VALÈNCIA. Final feliz para el experimento del Palau Sant Jordi, en el que un concierto de Love Of Lesbian reunió a 5.000 personas sin distancia de seguridad. Esta mañana se han presentado los datos, y la conclusión es que el evento, celebrado hace ahora un mes, no fue "de supertransmisión". Tras analizar los resultados de personas que dieron positivo en los 14 días posteriores al concierto, la incidencia arroja un resultado de 131 contagios por cada 100.000 habitantes (6 casos entre las 4.562 personas que acudieron). Eso significa la mitad de los 260 de IA que se registró en la población general de Barcelona en el mismo rango de edad que las personas que acudieron al concierto. Ni siquiera ajustando los datos y sumando posibles personas asintomáticas (un 40%, como se calcula en la población general) se alcanzaría la incidencia media que sirve como cifra de control. Por tanto, el estudio sostiene que "la gente estuvo más segura acudiendo a este concierto que en casi cualquier otro lugar de la ciudad de Barcelona", según ha sostenido el doctor Josep Maria Llibre.
Tras una entrevista epidemiológica con los seis contagios, se ha determinado que, al menos cuatro de ellos, no se habrían contagiado en el propio concierto. Por lo tanto, "no se ha podido concluir" que haya habido ningún tipo de transmisión durante el evento.
El protocolo del experimento que se puso en marcha fue muy concreto. Por la mañana se hizo un cribado a todo el mundo que fuera a acceder al Palau a través de un test de antígenos que estaba vinculado a su entrada de acceso a través de una aplicación. Sobre el total, solo hubo seis personas que dieron positivo, a los que se les devolvió el dinero de la entrada y no se les permitió acudir, igual que dos acompañantes, a pesar de dar estos negativo. Una vez allí, la gente se dividió en tres zonas diferenciadas con una zona de restauración y unos baños separados de la pista. La distancia de seguridad no era un requisito, la gente podía bailar, saltar y concentrarse en un espacio pequeño, eso sí, siempre con mascarilla y sin poder consumir en pista para que no esta no se baje en ningún momento. Tras el concierto, los y las asistentes hicieron vida normal, es decir, seguir cumpliendo las normas sanitarias pero sin necesidad de hacer cuarentena.
Las conclusiones que presenta el experimento es, en primer lugar, que un evento puede cribar a potenciales contagiadores en un grupo de 5.000 personas en mismo día de su celebración y solo a través de un test de antígenos. En segundo lugar, que el protocolo (que ya fue testado en una sala de conciertos con 500 personas, que resultados aún mejores) es trasladable a eventos con más asistentes. Sin embargo, la aplicación de las mismas medidas supone un coste que los propios promotores del experimento han confesado difícilmente asumible. En todo caso, el doctor Llibre cree que "estos resultados van a acelerar mucho el proceso para seguir probando y ajustando las medidas para poder regularlo". La aprobación y apertura dependerá de Salud Pública a nivel estatal.
Ahora cabrá saber cuál será el siguiente paso. Al experimento acudieron un grupo de promotoras y responsables de la marca Mediterranew Musix y de la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana. Este experimento no es, ni mucho menos, vinculante, y se convierte en una de las herramientas con las que diseñar cuál será el festival de música viable este verano y en otros escenarios similares a los de esta pandemia.
En todo caso, los macrofestivales valencianos ya han presentado sendas alternativas a sus citas principales, diseñados para ver las actuaciones sentadas, con distancia de seguridad y con aforos menores.