Foto: EVA MÁÑEZVALÈNCIA. Maite Ibáñez retoma una idea que deslizó en la que sería su primera rueda de prensa como concejala de Acción Cultural, allá por el otoño de 2019, la de la creación de un consejo de programación, tanto en La Mutant como el Teatre El Musical, que sirviera como un ente complementario a la propia dirección artística. Desde el departamento se proponía la creación de un grupo de trabajo, formado principalmente por profesionales del sector y también por personal administrativo cuyas funciones —retribuidas— serían principalmente las de evaluar el cumplimiento del “plan estratégico de la coordinación artística” y las de proponer actividades para completar la programación en la línea del plan estratégico de cada centro cultural.
Ibáñez planteaba, además que el consejo se renovara, aunque fuera solo en parte, de manera anual, y que en el grupo de cada teatro estuviera incluida la persona que dirija el otro centro escénico.
Con todo esto, el tiempo fue pasando y el proyecto no avanzaba. Y hasta 2021, cuando Ibáñez, a preguntas de Culturplaza, comentó que la pandemia había dejado la idea en stand-by: “No está eliminada de nuestras prioridades, pero se ha dejado como una cuestión secundaria. Está a la espera”. En contexto: la frase se pronunció tres meses antes de que Marta Banyuls renunciara a la dirección de La Mutant y que Acción Cultural decidiera dar un giro de 180 en el modelo de este puesto al incluirlo en la Relación de Puestos de Trabajo y, por tanto, funcionarializarlo. Ya no hay un proyecto estratégico con el que se elige a la persona que estará durante unos años al mando de cada centro, sino un funcionario que, a través de una comisión de servicios, está ahí sin fecha de relevo.
Sin embargo, fuente de Acción Cultural afirmaron ayer que el proyecto de las comisiones sigue en tintero y que, de hecho, se abordarán inmediatamente después de haber resuelto la nueva dirección de La Mutant, algo que se prevé para finales de mes. Según explican desde la concejalía, la nueva naturaleza de la dirección de La Mutant, que después se extenderá al Teatre El Musical, no es incompatible con ese grupo de trabajo.
Hasta ahora aún no ha trascendido cuál sería ni la retribución, ni cómo será el proceso de elecciones de personas, ni cuál será la vinculación formal de sus decisiones en la programación final. Dudas capitales que, resueltas, transformarán un poquito más la revolución de los teatros municipales.
