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Maria Arnal: “Una canción de amor también es política y eso no nos tiene que asustar”

Maria Arnal i Marcel Bagés presentan el sábado en Las Naves 45 Cerebros y 1 Corazón, su disco debut y una de las mejores noticias del año musical.

19/05/2017 - 

VALÈNCIA. Cuenta Maria Arnal que el desencadenante de la lorquiana ‘Tú Que Vienes A Rondarme’ hay que buscarlo, en realidad, en una película suiza de 1983: ’En la Ciudad Blanca’, de Alain Tanner, en la que su protagonista abandona su trabajo en un barco al llegar a Lisboa y se enamora de “una mujer con un diamante negro entre las piernas”. La cinta, junto a su obsesión coyuntural con el cómic ‘Promethea' de Alan Moore, terminó por definir la génesis de “la canción de amor que nunca había escrito”. La explicación de cómo se gestó la que es, a todas luces, una de las canciones del año le toma a Arnal cuatro minutos y medio; más de lo que dura la propia composición. “No sé explicarla muy bien aún”, reconoce a pesar de todo.

Es algo puntual que responde al clásico místico del origen incognoscible de la canción, sin embargo. La cantante y compositora ve con claridad el camino que ha tomado junto al guitarrista Marcel Bagés. “45 Cerebros y 1 Corazón está puesta como título del disco porque, entre otras cosas, en cada entrevista será obligatorio que nos pregunten de qué va este rollo y, por tanto, será obligatorio explicarle a la persona esta noticia de las fosas comunes”. Aikido argumental. Nunca antes la previsibilidad del cuestionario periodístico básico había sido utilizada con tanta inteligencia. Ese rollo es aquella noticia del año pasado que revelaba cómo se habían recuperado 45 cerebros y un corazón en una fosa común de la Guerra Civil en La Pedraja burgalesa: 104 cadáveres de “jóvenes hombres de izquierdas”, tal y como contaba el texto de El País.

“Al final todo es político, y una canción de amor también es política. Eso no nos tiene que asustar. Lo político es un planteamiento, una manera de estar en la vida, y eso en nuestras canciones está, y desde lugares distintos”. El resultado de ese planteamiento, en Maria Arnal i Marcel Bagés, es un disco hiperbólico en la magia, construido a partir de la superposición de capas y la disposición de un número infinito de puertas a partir de las cuales acceder. Voz, guitarras y la salsa: la electrónica ambiental. Canciones propias, populares, versiones y adaptaciones de poetas como Vicent Andrés Estellés convierten a 45 Cerebros y 1 Corazón en un maravilloso misterio que tratar de desentrañar a partir de las palabras de Maria Arnal. El sábado, como parte de la programación del excelente Pop’s Marítims, actuarán en Las Naves.

-Tocáis en Valencia este sábado como parte del Pops Marítims, y presentando vuestro primer disco. ¿Cómo están yendo los conciertos?
-Pues muy bien, la verdad. Con algún sold out muy sorprendente que nos emocionó muchísimo. Y luego en los conciertos que hemos ido haciendo nos damos cuenta de que hay más público, de que la gente se sabe las canciones, de que mucha gente ha escuchado el disco. Nosotros, a nivel técnico, hemos añadido algunas cosas un poco más complejas que han funcionado bien hasta el momento.

-¿Cómo se plasma este disco en directo?
-Desde el principio nos pusimos como idea básica no pensar en el disco desde el directo. Esa es una diferencia clave para entender la evolución desde los EPs al disco, porque los EPs eran una foto del directo; esto no queríamos repetirlo, así que tuvimos claro desde el principio que una cosa iba a ser el disco y otra cosa el directo. Por eso en el disco buscamos un productor, David Soler, que nos ayudara con sonidos y ambientes, y un técnico de grabación -Ángel Medina, que es un crack- para trabajar todo el sonido. En el directo tenemos claro que nuestra comunicación, la de Marcel y mía, con el público es muy importante porque el dúo te permite trabajar mucho el presente: mejorar el repertorio, cambiar las introducciones y relacionarlas con el contexto que estás viviendo… todo esto hace que haya una comunicación que siempre ha funcionado y queríamos mantenerla y reforzarla aún más.

