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el interior de las cosas / OPINIÓN

Los sueños que caen del cielo

27/12/2022 - 

CASTELLÓ. Antes eran los reyes de Madrid, y cada noche del 24 de diciembre dejaban regalos a esos dos pequeños que viajaban desde Morella. Después, el trayecto era tan largo que hasta el día 5 de enero no tocaban las montañas de Els Ports. Una preciosa leyenda que se mantuvo todo el tiempo permitido, hasta perderse la magia de aquellas noches infinitas. Hoy, inevitablemente, quien llegó en la Nochebuena morellana fue el Pare Noel de Castelló. En la medianoche, mis pequeños suspiraban nerviosos mientras veíamos desde el balcón de mi estimado XD, el paso veloz de aviones cuyas luces intermitentes eran los trineos del séquito del hombre de las nieves. Sobrevoló Morella durante varias horas, hasta que en la casa comenzaron a escucharse ruidos extraños. 

El nerviosismo, las risas y ocurrencias de mis pequeños han sido el mejor regalo navideño. Uno de los balcones se llenaron de regalos sin que nadie supiera cómo había pasado. ¡Claro!, -me decía Aimar-, es que los tira desde el cielo, Amparooo, pronunciando mi nombre en tono elevado, por si no había entendido tal evidencia. Y se hizo la magia. Biel, que nunca ha consentido ponerse nada sobre su cabeza, pasó la noche bajo un casco de bombero, armado de linterna y extintor, mientras su primo Aimar vociferaba por megafonía que se había declarado un incendio y había que apagarlo rápidamente. Y Biel resoplaba con fuerza para combatir las llamas imaginarias. Dos bomberos y un entusiasta Quim que les perseguía gateando sin descanso, con esa sonrisa enorme que siempre lleva puesta. Y se hizo la magia.

El cielo de Morella estaba ayer radiante, transparente, de un azul intenso, con un sol de invierno que ha irradiado calor en este día de Navidad. Niñas y niños paseaban por las calles y por la Alameda con los primeros juguetes de una temporada que culmina tras repetirse el 6 de enero. La felicidad infantil es contagiosa, espléndida. Nos coge de la mano, apretando fuertemente nuestras tristezas y desalientos. Es la esperanza, y las ilusiones, que merodean estos días en medio de los prolongados colores que nos rodean. Es la Navidad invasiva que llama a todas las puertas, a pesar de las enormes dificultades que habitan los hogares. 

Elizabeth Gadd

Pero estas fiestas navideñas han sido también una cita con Plácido, la película dirigida en 1961 por Luis García Berlanga y candidata a los Premios Oscar como cinta de habla no inglesa. La genial película de Berlanga muestra aquella campaña de la dictadura franquista Siente un pobre a su mesa. La mirada berlanguiana se posa de forma certera en las duras desigualdades del momento, y en la caridad que lava conciencias burguesas. Con el paso del tiempo, esta cinta mantiene cierta vigencia. Hoy son centenares de miles de personas que precisan ayuda para poder abordar el pago de una hipoteca o los plazos de cualquier adquisición. Hoy son centenares de miles las personas que están pasando frío en este invierno maldito, que habrán reducido la cesta de la compra a una mínima expresión del agobiante consumismo que predican los altavoces mediáticos. Y, hoy, también, los ricos siguen siendo los de siempre. 

Los sueños, dicen, caen del cielo en estas fechas, pero no bajan ni tocan tierra cómo debieran y, aunque pasemos largas noches mirando detenidamente el firmamento, las estrellas siguen siendo astros silenciosos y solitarios. 

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