VALÈNCIA.-El asesor fiscal es esa figura profesional de la que solo nos acordamos cuando toca hacer la declaración de la renta. Entonces nos entran los siete males, pero lo cierto es que podríamos haber gestionado nuestras finanzas con mayor diligencia durante todo el año. Luis Chinchilla es el representante del colectivo en la Comunitat desde hace medio año. Hablamos con él sobre la importancia de la asesoría, tanto para un peluquero como para un banquero, y nos alerta del riesgo que supone pulsar la confirmación del borrador sin haberlo revisado. En referencia a las últimas reformas, admite que la posición de la Agencia Tributaria genera inseguridad jurídica.

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—¿La gente que recurre al asesor fiscal suele tener ingresos altos?

—En absoluto. Quizá esa sea la perspectiva mediática, pero la tarta de las grandes empresas se la reparten unas pocas auditorías, mientras los demás atendemos al pequeño cliente. Necesitan un asesor quienes tienen sicavs y sociedades complejas, pero también los autónomos con pymes o las familias con números domésticos. Esta percepción se afianza cuando llega la declaración de la renta, porque al pasar el borrador por el filtro de una persona medianamente entendida, te puedes ahorrar mucho dinero. La Agencia Tributaria aprisiona al pequeño y al grande. 

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