Cuando estamos haciendo los conciertos a dúo -en algunos conciertos participa David Soler- el sonido del disco no lo reproducimos igual porque no es nuestra idea, pero sí vamos con un sampler que lanza las bases de las canciones, Marcel ha hecho más compleja la pedalera, hay más guitarras, yo tengo algunos más efectos… Digamos que el directo del disco es una evolución de nuestro directo desde los EPs y lo que se encuentra luego es la forma del directo, que quiere tender vínculos con la gente y ser muy próxima más allá de la música.

-No os obsesiona el hecho de que el directo suene igual que el disco…
-No, no. Esto es una idea desde el principio: no tiene que ser así. De hecho, hay canciones que en el disco tiene 500.000 guitarras y en directo la hacemos con acústica y voz; por ejemplo, ’45 Cerebros y un Corazón’ la hacemos así. Funciona mucho mejor en directo, nos gusta mucho más.

-¿Teníais alguna cosa más de estas innegociables que se plantean antes de hacer el disco?
-Una cosa que queríamos era evolucionar muchísimo en la calidad del sonido. A muchos niveles. Por una parte, sobre todo con el trabajo que hemos hecho con David y Ángel, y por otra parte a nivel de relación con los instrumentos; intentar que hubiera mucha más complejidad y más música, que no fuera tan crudo como en los EPs. Marcel me decía “tiene que sonar a disco, tiene que sonar a disco” y yo no entendía muy bien a qué se refería, pero luego parece que lo hemos conseguido. Todos los elementos están en su justa medida y hay mucha más complejidad en cada canción, más rincones, más capas… 

Teníamos claro, sí o sí, que los únicos instrumentos que queríamos que aparecieran eran voz y guitarras, y nos hacía gracia que voz y guitarra pudieran no ser reconocibles en algunas canciones. Por ejemplo, en la última canción hay una crítica que dice “con esos teclados y esas no sé qué”, y no había ni teclados ni nada: son todo guitarras y voces.

-Por eso habéis regrabado canciones como ‘A la Vida’.
-Nosotros hemos ido compartiendo a través de los EPs los caminos que íbamos probando a nivel sonoro, y que luego nos han servido para poder sacar un disco con canciones que estaban muy trabajadas. Al regrabar canciones, algunas tenían muy claros los caminos nuevos que tenían que tomar porque no nos gustaban cómo los estábamos haciendo y estaban muy nuevas cuando las grabamos. Estamos muy contentos de cómo han quedado todas. Sí que es verdad que ‘A la Vida’ teníamos claro que tampoco queríamos tocarla mucho y está tal como la cantamos ahora mismo en directo: más rápida, más ágil. Simplemente le añadimos las guitarras más contundentes al final. En nuestro primer disco no podía no estar ‘A la Vida’; al final, a pesar de que los EPs han tenido una acogida increíble e insospechada, que ha sobrepasado cualquier expectativa que pudiéramos tener, los ha escuchado muy poca gente y no estábamos muy contentos un año después de cómo habíamos enfocado esa grabación. Por eso queríamos que estuvieran las cuatro canciones de los EPs.

-Es curioso: el disco habla mucho de lo colectivo y, al final, quizá por contagio o no, da la sensación de que sois más de dos.
-Sí. Totalmente. Esta idea desde donde crear está en todos los elementos desde el principio. Lo de hacer canciones a partir de canciones de tradición oral, obviamente ahí está todo eso… Lo de cantar las canciones muy desde el qué se dice, y no tanto desde el gusto musical: ¿aquí qué se está diciendo? Yo pienso mucho en el conjunto del repertorio musical. Desde siempre hay una intención por mi parte muy exagerada de generar una comunicación con la gente. Por ejemplo, la canción de ’45 Cerebros y un Corazón’: esa canción está puesta como título del disco porque, entre otras cosas, en cada entrevista será obligatorio que nos pregunten de qué va este rollo y, por tanto, será obligatorio explicarle a la persona esta noticia de las fosas comunes. Cada canción tiene su pulsión y su razón de estar en este grupo. Así que esto de lo colectivo es así, sí, totalmente.

