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En el lado seguro  / OPINIÓN

Los problemas de inversión en el seguro de vida

Las rentabilidades negativas de la deuda pública representan un problema para el seguro de vida

2/11/2016 - 

Quien suscribe es de los que opina que los seguros de vida están llamados a jugar un papel central dentro de la previsión social complementaria. Día tras día aparecen datos sobre la necesidad de reformar nuestro sistema público de pensiones. Los números son tozudos, se afirma, por lo que parece difícil sostener un sistema de reparto como es el actual con una población cada vez más envejecida. O dicho quizás de un modo ciertamente simplista, si cada día hay más personas que reciben y cada vez hay menos personas que contribuyen, llegará un momento más cercano que lejano en que no se podrán atender las pensiones públicas, al menos en la cuantía de las actuales. 

La solución esgrimida consiste en complementar las pensiones públicas con fórmulas privadas. La diferencia estriba en que estas últimas utilizan un sistema de capitalización y, por tanto, son inmunes a la estructura demográfica. Los modelos privados se basan, aunque sea dicho de un modo grosero, en entregar nuestro ahorro ahora para que se nos devuelva transcurrido el período pactado. Por tanto, se espeta, es necesario poder destinar recursos financieros a la constitución de una bolsa que permita hacer frente a los desembolsos futuros. Aquí prima el ahorro sobre la solidaridad. La naturaleza recíproca de la relación avoca a que satisfecha la prestación comprometida finaliza la obligación de la entidad privada, todo ello con independencia de que la vida del cliente se prolongue más de lo previsto o se incrementen sus necesidades fruto de enfermedades o de situaciones de dependencia.

Hasta aquí nada nuevo hemos aportado sobre lo ya reflejado en numerosas ocasiones. Nuestra pretensión en estas líneas es llamar la atención sobre la incidencia que está teniendo la rentabilidad de la deuda pública sobre el seguro de vida. Efectivamente, los seguros que entrañan ahorro están llamados a desempeñar un importante papel dentro de la previsión social complementaria, pues a diferencia de otras fórmulas financieras el seguro de vida ha destacado por primar la seguridad sobre la rentabilidad. Ciertamente hay seguros de vida que entrañan inversión, como sucede con los conocidos como unit link, pero no es menos cierto que el paradigma de seguro de vida que todavía prima en la sociedad española en materia de pensiones es aquel que garantiza unas cantidades ciertas en el momento de hacer efectiva la prestación comprometida por el asegurador, bien en forma de renta o bien en forma de capital. Si no queremos sobresaltos con nuestra pensión, una opción certera es el seguro de vida, porque éste puede garantizar las cantidades a abonar en el momento establecido.

Ahora bien, y esto no puede ser olvidado, el seguro de vida se base en un sistema de capitalización. Nosotros entregamos el dinero para que la entidad aseguradora lo invierta y llegado el momento nos lo devuelva con la rentabilidad garantizada. Es más, incluso si las inversiones han sido fructíferas pueden incluso producirse un aumento de la rentabilidad que nos comunica anualmente nuestra entidad aseguradora.

Sentado lo anterior, parece una obviedad, que si lo que pretendemos es garantizar que llegado el momento el dinero esté a disposición del cliente, las inversiones no pueden hacerse de modo alegre sino guiados por la suma prudencia. Insistimos, el seguro no está para sobresaltos sino para ofrecer tranquilidad al asegurado. Por eso parece lógico que la nueva normativa de ordenación, supervisión y solvencia implementada en nuestro país como consecuencia de los mandatos comunitarios haya hecho especial hincapié en esta cuestión.

El problema en la actualidad reside en que un instrumento tradicional de inversión de los seguros de vida ha sido la deuda pública y ésta ya tiene rentabilidades negativas. Parece razonable sostener que es una modalidad de inversión prudente. Sin embargo, la actual coyuntura del mercado de deuda pública pone en cuestión dogmas hasta ahora incuestionables. Si la deuda pública tiene rentabilidades negativas, la apreciación cambia pues lo único seguro es la pérdida. Baste citar la última subasta del Tesoro donde las letras a 12 meses ofrecieron una rentabilidad negativa del 0,248%, mientras que los bonos a 3 años también obtuvieron una rentabilidad negativa del 0,122%. 

Nos encontramos sin duda ante un importante desafío del sector asegurador: mantener las rentabilidades sin perder la solvencia. No será fácil, pero es necesario abordar el problema. Si las rentabilidades siguen siendo negativas habrá que plantearse cómo canalizar el ahorro de los seguros de vida. Lo que no parece ahora prudente es perseverar en modelos de inversión cuando los escenarios han cambiado tan radicalmente. Hace no tantos años parecía impensable que la deuda pública ofreciera rentabilidades negativas. Pero lo ha hecho y no parece que la tendencia vaya a cambiar a corto plazo. Y es que nunca llueve a gusto de todos. Lo que es bueno para la financiación del Estado, empieza a ser un problema para la previsión social. 

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