VALÈNCIA. Vuelve el festival de música electrónica Tagomago después de cuatro meses de turbulencias para las industrias culturales. Tras el establecimiento del estado de alarma, el evento quedó en el aire, y su director, Antoni Aura, define estos meses con una sola palabra: incertidumbre. Al igual que el resto de citas culturales (y no tan culturales), desde Tagomago desconocían cuándo podrían siquiera ponerle fecha al festival. Hoy ya pueden hacerlo: se celebrará los días 24 y 25 de julio en La Mutant.
Los artistas internacionales, eso sí, se quedan fuera esta edición. El Tagomago tiene ya en marcha un protocolo de medidas de higiene y seguridad que todos los asistentes tendrán que respetar. Asistentes que, por otro lado, se desconoce todavía el número exacto de los que podrán asistir. Según Aura, todavía se encuentran a la espera de que La Mutant reciba “al equipo técnico encargado de determinar el aforo”. En cualquier caso, a no ser que tengamos que volver a confinarnos, el festival se celebrará, “aunque fuera con un aforo de tan solo 50 personas”.
Música electrónica en la 'nueva normalidad'
Hace seis meses habría sido inconcebible que durante un concierto de música electrónica los asistentes mantuvieran más de un metro de distancia unos de otros o que todos llevaran mascarillas. Ahora, un escenario tan extraño como este se convierte en el único posible. La 'nueva normalidad' trae consigo “la inseguridad de no saber qué es exactamente lo que va a ocurrir” y, en consecuencia, “la necesidad de centrarse mucho más en el día a día”, lo cual dificulta enormemente la gestión del festival: “Hemos tenido que reestructurarlo todo”, explica Aura. “Ha habido grupos que hemos mantenido, pero muchas bandas se nos han caído. Sobretodo las internacionales, que con las fases se han quedado totalmente en el aire. Nos ha tocado cancelar los vuelos de algunos artistas”.
Ante tanta inseguridad, solo cabe la prudencia. O al menos ese esta siendo el modus operandi que sigue la gestión del festival. En coordinación con Marta Banyuls, coordinadora artística de La Mutant, Aura advierte que, si bien este año no les han tocado las fechas más propicias para la celebración del evento, ya están acostumbrados a ello: “El año pasado nos tocó en el puente de San Juan, y en 2017 tuvimos que buscar otro lugar al auditorio donde se suele celebrar, debido a las inundaciones que hubo”. No obstante, el director se muestra optimista, y afirma que en Tagomago les gusta"poner al mal tiempo buena cara".
Tagomago Fest 2020 es el primer festival que se celebrará en València en la era postcoronavirus, lo cual pone a la dirección en el aprieto de no tener precedentes en los que basarse ante una situación de tal calado. Así, Aura afirma que “les ha costado bastante gestionarlo todo”. Muchos músicos han sufrido cambios en su agenda, lo que ha dificultado que todos pudieran cuadrarla con Tagomago de la forma deseada. “Mausoleo, por ejemplo -uno de los grupos que ya ha confirmado su asistencia al festival-, tenía que actuar en la Marina, así que se nos descuadraron las fechas”.
Y eso solo es la guinda del pastel. Aura cuenta que han tenido que hacer frente a muchos otros problemas: “Teniendo en cuenta las fases, teníamos que ver qué grupos podrían venir y cuáles no. Y luego está el asunto de gestionar toda la hostelería y los hoteles”. Esto último porque desconocían si los hoteles estarían abiertos para ofrecer estancia a los grupos asistentes.
La incertidumbre limita la gestión
Antoni Aura explica que 'incertidumbre' es la palabra que más ha escuchado los últimos cuatro meses. “Es algo con lo que todos estamos viviendo, nosotros como un eslabón más de la sociedad”. No obstante, también afirma que las salas pequeñas de conciertos están mucho peor. “A muchas no les vale la pena abrir con un 50% de aforo, y eso puede ser devastador. Esa preocupación no la tiene La Mutant, porque ya tiene su presupuesto asignado”.
El presupuesto, por otro lado, no es el mismo que otros años. “Desde Tagomago hemos tenido mucha predisposición a que, si era preciso, hicieran una reducción. En cualquier caso, esta edición no va a poder tener tanto público, ni va a poder traer a artistas internacionales, así que la nueva situación nos parece totalmente lógica. No se puede gastar por gastar, y menos en una situación así”.
Si el presupuesto no es un problema, eso no quiere decir que la organización haya sido un camino de rosas. “Nosotros tenemos todos los condicionantes en contra -advierte Aura-: más grupos de música y un espacio cerrado”. Ante esto, barajaron la posibilidad de celebrar el festival al aire libre, pero, como cuenta, “al final esto no pudo hacerse”. Con unas circunstancias así, La Mutant está ahora trabajando en un protocolo de seguridad que ya ha sido aprobado por el Consistori.
Aura destaca que Tagomago Fest no sigue el mismo planteamiento que el de, por ejemplo, una sala privada de conciertos. “La finalidad de las programaciones municipales no es la misma que la de una empresa privada. Hasta cierto punto, se puede buscar un beneficio económico, pero no predomina la finalidad lucrativa, sino la social”. De hecho, la entrada del festival es tan barata que pocas veces hay ganancias económicas.
El planteamiento, contrariamente a esto, es social y divulgativo: “Nuestra línea de actuación es distinta: se nos pide dar una mayor presencia de mujeres en el festival, de artistas locales, así como de un componente más artístico musicalmente hablando”. La finalidad del Tagomago es, pues, la de dar visibilidad a artistas minoritarios que de otro modo solo tendrían la precaria posibilidad de actuar en macrofestivales “con horarios nefastos”.
Una nueva forma de entender la electrónica
Hasta ahora, el Tagomago Fest ha confirmado la presencia de los grupos Alfa Estilo, Mausoleo, Sistema y Wind Atlas. Dani Cerdán, uno de los encargados de producción del festival, revela en primicia a Culturplaza la asistencia de dos bandas más: “Son el grupo de Barcelona Dame Area (que hacen electrónica con percusión y tienen un directo muy bueno) y los madrileños Somos la Herencia (de pop electrónico).
La propuesta de esta sexta edición, según explica Cerdán, está enfocada a la electrónica experimental, pero con estilos más concretos que otros años. “También nos centramos mucho en el post punk, con bandas como Mausoleo”. Todo esto, sin embargo, prescindiendo de las bandas internacionales: “Aunque para julio se pueda traer grupos de fuera, esta indeterminación hace que no sepamos si de un momento a otro se nos caerán grupos del cartel o no”.
Después de cinco ediciones, el objetivo del festival está bastante claro para Cerdán: “Queremos que la gente venga y se lo pase bien. València es una ciudad que ha crecido muchísimo musicalmente. Cada vez hay propuestas más interesantes, y queremos que la nuestra esté ahí”.
Y, por otro lado, las circunstancias actuales pueden servir, según Cerdán, para “disfrutar de la música electrónica de una manera distinta”. “Quizás la distancia social sumada al hecho de que se tendrá que interaccionar menos con la gente, hará que nos fijemos más en la música como tal”, afirma.