Luis Rubiales disfruta de muchos frentes abiertos y de mayor calado en su haber que el de tócame los huevos (impresentable) o el beso 'cuñado' para exigirle la blanca. Rubiales cae mal. Muy mal. En Mestalla por lo menos. Durante su mandato la imagen de Rubiales no ha distado mucho de la exhibida en los noventa por dirigentes como Jesús Gil o Lorenzo Sanz. Demasiado músculo, oscurantismo, caciquismo y servilismo.
Sigo con dolor, no hay analgésico que valga para calmarlo, ni remedio natural para paliar mi ánimo de cómo se ha tratado con mayor efervescencia la bochornosa estampa del beso, que el título del Campeonato del Mundo a pies de esta generación de mujeres de Champions.
Todo el protagonismo debió ser para ellas, no ha sido así, y otra protagonista de la noche, excitada, radiante, fue la reina Letizia, mujer que se saltó las reglas del juego, el protocolo de la victoria siendo llamada al orden por el propio presidente de la FIFA en la fiesta de la celebración.
Si la buena gestión o la inmaculada transparencia hubiera ponderado en el fútbol español, Rubiales estaría liquidado. En esta crónica de una muerte anunciada prevalece más el fervor político y el totalitarismo ideológico derivando en una presión mediática lapidaria, algo que resulta incomprensible.
Como también resulta incomprensible acuñar el beso a un acto machista, de un presidente misógino por algunos que no se han calzado unas botas de fútbol en su vida, en un país que lidera en Europa la demanda de prostitución -ahora nadie se va de putas y putos-, y territorio que se sitúa en la red en el puesto número once del mundo en tráfico e interactuaciones de cine X (ahora nadie consume porno). En mi pueblo eso se tacha de fariseísmo o hipocresía.
Sin salirnos del hilo, tampoco hay que tratarlo de marginal el cuestionarse dicho relato no casando con el discurso oficial. El oficialismo es una especie de dictadura encubierta bajo la permanente vigilancia de una democracia de imperativos o logos. O estás conmigo, o estás contra nosotros. Meses antes ya ocurrió algo parecido con el jugador del Real Madrid Vinicius, que se coló y fue portada en el periplo final de la elecciones municipales y autonómicas.
Una vez finalizado el macabro asesinato de Tailandia, a base de portadas y noticieros, nos calzan con perlé el beso brusco de Rubiales en plena investidura del candidato popular a la Presidencia del Gobierno.
Los problemas de los españoles del terreno no son otros que poder llegar a fin de mes. Los problemas de los españoles de las redes son las peripecias o hazañas de Rubiales. Pues eso, más pan y menos circo. No hay que tener miedo por no respaldar el relato oficial. El rebaño para las ovejas. Luis sé fuerte…