VALÈNCIA. Este sábado se han entregado en el cementerio de Paterna los restos de veinte represaliados por el franquismo. Veinte hombres que fueron asesinados el 30 de noviembre o el 9 de diciembre de 1939 y que provienen principalmente de municipios de La Ribera y de La Safor. Entre ellos, se encontraban los últimos alcaldes republicanos de Carlet, Francisco Navasquillo, y de Tavernes de la Valldigna, Vicente Gómez Marí.
Los cuerpos han sido rescatados de la Fosa 112 del cementerio, donde se enterró a un total de cien fusilados. Dos de ellos fueron extraídos antes de que comenzasen oficialmente las tareas de exhumación, por lo que actualmente quedaban 98. Según he explicado Carmen Gómez, presidenta de la asociación de familiares, uno de los cuerpos presumiblemente recuperados por la familia también pertenecía a un alcalde. Concretamente, el de Torrent.
La asociación de familiares de la Fosa 112 fue una de las primeras en exigir el derecho de recuperar los cuerpos de los represaliados. Se constituyeron en el año 2017, y a partir de ese momento comenzaron a dar los pasos necesarios para devolver a sus padres, abuelos y tíos a sus respectivos municipios. Una tarea que no siempre fue sencilla: "Al principio nos pusieron muchos problemas, yo he tenido que escuchar a una jueza decirme que solo hacía esto por el dinero de mi abuelo", lamentaba Gómez.
Sin embargo, el paso de los años y el cambio de actitud en las administraciones públicas ha ido allanando el camino hasta este momento: "Como una de las primeras asociaciones en constituirse, hemos tenido que afrontar a título personal muchos procesos documentales y legales que en realidad tendrían que haber estado en manos de instituciones superiores a nosotros, de gobiernos europeos avanzados", continuaba la presidenta de la asociación.
"Nos hemos tenido que enfrentar a mucho trabajo, mucha incomprensión y el rechazo de la sociedad. A veces incluso nos han hecho ver que estábamos haciendo una cosa indigna", denunciaba Carmen Gómez. "Pero nosotros solo pedíamos poder enterrar con dignidad a nuestros familiares, nada más. Dejarlos descansar en paz con sus mujeres, padres, hijos".
Finalmente, Gómez también ha querido tener palabras para el recuerdo de todas las mujeres e hijos a los que los hombres asesinados dejaron atrás: "Lamentablemente, quien moría injustamente moría injustamente y ya está. Pero los que se quedaron sufrieron mucho. Las mujeres tuvieron que soportar violencia económica, física y social durante muchos años". "Lo único que pedimos es que no se olvide el sacrificio que todos estos hombres hicieron por la libertad, y que sean un ejemplo para futuras generaciones".
Carmen Gómez es nieta de Vicente Gómez Marí, primer alcalde democrático de Tavernes de la Valldigna. Labrador de profesión, murió a los 45 años fusilado en Paterna. "Mi abuelo hizo muchas cosas por la educación, la sanidad, la cultura y la igualdad. Y claro, un hombre como él molestaba mucho al régimen".
"Él habilitó desde de el ayuntamiento varios locales para que los niños pudieran ir al colegio, y también puso en marcha formación para adultos en los casinos republicanos. Y no solo eso, sino que además fue pionero en la igualdad entre hombres y mujeres. Antes los maestros no cobraban lo mismo que las maestras, pero como su sueldo dependía del ayuntamiento, él decidió que al mismo trabajo mismo salario", recuerda su nieta.
"Cuando lo fusilaron, tenía un hijo de 7 años y una hija de 14. Mi abuela lo tuvo muy complicado luego para poder salir adelante y darles de comer", concluye al respecto.
Por su parte, Francisco Navasquillo Martínez fue el último alcalde republicano de Carlet. Murió fusilado a los 49 años de edad, y también era labrador de profesión: "Mi abuelo fue un emprendedor de su época. Empezó de la nada y poco a poco fue haciéndose con tierras para trabajarlas. Claro, en aquella época las tierras estaban en manos de terratenientes muy potentes, y alguien como mi abuelo podía ser una competencia indeseada. Por eso lo vendieron", expone tajantemente su nieto, Francisco Arenes Navasquillo.