-Has hablado de comunicación con la gente. ¿Crees que todos entendemos la integridad del mensaje que nos queréis transmitir?
-Bueno, en eso hay de todo. No se puede saber. Igual no llega obviamente al nivel que nosotros pensamos, pero eso da igual porque al final creo que este grupo no se puede entender sin lo que decimos en las letras, todo lo que expresamos en las letras. Hay gente que se queda con ‘El Ball del Vetlatori’, otros con ‘Tú Que Vienes a Rondarme’… Al final no depende de nosotros ni de nuestra capacidad de comunicar, sino que depende del momento vital de estas personas, cuáles son sus referencias musicales o literarias. No sabes muy bien, pero algo llega y no se puede entender este grupo como intérpretes de un repertorio, sino que hay todo un contenido y una manera de pensar que viene de todas nuestras experiencias previas, de compartir, de la gente que tenemos cercana y de esta inquietud permanente de querer salirnos del prejuicio o de la idea que imita.

-Eso lo hablaba con Enric Montefusco -a cuyo disco me recuerda un poco vuestro lírico-, a colación de una canción que la gente ve como una declaración de amor y el desencadenante en realidad fue político y social.
-Bueno, es un poco lo mismo. Tú puedes hacer todo el esfuerzo de comunicar. Nuestro proyecto está a través de todo: de la música, de las letras, del diseño, de la comunicación y de la manera en que escogemos explicar el disco. Sin embargo, hay un punto en el que tú lanzas todo esto y cómo se interpreta ya es otra cosa. En nuestro caso, al haber tantas capas, quien quiere entender desde dónde salen estás cosas y por qué las decimos así, pues tiene oportunidad de hacerlo porque hay muchas maneras de llegar a tanta información. 

A la pregunta de si se entiende todo este contenido político… Nosotros hemos aprendido hace muchos años que al final todo es político, y una canción de amor también es política. Eso no nos tiene que asustar. Al final lo político es un planteamiento, una manera de estar en la vida, y eso en nuestras canciones está, y desde lugares distintos. En el conjunto me parece que se entiende cuál es nuestra manera de pensar y nuestra manera de relacionarnos con la música y lo colectivo. Luego vete a saber si alguien lo descontextualiza y lo entiende distinto, pero tampoco pasa nada. Pero sí que me parece que en los conciertos se capta y la gente conecta.

-Te quería preguntar…
-Bueno, ¡a ti te pasará igual! Tú igual dices cosas irónicamente en un artículo y la gente no lo pilla. ¿No?

-Claro. Y sin escribir también.
-(risas) Claro, es que es un cambio de chip. Lo que tú interpretas no habla muchas veces del otro, sino de lo que tú haces de tus emociones y de lo que tú has vivido.

-Adaptáis algunos poemas como el de Vicent Andrés Estellés y contribuís a hacer algo que casi nadie hace hoy, que es difuminar las fronteras entre manifestaciones artísticas. ¿Por qué elegís ‘No he Desitjat Mai Cap Cos Com el Teu’?
-En el caso del de Estellés fue Marc, antes de que me juntara incluso con Marcel, el que me dijo: “esta canción tendrías que cantarla porque te quedaría súper bien”. Cuando tuvimos un repertorio para probar con Marcel si funcionaba o no la incluí. Es decir, estaba en el primer repertorio. De cómo sonaba al principio a cómo se ha ido transformando, pues imagínate. Es una canción de hace tres años.

-Esa virtud que tenéis para difuminar fronteras se basa también (y sobre todo) en que canciones propias también pasen por poemas. ‘Tú que Vienes a Rondarme’, por ejemplo, es totalmente lorquiana.
-(risas) Sí, sí, me lo dijo… Bueno, es curioso porque no estaba leyendo en ese momento eso. De hecho, no, no, la relación era con otra cosa. Entiendo la relación porque creo que había algo de lo que yo buscaba que intuitivamente se relaciona con Lorca: esta idea medio onírica, muy mágica, de combinación de elementos desde una sorpresa, mucho elemento de la naturaleza, los colores, algo muy oscuro y, a la vez, no… Pero bueno, ‘Tú que Vienes a Rondarme’ no sé explicarla muy bien aún. 

