VINOS DE LAS ISLAS 

Los robinsones del vino

Los vinos isleños nos traen a la memoria al Robinson Crusoe de DanielDafoe y sus insólitas e increíbles historias. Un náufrago que vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada y que poco a poco se acostumbró a las ausencias

| 07/07/2017 | 4 min, 31 seg

Hasta que oportuno como pocos, llegó Viernes para rescatarlo de una tribu caníbal. Sí, amigos, se lo iban a merendar, como no podía ser de otra manera, un día como hoy, un viernes, el día hedonista que antecede al sábado y al que precede el juernes (al próximo que diga “como no puede ser de otra manera” o juernes tiene billete gratis a algún lejano atolón con todos los gastos pagados).

¿De qué archipiélagos hablamos? Pues de los españoles. Porque por mucho que después de un par de copas digamos que Hawái y Bombay son dos paraísos, no nos engañemos, todos sabemos que Bombay es una ginebra, no una isla, tía. Así que con la excusa del verano y sobre todo porque nos gusta viajar, nos vamos de ínsulas. Nos plantamos el bañador, en los pies abarcas o cholas (que no queremos quemarnos), y nos hacemos con una tumbona desde la que dejaremos que el hedonismo nos invada. Cerramos los ojos y comienza el desfile de vinos. Canarios y baleares, como ya habrán supuesto. Porque desde hace algunos años estos dos lugares nos fascinan con un puñado de estupendas bodegas que trabajan las uvas de la tierra con mimo y pasión. La unión más segura para garantizar el éxito. Vinos frescos como la historia de Robinson, quien de haber tenido vid seguro que hubiese sido viñador.

Empezamos a lo grande y sin miedo a que la cosa decaiga porque tenemos la certeza de que con lo que traemos en la mochila lo pasaremos pirata. Embarcamos en Tenerife con Ignios Marmajuelo 2014 (Ignios Orígenes), un blanco de la variedad marmajuelo de picones higos chumbos y directo volumen. Una bestia que acunamos en compañía de un conejo en salmorejo.

Izamos velas y cogemos velocidad para volar muy alto con el palmero Matias i Torres Diego 2015 (Bodega Matías i Torres). Un vino elaborado con la poco común uva diego. Descomunal intensidad. Complejo y señor nos hace viajar al monte de la Esperanza donde, entre insectos y culebrinas, nos comemos un infame bocadillo de salchichas. Combinación jipi-chic que engrandece cada trago de esta botella.

Ponemos en situación el hombro para que pose sus garritas Los Loros 2015 (Bodega el Borujo). Un albillo criollo que se clava en el alma con paisaje de volcán y fondo marino. Nos damos un salino chapuzón y disfrutamos de él con unas lapas a la plancha en pleno puerto. 

Pasamos a los tintos con una de nuestras bodegas de referencia y, como es lógico, entre tanto bueno nos cuesta tomar decisiones. Elegimos su singular Los Pasitos 2014 (Suertes del Marqués) de baboso negro. Silvestres especias de persistencia redonda con las que hacemos una parada en el Bodegón Campestre. ¿El menú? Morcilla de almendras y carne a la brasa.

Nos despedimos de las Canarias con otro vino que nos conecta con nuestro yo más guapo, el Táganan Tinto 2015 (Envínate). Elaborado a partir de diferentes variedades locales nos refresca con su brutal acidez mientras invita a comer un puchero con garbanzas, papas, pera, bubango, piñas de millo… y las carnes de vaca, cerdo y pollo, claro.

Respiramos con ganas para seguir. Porque no tenemos miedo al avión ni al barco, así que cruzamos el charco hasta las islas Baleares donde nos camelan con futónicos vinos. Sibila 2012 (Vinos y Viñedos Tramuntana) es un magnífico tinto de uva gorgollassa que no nos podemos perder. Poliédrico zigzag de directo granito que emociona. Lo acompañamos con unas patatas fritas con sobrasada y un huevo o dos. Con mucha puntilla, eso sí.

Tanuki Bob 2014 (Gallinas y Focas) es un perezoso cachorrillo que corretea por el monte entre flores y hierbas varias. Hecho con la uva manto negro se descubre fluido y mineral y nos lleva de la mano al restaurante  S´Espigó donde nos espera una sabrosa cazuela de langosta.

Esquivando algunas olas llegamos al Château Paquita 2015 (Bodegas Sistema Vinari), un vino de callet, manto negro y monastrell. Praderas de alegre brisa para dedicar tiempo a cocinar una coca de pimientos y sardinas, qué cosa más rica.

Tianna Bocchoris Negre 2015 (Celler Tianna Negre) combina uvas locales y foráneas con un resultado de floral estructura que ganará con la paciencia que tanta falta hace casi siempre. Seriedad contenida que acompañamos de un clásico frito mallorquín de cordero y verduras de temporada.

Escuchamos un tic tac de cocodrilo que nos dice que ha llegado la hora de despedirnos por esta semana y lo hacemos con uno de los pioneros de esta refrescante corriente de vinos isleños de prometedor futuro,  4 kilos 2015 (4 Kilos Vinícola). Un callet carnoso y frutal con el que nos  sentamos en la terraza del ibicenco Bar Costa donde pedimos un bocadillo de queso. Infalible antídoto para asentar impresiones después de tanto andurreo.

Y de Viernes hablaremos otro día, otro viernes.

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