Brexit, Italia, tensiones comerciales y, entre otras, las políticas monetarias marcarán el devenir de los mercados -y las inversiones- el próximo ejercicio, según el economista jefe de Robeco
MADRID. Cabe esperar algunas turbulencias en 2019. Tenemos el Brexit, Italia, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, la posibilidad de que la economía estadounidense se sobrecaliente y la perspectiva de que los bancos centrales terminarán en algún momento por pisar el freno con decisión para ralentizar el crecimiento. Los inversores harían bien en estar preparados para cuando estas previsiones se cumplan.
En 2019, el mercado presentará dos caras: por un lado, tendremos un crecimiento continuado, superior a la tendencia, en las economías desarrolladas, así como un crecimiento algo mejor en los mercados emergentes. Sin embargo, por otro lado, se prevé que el brillante panorama económico se vea ensombrecido por la preocupación sobre el final del dilatado mercado alcista que venimos viviendo, la subida de los tipos de interés, las guerras comerciales, el posible sobrecalentamiento de la economía estadounidense y la inquietud en torno a Italia y el Brexit.
Es probable que persistan las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, pero sin experimentar una escalada significativa. El crecimiento en la UE posiblemente se corresponda con el de 2018 y, por tanto, seguirá situándose por encima de la tendencia. Un importante factor de riesgo negativo pasará a ser cosa del pasado el 29 de marzo de 2019, cuando el Reino Unido abandone la UE. Cabe esperar un acuerdo de transición, que esencialmente dé lugar a pocos cambios reales. El plan presupuestario del nuevo gobierno populista italiano constituye un segundo factor de riesgo, ya que vulnera los acuerdos previos con la UE en materia de presupuestos generales. No obstante, Italia terminará por ceder, ya que de lo contrario los intereses del país se verían perjudicados.
El diferencial de crecimiento entre los mercados emergentes y desarrollados irá ampliándose lentamente, lo que supondrá una oportunidad de cosechar mayores rentabilidades para los inversores con más tolerancia al riesgo. En China, las decisiones políticas se encaminarán a mantener una tasa de crecimiento relativamente elevada, por encima del 6,0%, aunque seguramente no tengan más remedio que aceptar una cifra más baja que la de 2018. Gracias al continuado crecimiento de China y los mercados desarrollados, 2019 será seguramente un año bastante bueno para los mercados emergentes.
Se mantiene la preferencia por la renta variable sobre la fija. Sin embargo, es prudente prepararse para las turbulencias que se avecinan. Los inversores harían bien en empezar a buscar acciones más defensivas, con elevada calidad, value y bajo riesgo. Aunque la renta variable estadounidense suele calificarse de defensiva, su atractivo ha disminuido, ya que los inversores se han posicionado para una situación extremadamente favorable al riesgo en EE.UU. en comparación con otras zonas. En su lugar, ante la atenuación de los riesgos asociados al Brexit y a Italia, las acciones europeas resultan más atractivas.
En los mercados de renta fija será complicado encontrar rentabilidades decentes. El crédito y los bonos high yield tienden a experimentar dificultades durante las últimas fases del ciclo económico. Las calificaciones crediticias medias han bajado con los años, lo cual, combinado con el bajísimo nivel de los diferenciales y los intereses, no hace pensar que en esta ocasión la evolución vaya a ser diferente. Tampoco se espera mucho de la deuda pública en euros porque aunque sus intereses han aumentado ligeramente, continúan en niveles notablemente bajos y es probable que suban cuando los bancos centrales pongan fin a sus programas de flexibilización cuantitativa. En el lado positivo, la deuda pública estadounidense probablemente pase a ser una categoría de activos interesante a medida que vayan subiendo los intereses en renta fija. Así mismo, la deuda de mercados emergentes en moneda local resulta ahora más atractiva debido a la enorme depreciación de las divisas emergentes y al hecho de que sus intereses son mucho más elevados que en los mercados desarrollados.
Léon Cornelissen es economista jefe de Robeco