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'Los desenterrados de Le Tréport (Les Témoins)': La conquista francesa del género noir

La exitosa miniserie noir de la televisión pública francesa, ubicada en la localidad costera de Le Tréport en Normandía, está a punto de estrenarse en Cuatro

3/09/2016 - 

VALENCIA. Mal tiempo, acantilados, sociedades pequeñas, vidas cotidianas con segundas lecturas y unos cuantos majaras sueltos. Súmenle unos polis en crisis, volcados en sus trabajos para huir de sus propios problemas. Detectives que cuanto más investigan, más crímenes se cometen, hasta que ponen del revés a la localidad entera. Casi merece más la pena que estos agentes del orden no salgan de sus casas porque cuando se ponen a trabajar, la lían todavía más, oigan.

Si les atrajo la serie sueca Bron/Broen, si se entretuvieron con la británica Broadchurch y aquellos vertiginosos acantilados, si conectan con las series oscuras en lugares desapacibles sobre la investigación de algún crimen truculento, aterriza un nuevo título a las pantallas catódicas mainstream que no deben perderse. El canal Cuatro promociona desde la semana pasada, aunque todavía sin fecha concreta, el gran éxito de la televisión pública francesa del 2014-2015: la miniserie de seis episodios Les Témoins, que aquí se ha titulado como Los desenterrados de Le Tréport.


En la ciudad costera de Le Tréport, situada en Normandía, aparecen seis cuerpos desenterrados de sus tumbas, colocados meticulosamente en dos viviendas piloto. La joven policía Sandra Winckler (Marie Dompnier) se pone al mando de la investigación, con la incómoda ayuda del ex policía Paul Maisonneuve (Thierry Lhermitte). Maisonneuve es incluido en el caso, pese a no estar en activo, por su incomprensible relación con el escenario, al haber aparecido su foto enmarcada en una de las viviendas.

Exportada a veinticinco países, en Francia alcanzó audiencias de hasta seis millones de espectadores. Estados Unidos pudo verla a través de Netflix, y llegó a Gran Bretaña a través de Channel 4 con el título de Witnesses. Con su estreno en lugares tan competitivos como los países anglosajones se demuestra la enorme aceptación de la serie y, sobre todo, del género noir en los mercados occidentales. Para que entiendan el hito que ha supuesto además para los franceses, es la primera vez en veinte años que una serie de su televisión pública se emite en Gran Bretaña. Fíjense si llevaban tiempo dándoles la espalda. España: apunten.

Sus creadores, Hervé Hadmar y Marc Herpoux, admiten que de arranque se plantearon hacer el The Killing francés. Obviamente no es más que una forma de resumir de forma simple que querían plantearse un noir con protagonista femenina, y que a partir de ahí, fundiéndolo con su idiosincrasia propia, han creado una historia y un universo totalmente nuevo.

Con algún toque de glamour y mucha laca Nelly

La actriz Marie Dompnier, protagonista femenina, realiza un excelente trabajo en su papel de una mujer policía perfeccionista y competitiva. Como muchas mujeres de su profesión, está harta de que sus allegados no entiendan que su trabajo le apasiona, y que esto no es incompatible con ser mujer ni madre. Una comprensión que busca en su pareja, con la que comparte el cuidado de su hija en común. Pese a ser una familia moderna, los conflictos personales se van complicando a medida que avanza la serie.

Su colaborador en la investigación está interpretado por el popular actor de comedia Thierry Lhermitte, que seguramente recordarán por la película La cena de los idiotas. Un actor con tablas que aquí cambia radicalmente de registro y cumple correctamente, en una interpretación basada en la sobriedad y el exceso de laca Nelly. Seguramente debido a que es considerado un titán de la interpretación, en algunos gestos exhala cierto aura a autocontemplación.

Sin apenas moverse en las escenas por la cojera de su personaje y con un peinado cardado que no se mueve ni un milímetro, ya llueva, truene o venga un vendaval, chirría en algunas secuencias con su colega femenina, que se pasa media serie con el pelo delante de la cara debido al viento habitual de una ciudad costera del norte. Parece ser que el mal tiempo a él no le afecta, como si fuera un caminante blanco de Juego de Tronos y estuviera congelado. O como si estuviera por encima del bien y del mal, cuando a lo largo de la serie veremos que su personaje también se trae lo suyo.

En el caso de ella, luce un despeinado casual, eso sí, sin perder los labios pintados de rojo y los tacones de aguja aunque sea policía y a veces deba salir a la carrera. Estas cuestiones parecen nimias, sin embargo son detalles que como espectadores pueden hacerles saltar del asiento si están acostumbrados a series de este género con personajes desaliñados como las protagonistas femeninas de Forbrydelsen, The Killing o Bron, o, en el caso masculino, como Wallander. Kenneth Brannagh jamás se habría peinado tanto. Al revés, estaría hecho un Cristo. Stanislavski no lo habría permitido, ni ningún actor de método. Y cuando se pierde “el método”, el personaje pierde fuerza.

Se preguntarán por qué el departamento de peluquería le ha marcado ese cardado tan Lola Herrera a él. O cómo puede ser que el área de vestuario le haya calzado un tacón de aguja a ella, cuando se tira media serie persiguiendo asesinos y probablemente el reglamento policial ni siquiera lo permita. Estamos en Francia, mon amour. Hay que transmitir glamour por algún sitio. Solo los franceses consiguen que estas cosas cuelen.

Merece ser destacada su inquietante cabecera y música incidental. Pese a su simpleza, cumple los cánones de género y nos muestra el inquietante escenario donde se desarrolla la serie: cielos encapotados, mal tiempo, nadie alrededor, una mujer fuerte, y la amenaza de un lobo. El animal al que hay que perder el miedo para cruzar el umbral y que nuestra heroína femenina resuelva el caso. El de fuera de casa y el de dentro.


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