mar de la Playa de Vega. Sitio en el que dejarse llevar zampando peces que son reyes y el marisqueo que los escoltan. Hacedor, además, de laterío del refinado, el que nos va a deleitar en esta ocasión, con preparaciones insólitas por lo elaborado. Así llega el momento dado de empezar esta cata con compañía rebuena y el Mestres Mas Vía Reserva Brut como aperitivo. Cava que, con su edad, resulta jovial y fenomenal. De gurbujismo menudo, elegante y tan vivaracho. Madurez con chispa chisposa que tomaríamos con cualquier cosa y en esta ocasión con el surtido de patés de sardina, atún, bonito y navaja.

Saltamos a Alsacia con el Gerard Schueller Chasselas 2016. Animal radical. Despendole y baile lunático con la vibración de los altavoces afectando al corazón. Olfateo de extraños desconocidos que en la boca se vuelven caballo ganador. Música a todo trapo que casi podría doler y que es apaciguada por la ensalada de mejillones en escabeche.

Con Julien Meyer Pinot Gris Macération 2019 no nos movemos mucho, aunque el tema cambia bastante. Porque es suavidad de presentarse como tinto sin taninos y fino, fino. Longitudes que arrullan despacito y con el tacto exacto para que nos vayamos relajando, que vamos a seguir viajando, pero antes nos toca el bocatita de sardina con picante.

Edmond et Anne Vatan Clos La Néore 2014 arriban desde el Loira con su Sancerre, erre que erre. Con olorcillos entre lo seco y adulzado que te obligan a pensar que vienen cosas muy serias. Balancín de emociones columpiándote y conquistando al mismo firmamento. Vuelo alto de tiros largos y lo exclusivo, que es testigo de lo deliciosas que están las cocochas de merluza con guisantes lágrima.

Fetichismo jurado

Toca darle al Jura, que sabemos que es zona fetiche y seguro hay unos cuantos. En este caso el Domaine de La Pinte Arbois Savagnin 2008 que es madurez sin rigidez. Los años de espera y su madera para ofrecer mucha tela. Un grande que es enorme capaz de alcanzar lo eterno con paciencia y que rompe moldes siendo ideal con el plato de espardeña y espárrago blanco fresco.

Retorno temporal a Alsacia con el Fabrice Dodane Les Dos d’chat Riesling 2021. Bichaco que todo lo puede con solo proponérselo. Y lo hace no dando tregua, porque se impone con personalidad de hierro forjado en luchas de auténticos titanes. Festival de matices que te conducen de acá para allá y acullá hasta los berberechos con alcachofas.

Volvemos de nuevo al Jura, ahora en casa mítica y con su Jean François Ganevat Les Gryphées VV Charonnay 2014. Nos trasladamos mentalmente a lo del ganevatón cantabrón, que qué buenos tiempos. Como los que revivimos en tonos intensos que tienen un poco de todo, pero con cero de bótox, que la arruga es bella. Estrella que nos alumbra con desparpajo para ir directos al tajo con las navajas con perrechicos.

Media vuelta y ponemos la directa al Loira que es gloria. Con el bendito Clos Rougeard Brézé Chenin Blanc 2012. Complejidad rodeada de alegría con caricias desmedidas. Despiporre de lo mejor y te mueres de placer. Sensación sensacional en su punto ideal de añada que lo tiene todo para que la amemos sí o sí. El cielo envidriado con las angulas con oricios y colágeno de rey.

Colores que son tendencia

En la Provenza nos situamos en colores que son tendencia. Con los encarnados medio dorados del Chateau Simone Rosé Grand Cru 2015. Combinación de uvas varias como toda la existencia. Algarada con una formalidad que no se desprende de desprender albricias. La realidad de tonalidades intermedias con su propia realidad que cada vez nos tira más y total con los calamares con arroz cremoso de gamoneu.

En el Ródano nos encontramos con otra fecha gloriosa en el Pfifferling L’Anglores Tavel Vintage 2018. Ligereza vinosa que se corona campeona de lo de contar mil historias. Con su hilo estructural que te conduce por interesantes caminos. Para explicarlo vocalizado en voz tenue y segura. Y con toda seguridad aseguramos que es top con el morrillo de atún con su jugo trufado, patata y trufa negra.

Penúltima visita en juramento de no largarse a lo remoto. Porque el Pierre Overnoy Arbois Pupillin Poulsard 2018 es golosina ricosa de las que se te quedan pegadas al corazón. La mecha que se prende y desprende primores estupendísimos. Carbónicos chiquitines que se esconden en lo que pretendemos perpetuo y que lo es con la tarta de queso.

Terminamos con gema inesperada. Mistura de azúcares que se mantienen donde deben. Infiernos rodeados de estrellas que relucen en el Chateau de Léberon. 

Vin Muté À L’Armagnac Merlot. Licorosos de envidar a la grande y echar los órdagos que sean necesarios, porque sabe que él lo es para cerrar la velada con la maravilla de queso gamoneu que se maneja por aquí. Y así decimos el hasta luego de cada dos semanas, que esto, por ahora, no se acaba.

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