VALÈNCIA. Se empiezan a descubrir los detalles de la programación de la próxima edición de La Mostra de València, el festival de cine que se celebrará del 15 al 24 de octubre. La organización ha adelantado en un comunicado el que será uno de los ciclos paralelos a la Sección Oficial de esta edición: Espectros árabes.
Está integrado por cinco títulos, cuatro de ellos inéditos en España, y permitirá conocer producciones de Egipto, Marruecos o Túnez, volviendo a poner el acento en géneros y narrativas ocultas en la exhibición industrial nacional de países con los que compartimos el charco del Mediterráneo.
“Una de las razones de la escasa producción de género en la zona es el conflicto que supone aproximarse a temáticas sobrenaturales eludiendo la censura que muchos países establecen cuando los argumentos de las películas tratan de cruzar líneas rojas en cuestiones sociales o religiosas, por no hablar de las restricciones en lo que se refiere a la exhibición de cuerpos desnudos o el abordaje de temas eróticos. Tampoco conviene olvidar las dificultades de financiación y las exigencias tecnológicas en efectos digitales que exigen las producciones de corte fantástico”, explica el festival en un comunicado.
“El cine fantástico no ha tenido la oportunidad de desarrollarse en muchos países de la región hasta hace apenas unos años, pero recientemente han surgido títulos muy interesantes que, en ocasiones, recurren a elementos sobrenaturales para plantear importantes reflexiones sobre la identidad y la situación política y social de cada país”, subraya Eduardo Guillot, director artístico del festival.
El cine de terror y de género fantástico ha vivido habitualmente una particular competición cultural entre occidente y oriente, pormenorizando algunas escuelas como el terror francés, el slasher o el j-horror. Sin embargo, el sur del globo también está buscando su propia voz en estas narrativas, marcando como ejemplo de hito Atlantique, de la directora frances Mati Diop, rodada en Dakar y en wólof, que obtuvo el Gran Premio en el Festival de Cannes.
La selección de títulos incluye Kandisha, de Jérôme Cohen-Olivar, inspirada en la figura mitológica marroquí de Aicha Qandicha. Está protagonizada por una abogada criminal que acepta el caso de una mujer acusada de matar a su marido, pero alega que fue asesinado por un espíritu vengativo. Una reflexión en torno a la violencia de género con un reparto que incluye a Amira Casar (Call Me By Your Name) y David Carradine (Kill Bill). Una película que no cuenta con un despliege visual muy depurado pero abrió camino.
La revolución llegó con The Blue Elephant (2014), de Marwan Hamed (reconocido autor egipcio, que debutó en 2006 con El edificio Yacobián). Un thriller de terror psicológico que no solo situó al mundo árabe a nivel internacional en el terreno de los efectos especiales, sino que además se convirtió en un enorme éxito, ostentando durante meses el récord de ser la película más taquillera de la historia del cine egipcio. Basada en la novela homónima de Ahmed Mourad, la película incorporaba alucinaciones psicodélicas y posesiones diabólicas que sedujeron al público hasta el punto de generar una espectacular secuela The Blue Elephant 2. Dark Whispers (2019), que supera con creces a su predecesora y no tiene nada que envidiar a las producciones de Hollywood.
También abre camino Warda (2014), de Hadi El Bagoury, es el primer film egipcio del subgénero found footage. Está protagonizada por un bloguero que regresa a su ciudad natal para investigar y documentar una serie de sucesos paranormales que han estado amenazando a su familia desde la muerte de su padre. La adaptación de uno de los géneros más explotados por el cine norteamericano (Holocausto Caníbal, El proyecto de la bruja de Blair, Paranormal Activity) que encuentra aquí un espacio para experimentar desde otra cultura cinematográfica.
Completa el ciclo Dachra, el primer fim de terror en la historia del cine tunecino, dirigido por el debutante Abdelhamid Bouchnak y presentado a nivel mundial en el prestigioso Festival de Venecia. Se trata de una historia ambientada en una aldea habitada por caníbales que propone una parábola social en torno a la sistemática desaparición de niños que azota al país magrebí. En Venecia sorprendió la capacidad de Bouchnak y su propuesta visual.
“El renacimiento del género en el mundo árabe en las últimas décadas ha favorecido la internacionalización de sus cineastas y la diversificación de sus propuestas”, señalan desde la Mostra. Hablar de cine fantástico árabe significa descubrir una cinematografía que está muy vinculada a las leyendas y a la mitología. Cuentos escalofriantes, criaturas míticas y bestias que desde la cultura oriental han inspirado a todo el mundo. Si en su día la literatura y la tradición oral construyeron estos mitos para aleccionar y explicarse como sociedad. Ahora el cine los utiliza para poner un espejo a los problemas sociales y políticos. Los films los ocupan espectros de un mundo que amenaza las utopías con las que sueñan las sociedades árabes, y que desde la primaveras revolucionarias y la explosión del ciberactivismo, han encontrado en la cultura su mayor aliado.