VALÈNCIA (EP). Los bebés amamantados con menor diversidad bacteriana en su primer mes tienen más riesgo de desarrollar alergias durante la infancia, ya que la leche materna contiene microorganismos beneficiosos para el desarrollo del sistema inmune, según un estudio de la Fundación per al Foment de la Investigació Sanitària i Biomèdica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), el Instituto de Agroquímica y Tecnológica de Alimentos (IATA-CSIC) y la Universidad de Linköping (Sucecia).
Los investigadores han llegado a esta conclusión tras analizar la composición, riqueza y diversidad bacteriana de la leche materna de 40 mujeres al mes del parto y realizar los seguimientos a los niños durante los primeros siete años de vida, para así comprobar si desarrollaban alergias conforme iban creciendo, detalla la Conselleria de Sanidad en un comunicado.
La leche materna es un fluido "único" que, además de los elementos nutritivos, contiene de forma natural bacterias y otros microorganismos que son beneficiosos. "Es la forma que la evolución humana ha encontrado para la transmisión de bacterias de la madre al bebé", ha ilustrado Alejandro Mira, director del grupo de investigación Microbioma Oral de Fisabio-Salud Pública.
De hecho, los anticuerpos y bacterias que las madres transmiten a través de la lactancia protegen a las niñas y los niños del riesgo de desarrollar ciertas enfermedades a través de la estimulación y maduración de su sistema inmune.
Los investigadores han comprobado la existencia de patrones de reconocimiento bacteriano por el sistema inmune diferentes entre niños con alergias y niños sanos, si bien "no son significativos" debido a la gran variabilidad entre individuos. "Son necesarios más estudios y más evidencia científica sobre la relación lactancia-microbiota-inmunoglobulinas y salud", ha remarcado Mª Carmen Collado, investigadora en el IATA-CSIC.
En concreto, las muestras analizadas son de leche materna al mes postparto tomadas por el equipo de la colaboradora del grupo en Suecia, la inmunóloga Maria Jenmalm, a lo largo de siete años. Han estado congeladas a 80 grados bajo cero desde entonces, hasta que la tecnología actual, basada en sistemas de microfluídica y de secuenciación masiva del ADN, han permitido analizar la composición en bacterias, así como cuáles son reconocidas y cuáles no por los anticuerpos.
Como resultado, los menores que recibieron leche materna con menor diversidad bacteriana desarrollaron eczema atópico, alergia gastrointestinal, asma, rinoconjuntivitis o urticaria a los siete años de edad. Por ejemplo, los menores alérgicos tenían menos variedad de estreptococos y más abundancia de pseudomonas y acinetobacter.
El descubrimiento, publicado en la revista científica 'Pediatr Allergy Immunol', ha sido posible gracias a técnicas de secuenciación masiva y de citometría de flujo acoplada a separación celular.
Este hallazgo confirma el papel de la lactancia materna en la colonización temprana neonatal, en la adecuada maduración inmune durante la infancia y su influencia en la salud de niño y del futuro adulto. Apoya así datos anteriores de los autores del trabajo, que observaron diferencias al mes de vida en los patrones de reconocimiento de bacterias por anticuerpos en niños que desarrollaron alergias durante la infancia.
El siguiente paso será tratar de averiguar por qué la leche materna de algunas madres es menos rica en bacterias que la de otras mujeres, así como explorar los factores que influyen en la composición de la microbiota en la leche materna. De esta forma, una futura pregunta sería se puede modular la microbiota de la leche materna.
Algunas de las posibles vías de modulación serían las intervenciones dietéticas o el empleo de probióticos, prebióticos y postbióticos, aunque habría que comprobar si tienen efecto en la composición de la leche materna y evaluar su papel funcional en la reducción del riesgo de alergias y otras enfermedades.