Las consecuencias de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 en la economía han golpeado los cimientos de todo el tejido empresarial, independientemente del tamaño o el sector. Grandes corporaciones, pymes, micropymes y startups se han visto afectadas, de un modo u otro, por los efectos de una pandemia para la que nadie estaba preparado y que ha castigado duramente su facturación.
Sin embargo, la respuesta a la hibernación de la economía ha variado mucho en función del tamaño de la empresa, “en el caso de las corporates, el confinamiento ha tenido un menor impacto en su tesorería” explica Jaime Esteban, socio fundador de la consultora SpeedOut Advisory, que añade como elemento atenuante de la crisis la facilidad de acceso a las líneas de financiación de este tipo de compañías. En el otro lado nos encontramos con las startups que, teniendo mayores dificultades para acceder a las líneas de crédito “se han mostrado mucho más vulnerables en sus flujos de caja”. A diferencia de las grandes corporaciones, estas empresas han jugado la carta de la flexibilidad, pudiendo pivotar rápidamente su modelo de negocio a uno relacionado con la situación de crisis, convirtiéndose en no pocas ocasiones en las grandes protagonistas de soluciones rápidas y efectivas para luchar contra el coronavirus.
Inmersos ya en pleno proceso de reactivación de la economía, el balance de estos meses dejados atrás permite ver cómo el traje se ha roto por la misma costura en demasiadas ocasiones, la de la falta de un escenario de previsiones.
“Hemos oído hablar mucho de la necesidad de introducir la tecnología en la empresa, no sólo en el teletrabajo sino también en los procesos de producción, de ganar presencia en el terreno de lo digital pero lo que verdaderamente va a marcar la diferencia a la hora de responder ante futuras crisis va a ser el hecho de contar con un buen plan de contingencia” afirma rotundo Jaime Esteban.
En esta ocasión, como recuerda el CEO de SpeedOut Advisory, la crisis ha venido provocada por una pandemia, pero en un futuro puede estar ocasionada por otro enfrentamiento entre China-EE.UU. a cuenta de los aranceles o una nueva crisis del petróleo, “es ineludible, las empresas deben de tener previstos diversos escenarios de contingencia para poder hacer frente a estas situaciones y ser mucho más previsoras en el manejo de sus previsiones de tesorería y de financiación” afirma.
Y es que durante estos meses en los que el equipo de SpeedOut Advisory ha conocido todo tipo de situaciones y casos ha constatado que la mayor parte de las empresas “sólo tenían pulmón para uno o dos meses”, un común denominador que se ha repetido en demasiadas ocasiones y sobre el que es prioritario poner el foco.
Frente a las dos corrientes imperantes que etiquetan la salida de la crisis con medidas encaminadas hacia la reconstrucción o la reactivación, Jaime Esteban lo tienen claro “lo único que nos va a permitir capear los temporales que están por venir son las medidas de transformación”.
“Si me preguntas con qué equipo voy te diré que yo soy mucho mas de reactivar que de reconstruir” reconoce, si bien es cierto que sabe que se va a destruir tejido productivo porque en la etapa más dura del cerrojazo a la economía muchas empresas se han quedado en el camino y la liquidez no ha llegado a todas como debiera, “la realidad es que lo que hemos vivido ha sido una desactivación de la economía y ahora lo que hay que hacer es enchufarla de nuevo” indica.
Jaime Esteban recuerda que “la capacidad instalada no ha desaparecido y los trabajadores están deseando volver a sus puestos de trabajo, vigilando siempre al máximo su salud y seguridad”. Ahora el gran reto es, sin duda, conseguir que fluya la liquidez porque “es tanto o más importante generar líneas de financiación para las empresas como articular mecanismos para que lleguen a todas, si no se hace así el dinero no llega a quienes lo necesitan”.
Por eso defiende en su análisis que hay que reactivar la economía “pero no para volver al punto en el que estábamos antes, sino para abordar un proceso de transformación que nos permita estar más fuertes”.
A nivel interno, y en un plano puramente operativo, SpeedOut hace un balance positivo de su gestión en esta etapa “nos ha encontrado con el equipo consolidado y con un know how acumulado desde que arrancó este proyecto que nos ha permitido enfrentarnos a los retos de nuestros clientes con garantías” explica el socio director.
“Desde el minuto cero nos pudimos a trabajar en nuestro microentorno y no nos dejamos arrastrar por esa tendencia que animaba a posponer operaciones para cuanto todo esto pasara, trasladándoselo así a nuestros clientes. Estamos convencidos que no parar y seguir trabajando, teniendo muy presentes las dificultades, ha marcado la diferencia”, añade.
Lo que tras la crisis no ha cambiado en València es la necesidad de una capa de inversión, Jaime Esteban va un paso más allá y aprecia, en ocasiones, cierta involución, “falta cultura de inversión, provocada mayormente por el desconocimiento en los inversores locales que están mucho más orientados a invertir en industria tradicional que en startups”.
A este respecto señala la importancia que para las family offices tiene abordar estos procesos de inversión “acompañados siempre de un profesional” para no caer en errores y, por el contrario, abanderar casos de éxito que animen a otros a seguir estos modelos de financiación.
Esta etapa también ha servido para que SpeedOut haya depurado sus líneas de negocio “aumentando nuestro grado de expertis sobre ciertas áreas y dejando de lado algunas distracciones que tuvimos en el inicio” logrando de este modo situar a la consultora valenciana entre las referentes del sector.