Lo que te puedo explicar es que había una frase que sirvió de referencia para escribirla que fue a partir de una película que vi hace unos años: ‘En La Ciudad Blanca’. Es la historia de un señor que llega a Lisboa en un barco, trabaja en él, pero se raya y se queda a vivir en Lisboa y allí se enamora de una mujer en un bar donde el reloj no funciona. En su momento, hace cuatro años, Marc me dijo “¿por qué no haces una canción sobre esta historia?” -me estoy acordando ahora (risas)- y yo dije “no, no”. “¡Haz un fado!”, y yo “no, no”. Hay un momento en esta peli en el que él escribe una carta a su mujer y le dice “hay una mujer aquí con un diamante negro entre las piernas” o algo así.

Eso por un lado, luego hay una influencia muy directa en la canción que es un cómic que me estaba leyendo en ese momento. ‘Promethea', de Alan Moore, en el que se habla de una especie de conocimiento que se va reencarnando y que al final es una especie de folklore. Es muy divertido, habla de la magia, de la intuición. Con toda la fascinación que tenía por este cómic y esa primera imagen de la peli que tenía de hace un montón de años, estaba en el sofá y me puse a escribir, y de repente era la canción de amor que nunca había escrito. Hacía mucho tiempo que tenía la idea de escribir algo que pudiera tener en sí mismo lo absurdo de nuestra existencia y lo maravilloso al mismo tiempo de formar parte de un universo: pues eso, “nuestro diminuto mundo”, pero a la vez estamos en medio de este gran lío maravilloso. Al final quería que pudiera tener la potencia de un enamoramiento que podía funcionar como si estás en una fiesta de pueblo y de repente hay allí algo que deriva en algo muy sensorial, muy animal, muy básico. Tan básico como es el universo.

En ese momento sí que buscaba algo que pudiera hacer referencia al lenguaje de una canción más popular o tradicional. “Tú que vienes a rondarme”, en este caso, ese muy jotero. Lo de “amárrate a mí” era un título que yo había pensado: amarrarse, arrimarse… En ese momento hice un mix de todas las cosas que tenía en la cabeza, que tenían que ver con el disco, con lo que había leído. Hay también mucha influencia de un disco que estuve escuchando mucho de Kate Tempest, que la vi en noviembre y me animó mucho a escribir. Por eso una de las gracias de esta canción es que tampoco es muy melismática, es muy recitada, y eso viene de esa influencia; la canción era mucho más larga y no tenía estribillos, pero Marcel me decía que tenía mucho texto y no había ningún momento de respiro. Cuando ya teníamos la canción y se la llevamos a Grey Filastine, él terminó de recortar algunas cosas.

-No es la primera vez que te lo dicen, lo de Lorca…
-Me lo dijo también el cantante de Mishima. Al final lo entiendo. También es una rima muy sencilla, muy popular.

-Otra de las grandes virtudes de este disco es que hay canciones dentro de las canciones. Como en ‘Jo No Canto Per la Veu’ o ’45 Cerebros y un Corazón’. No sé si me explico.
-Sí, esto lo puede entender también. Al final, cuando nos hemos dado cuenta del conjunto del disco, nos dimos cuenta de que, incluso en el diseño, había muchas capas. Eso, musicalmente, hace que algunas canciones también lo expresen a nivel de estructura propia. ’45 Cerebros y un Corazón’, por ejemplo, como yo me la imaginaba era una canción de puertas: hacia arriba o hacia abajo, como si tú eres quien desentierra o algo está saliendo desde abajo para ver la luz. Al ir entrando vas sacando capas. La canción empieza más narrativa, luego se va hacia un lugar mucho más sentido, con otra emoción, vuelve la parte narrativa con una conclusión distinta a nivel de letra en el puente, luego se va al diálogo con la muerte y entonces viene la parte final en la que nos toca a nosotros y nos interpelamos. La canción pasa por diferentes emociones y eso es un reto. No creo que mucha gente se haya fijado muchísimo, no sé si se da a entender todo eso. Es un reto en directo aguantar toda esta emoción. Pero bueno, sí, sí: hay diferentes canciones (risas). Claramente.

