VALÈNCIA.- Para aclararnos, los Vidal fotógrafos son cuatro: Martín Vidal, el abuelo; Luis Vidal Corella, el padre; Luis Vidal Vidal, el hijo, y Luis Vidal Ayala, el nieto. La estirpe arranca con Martín Vidal Romero. Era un bohemio y un hombre con una curiosidad innata al que le condicionó ser sobrino-nieto del maestro Giner, del músico Salvador Giner. Porque su padre era ebanista, pero a él le tiró la música. Estudió en el conservatorio y llegó a ser profesional. Pero también le gustaba mucho la pintura, la imagen, en realidad, y convivió con los pintores de su época, incluido Joaquín Sorolla. Y, claro, cuando llegó ese invento llamado fotografía a finales del siglo XIX, se rindió de inmediato y en cuanto pudo se compró una de aquellas aparatosas cámaras de la época.
Su nieto Luis, que tiene un aspecto admirable a sus 85 años, no tarda en dejar clara la jerarquía. Su padre fue un maestro, cuyos trabajos durante la Guerra Civil no tuvieron nada que envidiar a Robert Capa ni a nadie. Luego llegó él y trabajó durante años en el periódico Levante. Y al final de esta historia está su hijo, Luis Vidal, quien, después de soltarse en varios periódicos, acabó como fotógrafo de los presidentes de la Generalitat que tuvo el PP durante sus años de dominio en las urnas.
El abuelo empezó fotografiando bodegones y haciendo retratos de la familia. Cosas cotidianas que no tardó en dejar atrás en cuanto su cuñado, Paco Corella, que trabajaba en el Diario de Valencia, le convenció para que presentara unas fotos fantásticas que había hecho de una inundación. «Se las publicaron y ahí ya se envenenó», explica el hijo antes de estallar en una carcajada. Porque él sabe bien lo que es el veneno del periodismo y entregarse en alma a un oficio. «Una vez entras, de esta profesión ya no sales».