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VALÈNCIA. En 1913 Marcel Proust se veía obligado a recurrir a la autoedición para lograr que viera la luz Por el camino de Swan, primera parte de la célebre y mastodóntica En busca del tiempo perdido. Ningún experto había confiado en el talento de quien más tarde sería reconocido como uno de los grandes novelistas del siglo XX. Su caso no es excepcional: Jane Austen, Edgar Allan Poe o Beatrix Potter son otros de los escritores que tuvieron que costear sus primeras obras ante las negativas de las casas editoriales.
Todo cabe en la red, por ello, las nuevas tecnologías han propiciado la aparición de miles de libros autopublicados en versión digital. Piezas nacidas por y para Internet. Sin embargo, el deseo de poder tocar, oler y ofrecer sus escritos en formato físico -el anhelo de papel, podríamos decir- lleva a muchos autores a no conformarse con las versiones 2.0 y optar por la vía 'proustiana'. Estos escritores acaban recalando en editoriales especializadas, precisamente, en la fórmula del Do it yourself. Algunos llegan a esas latitudes tras el rechazo o el silencio del sector literario tradicional; otros optan directamente por ellas ya que se adaptan mejor a sus necesidades.
Teniendo en cuenta que València instaló su primera imprenta en una fecha tan temprana como 1714, no es de extrañar que la ciudad siga de cerca el fenómeno. Así, son varias las compañías locales dedicadas a estas tareas. Una de ellas es Brúfol, empresa de servicios editoriales diversos que, desde hace un tiempo, cuenta también con una sección de autopublicación. Según explica José Luis Doñate, uno de sus responsables, a esta actividad llegaron "a través de nuestro trabajo como reprografía: en alguna ocasión nos pidieron presupuesto para imprimir obras que algunas personas tenían escritas en un simple documento Word y decidimos ofrecer la posibilidad de ir un poco más allá: ahora hacemos una maquetación profesional, asesoramos a los escritores y elaboramos la tirada que nos soliciten".
Las tarifas resultan tan variables como matices alberga la literatura: encuadernación en tapa dura o blanda, papel de mayor o menor grosor, número de páginas del manuscrito, pequeño o gran formato...¿Quién publica con Brúfol? "A nosotros suele acudir gente con volúmenes de relatos, pero últimamente también estamos recibiendo muchos poemarios", señala. En su caso, tramitan el depósito legal y el ISBN, y, aunque habitualmente no comercializan ni distribuyen los tomos, en ocasiones sí que los ponen a la venta a través de Amazon, "en esa situación nos llevamos una comisión del 10% por la gestión de la venta y el envío; el resto es para el autor", apunta Doñate.
"Generalmente, los autores que trabajan con nosotros buscan una tirada corta, de unos 100 ejemplares, para hacer una pequeña presentación, vender unos pocos en alguna librería y destinar el resto a los amigos y familia. Al menos se quitan el 'gusanillo' y se dan el gusto de tener su creación en formato físico bien editado", comenta el integrante de Brúfol. Respecto a la edición digital, incide en que han realizado alguna pero "de forma meramente anecdótica". "Parece que lo que interesa a este tipo de autor es tener el libro impreso, poder ojearlo a gusto y verlo en la estantería de casa", explica. El libro como amuleto, como fetiche hipnotizador, como un emblema que lucir con orgullo. En cuanto a la naturaleza de los ejemplares recibidos, en Brúfol prima la variedad "desde poemarios hasta biografías, pasando por algunas novelas y hasta obras de filosofía", señala Doñate.
"Para los autores es una forma de conseguir que su manuscrito se haga realidad evitando los largos procesos de las editoriales tradicionales", apuntan a Cultur Plaza desde Add. Centrada fundamentalmente en el campo de la novela, esta empresa ofrece distintos packs de autoedición pensados para tomos de unas 200 páginas. Así según la cantidad que abone el autor, podrá recibir, o no, servicios como un informe de lectura, maquetación experta o corrección profesional de textos.
"El escritor es el que decide cada característica del producto, desde el tipo de papel hasta la encuadernación", apuntan los responsables de la compañía. La customización que facilita Add es tal que desde su propia página web cada interesado puede diseñar y encargar su libro soñado a golpe de unos cuantos clics. Un proceso quizás algo frío y prosaico, pero probablemente mucho más sencillo de lo que fue para Austen conseguir que Sentido y Sensibilidad se convirtiera en un objeto tangible en 1811 (nadie quería correr el riesgo de invertir en la pluma de una mujer, por lo que sufragó ella misma ese clásico de la literatura anglosajona).
Surgida hace aproximadamente año y medio, el caso de la editorial Vinatea es poco usual, pues forma parte de la ONG Valencianistes per la Solidaritat y los beneficios que genera van destinados a proyectos de cooperación. “En un principio nos centramos en hacer obras divulgativas sobre la historia valenciana y, después, nos dimos cuenta de que había escritores noveles que se dirigían a nosotros para ver si les podíamos publicar. Entonces, lanzamos una segunda línea dedicada a la autoedición”, apunta el responsable de la iniciativa, Salvador Raga. Así, no solamente ofrecen servicios de maquetación y diseño, sino que también prologan algunos títulos, corrigen o pulen los textos si es necesario y organizan presentaciones de los libros. “También nos encargamos de todos los tema legales y ofrecemos los volúmenes a talleres de lectura para que circule entre el mayor púbico posible”.
Eso sí, Salvador Raga llama a la cautela: “hay quien piensa que todo es publicable, pero escribir es un oficio, tiene una técnica, unas fases de aprendizaje. También están los que no asumen que las presentaciones, firmas y eventos publicitarios son parte de la aventura literaria. Para que un libro se venda no basta con que esté en la estantería de una tienda”. En cuanto a las cuestiones económicas, cuentan con dos modelos. En el primero, es el autor el que sufraga todos los gastos generados en el proceso de edición. En el segundo, la editorial realiza un 50% de la inversión y el escritor el otro 50% “eso supone también una responsabilidad moral para los creadores, pues ve que alguien apuesta económicamente por ellos y se implica más en la promoción de la obra”, apunta. “Como ONG, no podemos permitirnos perder dinero, pues eso implicaría hurtar a muchos niños la posibilidad de tener una vida mejor. Así que debemos ser escrupulosos con qué y cómo decidimos trabajar. Ahí es donde aparece el olfato del editor, hay que ser un poco sabueso”, apunta Raga.
En las editoriales tradicionales, la selección de unos títulos frente a otros se presupone como una garantía del valor del producto publicado, ¿pero qué sucede cuando es el propio escritor el que tiene el poder de que su obra llegue a las librerías? “Desde Vinatea intentamos ser totalmente sinceros con nuestros autores y, si algún texto no cumple unos mínimos criterios de calidad, no aceptamos el encargo, pues creemos que eso desvirtúa todo el oficio. Quizás otras empresas lo hagan, pero esa no es nuestra política, no nos parece honesto y tampoco queremos que se divulgue la idea de que realizamos cualquier cosa por dinero, eso es el principio del fin”, defiende el representante de la entidad.
Centrándonos en las tiradas, para los títulos 'Juan Palomo', Vinatea plantea tandas de entre 150 a 350 libros, cifra mucho menor de la que se maneja en el resto de su catálogo. Y es que, de cada una de sus obras habituales ven la luz, como mínimo, mil ejemplares. De todas formas, no hay que dejarse amilanar por la inmediatez numérica, al fin y al cabo, Poe solamente pudo costearse la impresión de 50 copias de su primer poemario.
El evento encara su tercera edición centrado en las editoriales independientes y las publicaciones artísticas