-Seguramente de forma tangible no, a nivel musical o superficial, pero en algunos momentos me ha recordado al disco de Morente con Lagartija Nick. Quizá por el encuentro de géneros.
-Bueno, no ha sido una referencia. Es decir, es una referencia para mí, pero no ha sido una referencia explícita para este disco. De referencias explícitas te puedo decir muchas y te van a sorprender segurísimo.

-A ver.
-Por ejemplo, está Arca. Trabaja muy bien los ambientes y los efectos de la voz; las canciones que él canta son casi improvisadas, con letras que podrían ser de canciones súper antiguas. Él ha sido  un referente absoluto y es una referencia clave, por ejemplo, en ‘Desmemoria’. También está el disco de Kate Tempest… Buscábamos referencias de música electrónica. Sigur Ros también los estuvimos escuchando mucho. Nosotros queríamos construir con todos los instrumentos algo muy musical, teníamos que expandirlos. Por eso escogimos ese productor, porque David es guitarrista, pero su especialidad son los ambientes con los pedales. Tenía un amigo italiano que decía que la pasta no puede hacerse solamente con un acompañamiento de verduras, tiene que tener “il succo”, la salsa. Tienes que hacer una salsa para que lo junte todo. Los ambientes, en lo que hacemos nosotros, son eso, el succo. Es bastante eso: engordarlo muchísimo, ya sea través de la guitarra y la voz. La electrónica permite expandir el sonido y trabajar mucho más allá.

-¿Qué tal te sientan las comparaciones con Sílvia Pérez Cruz?
-Hombre, pues ella canta increíble, así que muy bien a ese nivel. Luego yo estoy muy tranquila. Puedo entender la comparación, pero me parece que la raíz son trayectorias artísticas, vitales, pulsiones comunicativas… muy distintas; solamente coincide que somos chicas, catalanas, tocamos con guitarristas, somos morenas… Puedo entender la comparación, pero yo siempre invito a la gente a que escuche nuestro disco y vaya más allá del prejuicio; que venga a un concierto, que se entiende mucho más rápido que no tiene nada que ver. Coincide que yo he aprendido a cantar así escuchando muchísimas grabaciones de campo, pero bueno, nada más que eso: a mí me parece muy fuerte cuando me comparan con ella a nivel vocal. Más allá de esto, no tiene nada que ver.

-Eso es porque aún no has escuchado lo de “la nueva Sílvia Pérez Cruz”
-(risas) ¡Ah! Bueno, pues nada. Pero entonces, ella misma, ¿qué es? (risas) Sin más, no hay que darle más bola: a mí me va muy bien y a ella también, pues ya está. Es lo que decíamos antes: yo escucho una canción y, según lo que he escuchado, la voy a conectar con unas cosas o con otras. No pasa nada. Tengo la tranquilidad de tener mi discurso y mis intereses, y no son los suyos, así que todo bien.

-No he podido evitar encontrar las referencias valencianas en el disco: Estellés, Ovidi Montllor…
-Las Víctimas Civiles…

-Exacto. Incluso la canción popular de ‘Ball del Vetlatori’, que por lo visto es algo muy de aquí en su momento.
-Ah, sí, claro. Sí, sí. Total. Esto viene mucho de que Marc es valenciano, es mi pareja, y entonces ya tengo familia por ahí. Pep Gimeno ‘El Botifarra’ ha sido un referente para mí. Sí, sí, sí, claro que tiene ahí conexión. Y muy orgullosa. Muchas de las canciones que me aprendí en su momento vinieron de Botifarra o de la Fonoteca de Materials Valenciana; por ejemplo, me formé muchísimo leyendo los artículos y los libros de Frechina -tiene un libro que me gusta muchísimo que se llama Cantar En Verso en el que hablaba de la canción improvisada en la Mediterrània-. Todo esto me ha formado muchísimo y por eso está ahí.


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