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análisis

Los mercados contienen la respiración ante lo que está pasando en el Golfo Pérsico

El especialista de Oriente Medio de Pictet WM analiza el por qué varios países del Golfo han cortado relaciones con Catar y su impacto que puede tener sobre los mercados financieros

13/06/2017 - 

MADRID. El movimiento de Arabia Saudita y sus aliados los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Egipto, Yemen y Maldivas, para cortar relaciones diplomáticas con Catar es la más grave crisis diplomática entre Estados Árabes del Golfo en décadas. Es un bloqueo de facto de Catar, cuyas fronteras por tierra, y en gran parte, aéreas están cerradas. El rey Salman de rey y su hijo quieren contener y contrarrestar a Irán a alineando a todos los países árabes sunitas del Golfo, donde la voz discordante es Catar, con su negativa a quemar puentes con Irán y caer en la órbita del poder chiíta. Tampoco se tolera la presencia en Catar de los Hermanos Musulmanes.

Hay que tener en cuenta que la declaración de apoyo de EE UU por Trump ha dado margen de maniobra a Arabia Saudita para intentar frenar a Catar. Si Catar pide ayuda a Irán es posible una escalada entre Arabia Saudita e Irán. Sería un shock para los mercados financieros, con subida de los precios del petróleo y gas, riesgos de interrupción de la extracción y suministro y efectos negativos en la economía internacional.

En cualquier caso esta crisis es indicativa de tensiones en Medio Oriente y el impacto de la nueva administración de EE UU en la región. El apoyo incondicional de Trump en su visita el 21 de mayo, en contraste con la actitud de la administración Obama, permite a Arabia Saudí mostrar una posición mucho más dura respecto a Irán y ser inflexible en su deseo de reunir a todos los Estados sunitas de la región para contrarrestar el creciente poder de Irán.

Catar, sunní, está también dirigido por una monarquía conservadora, pero ha mantenido una política exterior muy independiente de Arabia Saudita. Explota con Irán un enorme campo de gas del Norte, que proporciona riqueza desde los 90 -Catar es el mayor exportador mundial de gas natural licuado-.  Además acoge a los Hermanos Musulmanes, detestados por la monarquía saudita, que los considera rivales para la preeminencia religiosa Sunní y potencial amenazas para la estabilidad de su régimen. Además, Catar ha hecho del canal de televisión por satélite al-Jazeera un foro para la crítica a las potencias de la región.

Además a finales de diciembre los aliados rebeldes sirios perdieron Alepo oriental a las fuerzas de Bashar al-Assad con apoyo iraní y ruso y desde principios de año el régimen sirio y sus aliados iraníes avanzan contra los rebeldes en Siria. Además Arabia Saudita y sus aliados no logran superar la rebelión chiita en Yemen, que consideran una interferencia iraní en su patio trasero.

Con Irán en el punto de mira

El emir de Catar, con mediación de Turquía y, en menor medida, Kuwait y Omán, se puede comprometer a una actitud más conciliadora con Arabia Saudita y sus aliados. Se puede distanciar de Teherán y de los Hermanos Musulmanes y otros movimientos que se oponen a los regímenes conservadores en la región. Pero puede perder parte de su soberanía e independencia exterior y crear descontento en parte de la población susceptible a la influencia de los Hermanos Musulmanes.

Por otra parte, el emir de Catar puede decidir preservar su independencia a toda costa. Para ello puede aprovechar su riqueza, en particular el muy bien dotado fondo soberano, y acercase a Irán para compensar el bloqueo, lo que Teherán aceptaría. En tal caso Arabia Saudita y sus aliados pueden maniobrar un cambio de poder en Catar y tal vez imponer un bloqueo naval a sus exportaciones de gas licuado.


En el peor caso los líderes cataríes, conscientes de la debilidad sus fuerzas armadas (menos de 10.000 soldados) pueden hacer llamamiento a Irán para garantizar su supervivencia política. En ese caso Arabia Saudita y sus aliados, no dispuestos a correr el riesgo de que haya una cabeza de puente iraní en la región, intervendrían militarmente, con escalada directa entre Irán y Arabia Saudita, donde la gran base militar estadounidense en Catar (al-Udeid) añade riesgos.

Un aumento de las tensiones con Irán puede conducir a una intervención de EE UU. Sería un shock para los mercados financieros, provocando repentino aumento de la volatilidad. Además haría subir los precios del petróleo y gas, con riesgos de interrupción de la extracción y suministro en el Golfo -20% del suministro de petróleo del mundo pasa por el estrecho de Ormuz y las exportaciones de gas licuado de Catar representan un tercio del total mundial-.

Errores de política exterior

Esta hipótesis no puede ser descartada (los errores de política exterior no son infrecuentes en Oriente Medio), pero la primera es más probable.  La llamada de Catar a Irán sería considerada 'casus belli' por Riad y desagradaría a la administración Trump. Podría resultar suicida para la familia gobernante de Catar.  Además Arabia Saudita en el pasado ha juzgado catastrófico para la región una escalada bélica con Irán.  Así que la mediación puede traducirse en una Catar más dócil y la crisis no tener efecto significativo o duradero en la economía internacional, precios del petróleo y mercados financieros.

En cualquier caso esta crisis puede ser preludio de otras regionales. De hecho, la contraofensiva contra la influencia iraní liderada por Arabia Saudita y apoyada por la administración Trump no está exenta de peligros. Una falta de resultados puede debilitar a los líderes de Arabia Saudita o Irán y desestabilizar sus regímenes, cruciales para la estabilidad en la región y los precios de los hidrocarburos, la economía mundial y mercados financieros. Aunque Catar ceda en semanas el recrudecimiento de tensiones en Medio Oriente puede traer nuevas rachas de inestabilidad.

Pascal de Crousaz es especialista de Oriente Medio de Pictet WM

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