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María Beneyto, la escritora de la experiencia

8/05/2019 - 

VALÈNCIA. Una de las poetas valencianas de más renombre y reciente obra es María Beneyto i Cuñat, una mujer que nació poco antes de la Guerra Civil española y que cultivó una poesía de la experiencia en valenciano y castellano, siendo una de las pocas poetas que pudo dedicarse de lleno a su escritura sin ningún tipo de freno económico y cultivando una sensibilidad muy especial hacia la cuestión de género.

María Beneyto nació en Valencia el 14 de mayo de 1925. Cuando solo tenía tres años se marchó con su familia a Madrid, donde vivió hasta que estalló la guerra y volvió, de nuevo, a Valencia. En Madrid la familia experimentó un cierto fracaso, pues el padre de María quiso probar suerte como autor teatral sin cosechar demasiado éxito. Beneyto y toda su familia de habían declarado afectos al régimen de la República y la victoria de Franco se antojaba complicada para la supervivencia de la familia. La dificultades económicas de la familia se solventaron cuando cobraron una gran herencia familiar.

Precisamente en la última Fira del Llibre de València se ha presentado una obra inédita de Beneyto que relata este período de su vida, cuando siendo niña, entre los años 1937 y 1939, vuelven a Valencia.  El Institut Valencià de les Dones i per la Igualtat de Gènere acaba de publicar Regreso a la ciudad del mar, que se entiende como una prolongación de 'Antigua Patria', publicada en 1969 por recomendación de Max Aub. Si allí se narraba las vivencias de Beneyto de los doce a los catorce años, aquí se recogen otros dos años claves, recordando a Vicente Beneyto, empleado de banca y militante socialista.

En la Fira del Llibre , la filósofa y crítica literaria Rosa María Rodríguez Magda, afirmó que "Beneyto se hizo feminista ella sola, metida en su casa y con el paso del tiempo, al darse cuenta de que las circunstancias y los compañeros literarios le han intentado encasillar en una idea del desarrollo de la mujer que no era el que ella quería". En ese mismo sentido, la directora general del Institut de les Dones, Maria Such, defendió con vehemencia la idea de "ponerla en valor y recuperar su memoria como una escritora fundamental que estuvo reconocida al mismo nivel que Sanchis Guarner o Joan Fuster, y fue coetánea de Ana María Matute", una escritora con la que mantiene ciertas concomitancias sociales, personales y literarias.

Y si hablamos de esta condición de feminista hay que mencionar, sin género de duda, la que es una de sus obras cumbre: La dona forta, publicada en 1967 por Sanchis Guarner. El libro narra un conjunto de historias que giran entorno a un grupo de mujeres que pertenecen a un club feminista. Resulta curioso comprobar cómo fue capaz de sortear la censura franquista. Así reflejaba una de las protagonistas cómo era el perfil femenino de algunas mujeres de este club cuando contraía matrimonio:

 El caso es que dejó el Club para casarse -ella era pensionista- y… ¡ya no se supo más de ella! Se fue de viaje a Italia, creo, y aquí nos quedamos nosotras luchando, peleando para hacer del Club lo que todas queríamos que fuera. El Club! No sabes como se ama lo que has visto nacer, lo que has visto crecer día a día, igual que un hijo. (…) Este núcleo informe de   donde siempre faltó el prototipo mejor de la especie, la mujer feliz. (…) Aquí venían, y siguen viniendo, las que se callaban sus decepciones matrimoniales, estropicios en lo más profundo de su ser. Las que soportaban amores intrascendentes por no caes en el vacío y se quedaban más vacías aún tras la cruda experiencia. Y el otro prototipo también: la soltera mayor. La soltera mayor “en vinagres concentrados”, casi patológica… (…)

En ese estudio pormenorizado del género femenino llegó a concretarlo en dos grupos cerrados: las agrias y las dulces.

Tereseta Calpe y yo, que éramos muy amigas por aquel entonces, juntábamos en dos grupos todas las mujeres acomplejadas por su soltería que formaban casi la totalidad del Club en aquellos tiempos, y las clasificábamos de una pintoresca manera frutal: dulces o agrias. Las agrias eran unos seres tristes. Las conoces tan bien como yo, y por eso renuncio a  describírtelas. En cambio, las dulces eran mujeres suaves, conciliadoras, y apenas susceptibles. En diversos matices, unas bendecidas del cielo que, al no haber tenido hijos, extendían una maternidad latente y conmovedora sobre todas las cosas…

Ya en los años 50 Beneyto había establecido muy buena relación con un grupo de poetas como Alejandro Gaos, Pla y Beltrán y Ricardo Orozco. Será, sin embargo, Xavier Casp el que le animará a escribir en valenciano para incorporarla a su colección con los poemarios Altra veu (1952) y Ratlles a l’aire (1956), que recibió el premio “Ciutat de Barcelona”. Ese bilingüismo literario sería característico de su obra, compuesta por más de cuarenta libros publicados. 

Su carrera profesional estuvo dos etapas separadas por un silencio creativo de casi veinte años: desde  finales de los 70 hasta mediados de los 90 no escribió. Retomó su actividad con títulos como Nocturnidad y alevosía, (1993), Elegíes de pedra trencadisse (1997), Hojas para algún día de noviembre (1993), Para desconocer la primavera (1994), El mar desde la playa (1999), Casi un poco de nada (2000) y Eva en el laberinto (2006).

Murió en el año 2011 en Valencia, convertida ya en una octogenaria, referente de la poesía en nuestro país. Uno de sus últimos poemas, Amigo íntimo, fechado en el año 2000, reflejaba en sus últimos versos ese miedo que le acompañó toda su vida:

            No tengo miedo, y por lograr ahora

            la paz, me voy sin él. (Dadle una tierra

            benigna a su cadáver, casi el mío).

            Ya veis, por no tener, ya ni siquiera

            tengo a mi amor de siempre, al pobre miedo

            que tan fiel compañía dio a mi vida.


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