"Cuando fusilaron a mi abuelo, a mi familia se lo quitaron todo. Tuvieron que comprarse una vaca y vender la leche para poder subsistir, porque el régimen se llevó todas sus pertenencias. Luego vinieron años de persecución, de marginación. Eran los rojos del pueblo y siempre hemos vivido señalados por ello", explica. "Mi abuelo era una persona con muchísimo carisma, por eso llegó a donde llegó. Incluso después de la guerra los de las derechas intentaron ficharlo, pero él no quiso renunciar a sus principios y acabó fusilado".
"Al final de la guerra, el régimen dijo que quien no tuviera las manos manchadas de sangre no tenía nada que temer. Por eso, mi abuelo renunció a la idea de huir. Podría haberse ido a Alicante y montar en un barco, pero no lo hizo", lamenta. "Vivir así es muy duro, nosotros tenemos que salir todos los días a la calle y cruzarnos con quienes sacaron a mi abuelo de casa aquella noche. No ha habido nunca el más mínimo atisbo de arrepentimiento".
Por su parte, una de las figuras más luchadoras en la tarea de recuperar los restos de su padre ha sido Pepa Peiró González, hija de José Peiró Calabuig. Ella era tan solo una niña cuando su padre fue fusilado a los 34 años, pero su recuerdo la ha perseguido siempre gracias a la persistencia de su madre, que nunca dejó que la memoria de su marido cayera en el olvido.
"Era chófer, y llevaba el coche de la línea entre Tavernes de la Valldigna y València", explica. "Estando en la cárcel nos envió más de 200 cartas, cartas que todavía guardamos y que mi madre siempre nos dejó leer y conocer. Un día fue a verlo a la cárcel, a San Miguel de los Reyes, y allí mismo le dijeron que ya estaba muerto, que ya se lo habían llevado. Fue muy duro para ella, pero por suerte siempre tuvo el apoyo de mis abuelos, los padres de mi padre. Ella se quedó viuda con tan solo 28 años".
"Aquella situación la marcó para siempre. En los últimos años de su vida tuvo Alzheimer, y ya no se acordaba ni de mí ni de nadie. Pero yo la sacaba a la terraza para que le diera el sol, y a veces la escuchaba murmurar cosas como 'míralo, ahí va'. Yo me asomaba y veía pasar a un hombre. Era el que se llevó a mi padre. No era capaz de reconocer a nadie pero después de tantos años de su cara se seguía acordando".
Por el momento, de los 98 cuerpos que había en la Fosa 112 tan solo se han podido identificar 21. Los veinte que se han entregado este sábado y otro que fue devuelto a su familia el pasado mes de agosto. A los 77 restantes todavía no se les ha podido poner nombre, pero Carmen Gómez explica que las tareas seguirán adelante: "El Consell ha firmado un acuerdo con el Fisabio y con la UV para seguir estudiando los restos".
Los cuerpos que ya han sido entregados son: de Albalat de la Ribera, Pedro Juan Pérez, jornalero de 37 años, y Ramón Egea, labrador de 34. De Alcàsser, Vicente Villanova, labrador de 35 años. De Carlet, Vicente Monzó, labrador de 45 años y el alcalde Francisco Navasquillo. De Castelló de la Ribera Antonio Patricio Sancho, labrador de 40 años.
Por su parte, de Cullera se han identificado diversos restos: Agustín Beltrán, labrador de 40 años, Fernando Costa, chófer de 28, José Peiró, fumigador de 59, Manuel Sieres, labrador de 33, Juan Vallet, fumigador de 49 y Vicente Bayona, ladrador de 35 años. Por su parte, de Oliva procedía José Frasquet, comerciante de 37 años.
Eduardo Ribera, labrador de 29 años provenía de Sueca. Y, finalmente, el resto eran todos de Tavernes de la Valldigna: Vicente Carbó, labrador de 41 años, José Duato, operador de 42, José Peiró, chófer de 34, Felipe Sala, labrador de 31 años, Eduardo Sancho, labrador de 35, Juan Bautista Solanes, labrador de 33, y Vicente Gómez Marí, el alcalde.