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VALENCIA. La transferencia de conocimiento entre universidad y empresa no es tan habitual en España como en Estados Unidos, motivo por el que los alumnos suelen valorar cuando un profesor ha conseguido encontrar esta conexión del conocimiento con la realidad.
Manuel Pérez Alonso, profesor del Departamento de Genética de la Universitat de València y director del Instituto de Medicina Genómica (Imegen), es un ejemplo de ello. Éste biólogo, descubrió a mitad de la carrera que la genética no solo le parecía apasionante, sino que además tenía unas expectativas y desarrollo que la parecían increíble.
"Aunque mi idea era dedicarme al estudio de plantas y animales, inspirado por Félix Rodríguez de la Fuente y Jacques Cousteau, nada más acabar la carrera tuve la suerte de recibir una beca para realizar el doctorado en el campo de la genética", explica. "Estuve la mayor parte del tiempo en Suecia donde aprendí las primeras técnicas en el campo de análisis del ADN".
Su directora de tesis le animó a establecer su primer laboratorio, algo en lo que fue precoz. "Empecé mi andadura en la investigación, a participar en proyectos internacionales de secuenciación de genomas donde participaban un centenar de laboratorios de todo mundo y era posible observar la competencia a nivel internacional", explica. "Ahí empecé a ver que la investigación era algo que no solo se debía desarrollar en la universidad".
Entre tanto laboratorio, había muchas empresas alemanas que eran empresas biotecnológicas, no consorcios ni universidades. Y ahí vio un camino que permitía que no se quedara todo el conocimiento en artículos científicos. "La investigación tal y como la habían explicado en la universidad no lo era todo. Debía considerarse en una etapa intermedia para luego aplicarlo de una forma completa".
Su primera experiencia empresarial llegó en el año 98, en la que se embarcaron durante 12 años. Antes de crear la primera empresa iniciaron una colaboración de la UV y lo que ahora es Roche en la secuenciación de ADN, el embrión. Tras esta primera iniciativa, fallida por malas decisiones, llegó una segunda y a la tercera fue la vencida con Imegen, creada en 2009.
"Fue el reinicio de una idea tras un tropiezo. A partir de ahí, su situación habitual era estar involucrado en otras empresas y ahora participa en siete biotecnológicas aunque Imegen es la más grande respecto a facturación, donde ya han superado las 50 personas.
Reconoce que no es común ser profesor universitario y empresario . "Soy un bicho raro en el sentido de que en muchos lugares todavía se ve como si fuera una desviación del camino establecido donde todos deben estar" reconoce. "Para el estudiante resulta chocante ver a alguien que compatibiliza ambas partes". Además, reconoce que es una queja habitual de los emprendedores en ciencia que en el ámbito académico no existe reconocimiento por ello.
"Si un profesor decide crear una empresa lo hace a costa de su tiempo libre y no solo arriesgando su patromonio sino que también existe la posibilidad de un deterioro en su carrera académica. Es un esfuerzo adicional grandioso", lamenta. También reconoce que emprender en ciencia tiene algunas peculiaridades, por lo que ha creado la Asociación Española de Emprendedores Científicos.
Destaca como uno de los errores más comunes este tipo de emprendedores el tener que enfrentarse a toda la problemática de lo que es controlar las finanzas, los aspectos jurídicos y todo desde la ignorancia, algo que supone un riesgo al tener que ponerse en manos de asesores que deben ser de confianza."Tengo una pésima experiencia al respecto", apunta.
Esto son cosas que provocan un cierto miedo, que sin conocer este mundo tan complejo de los negocios se puedan exponer a riesgos imprevisibles. Por este motivo, la Asociación Española de Emprendedores Científicos realiza un encuentro nacional de investigadores, profesores y estudiantes de doctorado que tienen su empresa. Ya ha celebrado tres congresos nacionales: Valencia, Granada y Madrid. "Estamos provocando o creando un círculo de amigos donde unos a otros se están cuidando, dando consejos y protegiendo", reconoce Pérez-Alonso.
Imegen es uno de esos casos de éxito que salen de la universidad y que ya ha conseguido que su actividad sea aprovechada desde prácticamente todo el mundo.
Esta compañía factura más de un millón y medio de euros y se dedica a la secuenciación de genoma e investigación biomédica. "Esto nos llevó a ver la posibilidad de aplicarlo en el diagnóstico genético de enfermedades, sobre todo enfocado a las raras", apunta.
Ellos no atienden a pacientes, sino que sirven los médicos y cada vez más de fuera de España, quienes les remiten las muestras para que ellos confirmen un diagnóstico o si necesitan saber la mutación causante de una enfermedad. Las células de los seres vivos contienen la información genética que determina las características de cada individuo. Esta información se almacena codificada como una secuencia de cuatro unidades A, T, G y C que, en su conjunto es el ADN.
Hasta hace unos pocos meses, el diagnóstico genético de las enfermedades humanas se realizaba obteniendo la secuencia de ADN de uno o dos genes y esta tecnología era relativamente cara. Sin embargo, hoy en día las nuevas tecnologías para secuenciar el ADN hacen posible obtener la secuencia de ADN de un exoma humano, conjunto de 4.500-5.000 genes necesarios para la vida, en unas pocas horas.
En estos momentos, la secuenciación del exoma es una técnica en auge, que comienza a utilizarse como herramienta diagnóstica y se perfila como práctica clínica habitual en un futuro próximo. De hecho, Imegen es la primera empresa en España que ofrece el análisis de exomas con fines clínicos a través de los especialistas médicos con el objetivo de diagnosticar una determinada enfermedad genética o prevenir una enfermedad conociendo la susceptibilidad a desarrollar una determinada enfermedad.
"Estamos convencidos de que esta técnica será la más empleada en el futuro para el diagnóstico humano", asegura. Las enfermedades raras son claves en su actividad. "Tenemos poca competencia y es una de las cosas más interesantes que observamos ya que actores principales que tengan una cuota de mercado de más del 10% somos 4 o 5", asegura.
Trabajan con prácticamente todos los hospitales de España y su entrada en el mercado internacional fue más por peticiones que porque ellos lo buscaran. "Figuramos en los directorios internacionales de genética médica como uno de los laboratorios más amplios del mundo", apunta Pérez-Alonso. De hecho, en algunos casos, eran uno de los pocos laboratorios que teníamos test genéticos para una enfermedad particular.