La dramaturga Mafalda Bellido rinde homenaje a los represaliados del franquismo con Los que comen tierra, una relato "crudo e intimista" que se sube a las tablas del centro cultural Bulevar Sur del 30 de septiembre al 2 de octubre
VALÈNCIA. Compensación y escucha de los represaliados del franquismo, esto es en cierto modo lo que la actriz y dramaturga Mafalda Bellido pretende a través de Los que comen tierra, una obra en la que reflexionar desde el momento presente a una de las partes clave que construyen la historia de España. A través del texto, escrito por Bellido en 2018 en el I Laboratorio Ínsula Dramataria Josep Lluís Sirera, el director Sergio Serrano ha buscado una puesta en escena intensa y emocional. Un texto duro, pero necesario en la que la poética del texto ayuda a transitar por esos lugares de dolor “Estamos subiendo a escena una pieza que es totalmente necesaria. El dolor que no se ha cerrado debidamente permanece y de alguna manera va pasando de generación en generación"
La pieza, originalmente pensada para siete intérpretes, ha sido adaptada para cinco personajes, entre los que se encuentran, además de la propia autora: Lola López, Ernesto Pastor, Begoña Tena y Jorge Valle, quienes según reafirma Bellido dan toda la emocionalidad al relato: “Al final se trata de un trabajo completa y absolutamente actoral, en el que cada expresión compone una parte clave de todo lo que sucede. Con cada ensayo vamos averiguando cómo acercarnos a la vida y a la muerte de esas cinco persona”.
En una representación intimista Bellido busca repasar el limbo, purgatorio e infierno de un grupo de ejecutados. Cómo todos sus sueños se ven truncados por Franco y la guerra y como realmente queda un purgatorio para los familiares tras toda esta historia: “Es un periodo de nuestra historia que está muy escondida, durante muchos años se ha silenciado este tema en muchas de estas familias, en el colegio y en el instituto se pasa de puntillas por este periodo histórico, pero son muchas las acciones que están volviendo a poner este tema en el punto de mira”.
No es la primera vez que Bellido trabaja sobre el tema, ya lo hizo anteriormente con Yo maté a Carmencita Polo o en Espérame en Mombasa, aunque en estas obras la “memoria reciente de España” era tan solo un factor secundario dentro de los textos: “Gracias a Los que comen tierra he podido traer el relato a primer plano. Antes estaba como algo de trasfondo, pero en esta obra el relato va un paso más allá”. Para confeccionarlo la autora se inspiró enormemente en Leoncio Badía, quien tuvo la dura tarea de sepultar a más de 2.200 fusilados. La inspiración emocional que conmueve a Bellido sobre su trabajo es la que se traslada ahora a las tablas, en una obra que más bien puede resultar en cierto modo “difícil y dolorosa” de ver, pero absolutamente necesaria "no contamos una historia del pasado, contamos una historia que todavía en el presente sigue estando viva en la memoria de los familiares".
“Yo voy al teatro para vivir emociones”, aclara Bellido, comprendiendo que en estas se contemplan de forma conjunta las que puedan resultar menos desagradables también, “es una obra dura, pero nosotros pretendemos contar un pedazo de la vida y de la muerte de un grupo de personas que fueron ejecutadas ya en periodo de paz. Ojalá que al menos un espectador pueda salir conmovido y concienciado”. Al final desde la obra buscan acercarse a un momento, o cápsula de vida en el que, teniendo en cuenta que lo que se va a contar puede afectar de una manera que no sea tan solo la agradable: “Que conozcan lo que pasó, mi intención inicial es darle voz a esas personas que ya no están… por duro que suene supone darle voz a los muertos”.
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