Venga, que ya viene y va a llegar, que este viernes va de arrimar… de arrimar la copa (cochino), que el Beaujolois se arrivé y no sólo el nouveau
Nos explicamos, vamos. Beaujolais es región francesa famosa por sus primeurs, vinos jóvenes de uva gamay que recomiendan tomar en el año y que se lanzan con jolgorio y toda su envoltura el tercer jueves del mes de noviembre, el ‘Día del Beaujolais Nouveau’. Una historia bien historiada que se remonta al siglo XIX y que de aquí no se mueve desde entonces, gracias a las ventas y la diversión que provoca y que va de boca en boca.
Pero Beaujolais es mucho más, tristrás. Nos situamos en tierras entre Borgoña y Lyon, con más de 96 pueblos y doce denominaciones vinícolas. Encontramos botellas bajo el nombre de la ya dicha comarca, pero también de Morgon, Fleurie, Regnier… En este caso el relato nos lleva a tiempos de romanos y de nuevo a la variedad gamay, de la que dicen que si mutante de pinot noir, pero más madrugadora, dadivosa y refrutosa. Prohibida y acusada de desleal por algún duque atrevido, es ahora motivo de mucho brindis y regocijo. Así se refleja en una serie de etiquetas con una calidad digna de mención y lo empezamos a comprobar con primera etapa, en Morgon y con su Desvignes Morgon La Voute Saint Vincent 2018 (Domaine Louis-Claude Desvignes). Monte fresco asperjado de matas perfumadas que se ponen en plan formal en sólo unos instantes. Caballero rozagante con vestimenta de terciopelo granate. Suculencia vibrante que nos bebemos con unos huevos en meurette. A lo grande.
Nos quedamos cerquita con el Dominique Piron Morgon 2018 (Dominique Piron), que es brisa descocada que nos trae aromas a bayitas de las lindas. Lindes de caminos que vamos dejando atrás a pasitos saltarines y alocados. Paisaje interrumpido por hilillo de humo en la distancia, mientras a nuestro lado se cocina una cassoulet a fuego lento.
El Foillard Morgon Côte du Py 2018 (Jean Foillard) viene para quedarse en casa y sin fecha de caducidad. Profundidad florida con fondo de violáceos colorines. Suave seriedad que se libera llena de matices preciosos. Bosque umbrío que nos acoge con cariño para dar seguridad. Acidez y estructura para tomar en compañía y con un plato de boeuf bourguignon.
Dando un brinco de lugar nos topamos con el Clos de la Roilette Fleurie 2018 (Clos de la Roilette). Cosita fragante y tan campante de largura en longitud. Energía excitante que acaricia como nos gusta, con fuerza y desparpajo. Estampas con profundidad que crecen bajo las sombras de altos árboles. Toda la paz del mundo y con un pollito de Bresse mucho mejor.
El cercano Domaine Chamonard La Madonne 2018 (Domaine Chamonard) nos trae fruta carnosa como si tal cosa. Minerales que fluyen con soltura y ganas de agradar. Exquisitez en la línea de los vividos en este tiempo, que hacen posible un dar un trago largo sin dolor. La persistencia de ese amigo con el que puedes contar y tan a gusto con un pot au feu.
El Georges Descombes Régnié Vielles Vignes 2018 (Georges Descombes) nos traslada a nuevas poblaciones envueltas en florecillas masticables. Seda tejida con tino y así resulta, tan fino. Marcha con calma y sin límites que lo delimiten. Tan sólo los que nosotros queramos, que son ninguno, claro. Porque queremos desfrutarlo a sorbitos y con unos escargots en su plato espacial.
En el sitio y con cambio de copa probamos La Haute Ronze Régnié 2018 (Nicolas Chemarin). Diversión de todos los colores y sabores con cuerpecito apetitoso. Se quita un peso de encima subiéndonos a sus hombros para ir a recolectar unas cuantas moras. Tarde de paseo circular en montes bajos con su ácido de apoyo. Y para comer, una rebanada de pan de especias y mantequilla de la buena, casi nada.
Volamos ahora al Broully con su Château Thivin Reverdon 2018 (Château Thivin). Figura carnal que se contonea vaporosa con acidez en su punto preciso. Construcción sobre armadura de palitos chicos que lo ponen todo en su sitio. Los frutales de la jornada y unas flores que iluminan la mirada más preciada, esa que con cariño nos ofrece una ración de pieds de cochon.
Vamos con una rareza que es gamay de Beaujolais con su toque de pinot noir de Côtes de Nuits. Llamado Borgoña por poder, hablamos del Thibault Liger-Belair Bourgogne Les Deux Terres 2017 (Thibault Liger Belair). Complejidad, con entidad y calidad. Elegancia de extenso trayecto y con ese poso que no cae en saco roto. Esas manos que te achuchan y reparten buenos condimentos. La oscuridad que buscamos para relajar el espíritu con un confit de pato.
De remate y para que nadie nos mate, traemos un nouveau, cómo no. El Château Cambon Beaujolais Nouveau 2019 (Château Cambon) que viene de Morgon para cerrar el círculo. Liviandad, que no levedad, que entretiene para que no necesites más. Un glugluglú de beber sin sentir que aguanta el año que tiene como campeón que es. Auténtica pureza con un steak tartar y aquellas patatas soufflé que quedarán en la memoria.
Así pasamos una semana más, poniendo una sonrisa ante los tiempos que corren y corriendo a seguir soñando, la próxima con más viajes queridos, queridos.